La inversión en intangibles y su efecto sobre la economía española

Hace décadas que sabemos del problema de crecimiento de largo plazo de España y de cómo este problema radica en la baja productividad del trabajo, algo sumamente importante en un país muy orientado a servicios como el nuestro. Hace tiempo que usamos el mantra de las reformas necesarias y de la educación en disciplinas STEM para resolverlo, o constantemente nos hacemos eco de algunas desventajas de la manera en la que se invierte en España. Todo me parece válido y todo me parece el mismo problema. Déjenme que me explique.

Creo que España tiene un problema de inversión que permea sobre la productividad. No es un problema de cantidad, sino de mix incorrecto de stock de capital. España se sitúa a la cola de la OCDE en inversión en intangibles (5% del PIB vs promedio de 10% PIB) y tiene un mix de capital radicalmente diferente a sus pares. Por ejemplo, la proporción de activos tangibles sobre intangibles en España es del 18% frente al 5%, mientras que en EEUU supone un 13% frente al 11% o en Israel, un 10% frente al 15%. Además, dentro de su stock de capital intangible, y entendiendo que hay tres grupos fundamentales, como son Software & Data, Propiedad & Innovación y Competencias Económicas, las dos primeras suponen menos de una tercera parte mientras que las Competencias Económicas suponen dos terceras partes. Eso significa que el peso de los conocimientos digitales y la investigación y desarrollo palidecen en comparación con la OCDE.

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Este incorrecto mix de inversión tiene dos consecuencias: la inmediata sería, por un lado, que limita el crecimiento producido a través de la innovación y el cambio tecnológico y, por otro, que el sesgo en la inversión en stock físico de capital termina mermando la capacidad de invertir en innovación (incluso cuando se puede), porque requiere crecientes cantidades para amortizar su depreciación. Es decir, cada vez se pierde más capacidad para crecer de una manera endógena y la propia inversión realizada limita la capacidad futura de volver a intentarlo, dando como resultado un país con media centena de aeropuertos excelentes, pero con niveles bajos de innovación y cualificación digital. Gran parte de problema de la productividad y del crecimiento que tenemos me parece, por tanto, que radica en este tipo de decisiones.

Para revertir estos problemas, creo que hay que hacer una apuesta decidida en intangibles y a las proporciones de este tipo de capital frente al resto. La mejora de la productividad y la competitividad irá, en este sentido, de la mano de la reformulación y el fortalecimiento de la educación y la renovación de habilidades. Esto se puede hacer desde la base a través de la educación y/o a través de la importación de capital humano cualificado que promueva el cambio en estos intangibles.

La propuesta española que se incluyó en el Next Generation EU apunta en esta dirección y daría como resultado un crecimiento del 11% de la productividad si se mejora la educación. Este sería un paso de gigante para lo que será necesario una redefinición y actualización de competencias (digitales y numéricas) acorde con los tiempos, así como inocular sistemas de aprendizaje que premien la innovación y la escalabilidad de esa innovación. Por otro lado, también sería imprescindible redefinir el Plan Nacional de Competencias Digitales, el Plan Nacional de Formación Profesional y el Plan de Educación Temprana, es decir, aumentar el porcentaje de población con educación “profesionalizante”, tal y como en su día España incluyó en su propuesta de gasto del Next Generation EU.