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Exigentes con todo menos con nuestros ahorros
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Exigentes con todo menos con nuestros ahorros

Nos informamos antes de comprar, exigimos y protestamos si consideramos que algo no cumple con nuestras expectativas (retrasos y cancelaciones de viajes, hoteles, electrodomésticos, etc)

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Juan Gómez Bada

La sociedad de consumo nos ha hecho muy exigentes en la mayoría de los bienes y servicios que adquirimos. Juzgamos, valoramos y nos quejamos del trato recibido por los profesionales que nos atienden (camareros, dependientes, médicos, etc). Nos informamos antes de comprar, exigimos y protestamos si consideramos que algo no cumple con nuestras expectativas (retrasos y cancelaciones de viajes, hoteles, electrodomésticos, etc).

Sin embargo, cuando se trata de nuestros ahorros normalmente vamos al banco donde hace años abrimos una cuenta para domiciliar la nómina o que en su día nos dio la hipoteca más barata. Preguntamos qué nos ofrecen y elegimos entre las dos o tres opciones que nos dan sin plantearnos otra cosa. Cuando transcurre el tiempo que le habíamos dado a la inversión nos conformamos con cualquier resultado, excluyendo fuertes pérdidas.

Cada cierto tiempo, debemos replantearnos las decisiones que hemos tomado. Las rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras

El valor en euros del fruto de nuestro ahorro suele ser varias veces superior al precio de los bienes y servicios que adquirimos, pero habitualmente le dedicamos mucho menos tiempo a la decisión de inversión que a la de consumo. Entre las causas está la enorme diferencia de información respecto a quien nos ofrece los productos de inversión. Hace que no nos atrevamos a cuestionar nada. Por otro lado, tampoco ayudan la vergüenza a admitir nuestro desconocimiento financiero y el miedo a revelar nuestro patrimonio financiero a quienes nos pueden dar consejos desinteresados (familiares y amigos).

Cuando queremos comprar un ordenador, una televisión o un coche nos informamos de sus prestaciones, después comparamos las características y los precios de distintos fabricantes y modelos y por último elegimos aquel producto que consideramos más conveniente. En la selección de inversiones debemos hacer lo mismo.

Durante el proceso de recogida de información, petición de consejos y comparación de alternativas, debemos formar un criterio de selección propio. Si decidimos delegar la selección de inversiones, debemos elegir a quién o quienes delegamos esa responsabilidad. En conclusión, la decisión última es personal e intransferible y debe haber un conjunto de motivos racionales que la justifiquen.

El avance de las tecnologías facilita la selección. En Internet, hay cada vez mejores herramientas para elegir qué hacer con nuestro ahorro

No menos importante que la primera elección es la evaluación de los resultados y el aprendizaje de la experiencia. Cada cierto tiempo, por ejemplo anualmente, debemos replantearnos las decisiones que hemos tomado. Es importante tener en cuenta que en el mundo de las inversiones las rentabilidades pasadas, para bien o para mal, no presuponen rentabilidades futuras, por lo que la evaluación no debemos centrarla en el resultado, sino en si sigue habiendo razones para confiar en aquello que elegimos en su momento.

Afortunadamente, el avance de las tecnologías de la información facilita mucho la selección. En Internet, disponemos cada vez de mejores y más baratas herramientas para poder elegir qué hacer con nuestro ahorro. Hay proveedores de análisis de inversiones, comunidades financieras, redes sociales de inversores, portales de inversiones, medios económicos digitales, buscadores de productos financieros, comparadores, blogs, foros, etc. Existen fuentes de información para todo tipo de productos y de ahorradores, muchas de ellas gratuitas.

Termino señalando que la información que obtengamos en el mundo online tendremos que usarla con cautela y contrastarla por varios lados, sobretodo al principio. En Internet, igual que en la calle, hay timadores, quienes ofrecen cursos milagro y vendedores de dinero fácil, pero no por ello debemos dejar de utilizarlo.

Juan Gómez Bada, director de inversiones de Avantage Fund

La sociedad de consumo nos ha hecho muy exigentes en la mayoría de los bienes y servicios que adquirimos. Juzgamos, valoramos y nos quejamos del trato recibido por los profesionales que nos atienden (camareros, dependientes, médicos, etc). Nos informamos antes de comprar, exigimos y protestamos si consideramos que algo no cumple con nuestras expectativas (retrasos y cancelaciones de viajes, hoteles, electrodomésticos, etc).

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