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'Westlessness' (o la ausencia de Occidente)

La idea generalizada de la conferencia de seguridad de Múnich a debate fue que el mundo está cambiando y Occidente perdiendo la zaga y el propósito que le había guiado hasta ahora

Foto: Vistas de Múnich (Reuters)
Vistas de Múnich (Reuters)

Esa es la idea que se destiló de la conferencia de seguridad de Múnich de este año, algo así como el Davos de la geopolítica.

La idea generalizada a debate fue que el mundo está cambiando y Occidente perdiendo la zaga y el propósito que le había guiado hasta ahora. La intransigencia al alza de Estados Unidos y otras naciones europeas, el auge de China, la agresividad de Rusia y las incertidumbres globales plantean nuevos retos estratégicos y tácticos de seguridad para los que Europa no parece estar actualmente preparada. La voluntad de hacer frente a los conflictos en el mundo es cada vez más débil, la superioridad militar internacional de Occidente más cuestionada.

Estados Unidos parece ya trascender la defensa de los valores tradicionales occidentales y la legitimidad de instituciones como la OTAN, especialmente (pero no a causa) del “America First”, dando así la espalda al multilateralismo y arropando una nueva fase de defensa soberana. En ese contexto, Europa tendrá que arreglárselas por sí misma en un mundo en el que la competencia entre grandes potencias vuelve a ser la regla general.

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Esto ha quedado patente revisando cómo transcurrió la reunión de Munich: gran parte de la conferencia giró en torno a las contradictorias interpretaciones de los dilemas de Occidente y a cómo darles respuesta. Ahora bien, este debate fue más metafísico que sustancial, ya que tan solo Estados Unidos contempla aumentar su presupuesto en materia de defensa. De alguna manera esto ya no sorprende.

China fue de nuevo el asunto que más preocupación ha generado; el “por China-de china y para-China” ocupó la mayor parte del debate, en especial se subrayó la postura militar cada vez más agresiva y expansiva del país, algo que de nuevo suscitó el tono excepcionalmente defensivo de Pompeo y Esper (secretarios de Estado Defensa de Estados Unidos) quienes intentan asegurar el respaldo europeo para adoptar una actitud más dura contra su principal rival. Esta idea podría estar ganando apoyo a la vista de que los países europeos se refieran ya rutinariamente a China como una “amenaza”.

Pero de nuevo el problema de la falta de visión única europea vuelve a jugar en contra: mientras que Alemania (Steinmeier y Kramp-Karrenbauer) llegan a la conclusión de que debería comprometerse más firmemente con los asuntos mundiales y centrarse en la construcción del pilar europeo de la OTAN, Francia (Macron) centró más su proclama en las oportunidades para Europa subrayando que los países europeos deberían verse a sí mismos como una única potencia, situada al mismo nivel que las otras grandes potencias, y actuar como tal con propósito y determinación equiparable a la identidad de la región. Rusia fue la gran ausente en las conversaciones, aunque es reconocido que sería un gran error estratégico alejarla del diálogo con Europa. Avances dialécticos sí, pero que difícilmente ayudan a dejar atrás la confortable ilusión de la OTAN que tuvimos.

Hubo otros asuntos en la agenda, pero sobre el COVID-19 ya estarán oyendo hablar suficiente.

Esa es la idea que se destiló de la conferencia de seguridad de Múnich de este año, algo así como el Davos de la geopolítica.

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