Democratizar el capital privado, un reto y una responsabilidad

Cada día tiene su afán y cada año, su propósito. Este 2023, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), dentro de la tarea de labor divulgativa que lleva a cabo, ha acuñado el lema "Finanzas inclusivas, finanzas para todos" para celebrar la semana de la educación financiera.

Todos, en la medida de nuestras posibilidades, buscamos la forma de optimizar la gestión de nuestros ahorros, pero, históricamente, la falta de cultura financiera y el rol pasivo del ahorrador ha generado una brecha demasiado grande entre los productos financieros que están al alcance de grandes patrimonios y family offices y el inversor retail. Una fisura que las soluciones tecnológicas están contribuyendo a cerrar abanderando la ola de democratización de la inversión en la que nos encontramos. Esta filosofía de "finanzas para todos" defiende que los pequeños inversores, con la formación y asesoramiento adecuado, puedan optar por productos en los que hasta ahora solo se podía invertir de manera profesional.

Sin embargo, es precisamente ese requisito de formación el que, en ocasiones, cojea. En los últimos años, los minoristas han tenido acceso no regulado a productos complejos como los criptoactivos, que en muchos casos han acabado perjudicando su economía por no haber entendido correctamente en qué estaban invirtiendo. Incluso un minorista ha tenido antes la posibilidad de acceder a inversión en startups a través de plataformas de crowdfunding que a través de productos como los fondos de capital privado, que pueden ser mucho menos arriesgados por la diversificación y gestión profesional que ofrecen.

Estos eventos nos invitan a reforzar la responsabilidad que tenemos de diseñar y difundir materiales de educación financiera que sean accesibles, entendibles y atractivos, además de apoyar la creación de un ecosistema de protección para el inversor minorista.

La creación de este marco está en mano de los reguladores y legisladores, que en su mandato de velar por el interés común no consolidan cambios relevantes hasta desarrollar un esquema que garantice la protección del inversor minorista, y así debe ser, ya que episodios como las preferentes o la bancarrota de la plataforma de criptomonedas FTX refuerzan la importancia de un buen sistema.

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La aprobación, hace justo un año, de la Ley Crea y Crece llegó en este contexto: articular legalmente la llegada del ahorro retail a las inversiones en capital privado, una práctica que se ha desarrollado de manera global en las últimas tres décadas, hasta ocupar un rol determinante en el funcionamiento del sistema financiero. Para que este proceso funcione correctamente se necesita, tal y como está promoviendo la CNMV, masticar los conceptos más difíciles para que el minorista pueda tomar mejores decisiones y así la tecnología pueda ser ese catalizador de inversión e interacción entre los inversores y gestores y productos de primer nivel.

Por todo ello, iniciativas que ofrezcan soluciones en este sentido están llamadas a consolidarse como proveedores para la gestión de las finanzas personales, aunque para ello sea necesario ahondar, de manera entendible para el ciudadano, en aspectos como la diversificación de productos, la inversión a largo plazo, la relación rentabilidad-riesgo, etc… Y en esa ecuación, el capital privado puede y debe convertirse, de manera gradual, en un producto más al alcance de la mayoría.

Este tipo de activo ofrece acceso a inversiones con gran potencial de rendimiento y puede ayudar a generar riqueza y un plan de futuro para el ahorrador, así como a diversificar la cartera y reducir el riesgo. Fomentar la educación financiera es fundamental para cumplir con el propósito del sector de consolidar unas finanzas inclusivas y poner al alcance de los pequeños ahorradores la enorme oportunidad que supone la inversión en los mercados privados.

* Ramiro Iglesias es CEO de Crescenta