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El desacoplamiento tecnológico entre EEUU y China, más real de lo que parece
La llegada de Biden a la presidencia de EEUU no parece haber cambiado la esencia de las relaciones entre ambos países, que sigue siendo de competencia estratégica
La crisis global de 2008 no soló resultó en una perdida masiva de riqueza para el mundo, sino que también coincidió, probablemente no por casualidad, con el inicio de un proceso de desglobalización en el mundo, al menos en el ámbito del comercio y de las cadenas globales de producción. La presidencia de Trump no hizo más que acelerar ese proceso con la guerra comercial que inició con China y, de manera aún más importante, con las medidas de contención al ascenso tecnológico chino. Entre ellas cabe destacar el bloqueo a la tecnología de 5G china y, en concreto, de Huawei, así como el fuerte aumento de los controles a la exportación de tecnología de EEUU a China.
Como si esto fuera poco, la Administración Trump también empezó a tomar medidas para bloquear el ascenso de algunas redes sociales chinas, entre ellas Tiktok, y sin duda limitar la expansión de las plataformas de comercio electrónico chinas. La llegada de Biden a la presidencia de EEUU no parece haber cambiado la esencia de las relaciones entre ambos países, que sigue siendo de competencia estratégica.
Conviene destacar que China fue la primera el limitar la expansión de las plataformas americanas, desde Google a Facebook y muchas más, tras la crisis global del 2008. La idea de mantener un internet abierto no solo resultaba problemática para China desde un punto de vista de seguridad nacional, sino también de política industrial. De hecho, las empresas tecnológicas chinas —protegidas de la competencia global y con grandes facilidades de financiación— han crecido exponencialmente en los últimos años y, en muchos casos, son ahora competitivas globalmente.
La realidad es que la dependencia tecnológica en un mundo dividido entre dos grandes potencias puede ser aún más peligrosa
Otro desarrollo clave de este periodo es la lucha por el control de datos generados por los consumidores de un país. Distintos modelos de soberanía digital se han ido desarrollando en la Unión Europea, EEUU y China. Desde el modelo europeo en el que los datos son de los ciudadanos, en China el Estado —y por ende el partido comunista chino— cada vez guarda un control más férreo de los datos no solo dentro del país (como han podido sufrir las empresas tecnológicas chinas en sus propias carnes recientemente), también fuera en lo que se refiere a las empresas chinas que operan en el exterior. Lo segundo está obligando a las compañías chinas a dejar de ser cotizadas en los mercados occidentales, en especial en EEUU. En resumen, la lucha por el control de los datos está empujando a las empresas a buscar financiación dentro de sus fronteras, contribuyendo a la creación de dos ecosistemas, no solo tecnológicos, sino incluso quizás financieros por EEUU y China.
La pregunta para nosotros, europeos, es dónde queda Europa en todo esto. La respuesta parece obvia: Europa solo podrá elegir libremente si cuenta con suficiente tecnología para decidir su propio futuro. Por mucho que nos parezca que el coste de duplicar esfuerzos para desarrollar dicha tecnología sea excesivo, como algunos han argumentado con el reciente anuncio de la presidenta Von der Leyen de un gran plan de inversión para desarrollar una industria europea de semiconductores, la realidad es que la dependencia tecnológica en un mundo dividido entre dos grandes potencias en busca de la hegemonía global puede ser aún más peligrosa.
*Alicia García Herrero es economista jefa de Natixis para Asia-Pacífico e investigadora sénior en Bruegel.
La crisis global de 2008 no soló resultó en una perdida masiva de riqueza para el mundo, sino que también coincidió, probablemente no por casualidad, con el inicio de un proceso de desglobalización en el mundo, al menos en el ámbito del comercio y de las cadenas globales de producción. La presidencia de Trump no hizo más que acelerar ese proceso con la guerra comercial que inició con China y, de manera aún más importante, con las medidas de contención al ascenso tecnológico chino. Entre ellas cabe destacar el bloqueo a la tecnología de 5G china y, en concreto, de Huawei, así como el fuerte aumento de los controles a la exportación de tecnología de EEUU a China.