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Cuando la ignorancia se convierte en norma de inversión

El problema no viene del impacto de una quiebra de Grecia o de su salida del euro. El problema viene de la valoración de los mercados. A día de hoy estamos en una especie de burbuja de precios

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(Corbis)

No existe pecado, salvo la estupidez. Lo dijo Oscal Wilde y lo podemos, ciertamente, aplicar a los mercados y a la forma de invertir de muchos inversores. Basta con mirar atrás, al hacer la declaración de la renta por ejemplo, y veremos cómo hemos llevado a cabo operaciones sin sentido, sin conocimiento y, por supuesto, con pérdidas que nos hacen sentir no demasiado bien. Y muchos de esos errores son fruto de la toma de decisiones sin argumento alguno. La emoción nos puede y muchos inversores no tienen ni idea de lo que compran. Ni de las reglas del juego. Ni de cuál es el riesgo asumido. Y parece que no les importa. La codicia y la euforia les lleva a abrir posiciones que no entienden, que no quieren entender y que, cuando el miedo les invade, sólo provocan asombro y pérdidas.

Esos pecados capitales de la inversión son, bajo mi punto de vista, los que dominan el mercado actual. En Europa, en China, en Estados Unidos y en varios mercados más. La semana pasada criticaba la alegría con la que los inversores europeos festejaban el que fue un conato de acuerdo de la situación griega. Yo no entendía cómo el mercado se podía alegrar del préstamo a Grecia para el pago de los intereses de una deuda que nunca podrá pagar. La bolsa subió y todo parecía alegría. Más euforia. Este lunes, ante el cambio de planteamientos, asistimos a fuertes caídas con ruptura de soportes importantes en el S&P500 y con incrementos de volatilidad como muestran los gráficos siguientes.

Sin embargo, el problema –insisto- no viene del impacto de una quiebra de Grecia o de su salida del euro. El problema viene de la valoración de los mercados. Estamos en una especie de burbuja de precios que, además, se extiende ya no sólo al mercado americano sino que tiene una explosión en el mercado chino que puede ser, a buen seguro, el detonante de lo que vendrá una vez se digiera el tema griego.

La valoración en base al PER de las empresasestá dando, en el caso americano, lecturas falsas pues se basan en los bajos tipos de interés actuales. Pero los tipos futuros no serán igual de bajos y, por tanto, esa valoración se ajustará en una gran medida. Además, si pensamos que el margin call está en máximos justo aprovechando los bajos tipos, cuando la tendencia se de la vuelta, el inversor se encontrará con un mercado inflado altamente apalancado.

Si nos fijamos en el gráfico anterior, podemos ver cómo ha evolucionado el profit margin (ingresos netos dividido por ventas) de las empresas y parece que no tenga fin. Pero en cuanto asistamos al ajuste de tipos, se marcará el fin de ese ciclo y del margin debt y, de repente, el mercado estará caro.

En esa línea, comentaba que el verdadero desencadenante de lo que se nos viene encimapuede venir de China. La media de las acciones cotizadas, a nivel de PER, está en unas 58 veces los beneficios proyectados de los próximos 12 meses. Sí, ha leído bien, 58 veces. El PER del Ibex está ahora por debajo de 17, el del mercado norteamericano sobre 18 y Japón en 16,5 veces.

Es decir, la burbuja china está próxima a explotar. Y eso sí tendrá un efecto dominó en los mercados europeos y americanos. El siguiente gráfico lo dice todo.

Además, el mercado chino está dominado por inversores finales y no institucionales, lo que hace más peligroso el momento de euforia que se vive allí. Ya hemos tenido pequeños colapsos estas últimas sesiones, pero nada con lo que queda por venir. Fíjense en la evolución del número de cuentas abiertas para operar en el mercado chino y los volúmenes de las mismas:

Esto me recuerda a lo que, meses atrás, comentaba sobre mi suegro y sus ganas de participar de la fiesta bursátil….pero en Chinaparece que abre una cuenta hasta el individuo que vive en la frontera con Mongolia. Y lo peor, se están apalancando para buscar mayor rentabilidad….

Por si esto no fuera poco, el Wall Street Journal publicaba un artículo donde se veía como muchas empresas manufactureras chinas ponían su tesorería a trabajar. A invertir en el mercado de acciones. Y era tal el absurdo, que varias habían cesado su actividad para dedicarse a…especular. De facto, el 97% del crecimiento de los resultados de esas empresas venía de la especulación en bolsa… y ante esos datos no hacen falta más comentarios.

Además, frente a las críticas de aquellos analistas que dicen que basta mirar las tendencias, un informe del CFA Institute mostraba cómo un 62% de los participantes del mercado utilizaban la valoración estimada de las empresas como parte importante de sus decisiones de inversión.

Luego entonces, en cuanto se ajusten las mismas, el impacto deberá ser claro y contundente sobre los precios. Y permanecer ajenos a todos estos datos es, bajo mi punto de vista, permanecer ajenos a una realidad que se viene encima. No se cuándo ni en qué medida se producirán esos ajustes pero, de nuevo, les invito a reflexionar sobre sus estrategias de inversión y a que salgan del estado de euforia que domina, aún con estos últimos movimientos, los principales mercados del mundo.

No existe pecado, salvo la estupidez. Lo dijo Oscal Wilde y lo podemos, ciertamente, aplicar a los mercados y a la forma de invertir de muchos inversores. Basta con mirar atrás, al hacer la declaración de la renta por ejemplo, y veremos cómo hemos llevado a cabo operaciones sin sentido, sin conocimiento y, por supuesto, con pérdidas que nos hacen sentir no demasiado bien. Y muchos de esos errores son fruto de la toma de decisiones sin argumento alguno. La emoción nos puede y muchos inversores no tienen ni idea de lo que compran. Ni de las reglas del juego. Ni de cuál es el riesgo asumido. Y parece que no les importa. La codicia y la euforia les lleva a abrir posiciones que no entienden, que no quieren entender y que, cuando el miedo les invade, sólo provocan asombro y pérdidas.