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Navegar en la 'creatividad artificial'

Existe una cualidad que parecía reservada al intelecto humano y estaba fuera del alcance de las máquinas: la creatividad

Foto: Inteligencia Artificial. (Pixabay)
Inteligencia Artificial. (Pixabay)

La Inteligencia Artificial (IA) estaba considerada hasta el momento un eje transformador, que permitía a las compañías optimizar sus procesos de negocio e incrementar su cuota de mercado mediante una mejor comprensión de sus clientes y productos. Asimismo, también permitía una mejor detección de operativa sospechosa y fraudulenta, lo cual era especialmente relevante en sectores como el financiero.

Dicho esto, existía una cualidad que parecía reservada al intelecto humano y estaba fuera del alcance de las máquinas: la creatividad. Como humanos, esta capacidad única nos daba un soplo de tranquilidad en toda esta revolución tecnológica, pues nos otorgaba un sentido de identidad infranqueable y un posicionamiento claro. Sin embargo, en poco tiempo, la IA generativa ha reinventado este paradigma, entrando de lleno en el aparentemente inaccesible plano de la creatividad, con el fin de ayudarnos a producir textos, imágenes, sonidos, vídeos y otros activos digitales.

Ante este nuevo contexto de innovación tecnológica, que ha modificado todo nuestro sistema de creencias sobre la IA, cabe más que nunca preguntarse qué papel desempeñaremos las personas.

De hecho, mientras escribo estas líneas, me doy cuenta de que podría complementar mi conocimiento y capacidad creativa apoyándome en esta tecnología. Pero a la vez me asaltan las dudas de que significaría esto para nuestra evolución creativa y, en última instancia, para nuestra humanidad.

Y es que la creatividad artificial no es solo una posibilidad emocionante, sino también algo que debe ser abordado con mucho cuidado. Una IA bien diseñada podría expandir la creatividad humana y llevarla a nuevos niveles, pero también podría ser utilizada para causar daño, manipular o perpetuar sesgos existentes.

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Es por ello, que del mismo modo que la IA está evolucionando a una velocidad imparable, somos cada vez más las voces que advertimos sobre la necesidad de un uso responsable de la misma.

La IA responsable es aquella que considera los impactos sociales, éticos y legales, dando lugar a productos y servicios que protejan los derechos humanos y los intereses de los usuarios. Está diseñada para cumplir con los valores éticos y las normas de conducta socialmente responsables, e implica el uso de técnicas que sean transparentes, justas y no discriminatorias.

Se busca garantizar que la tecnología mejore la calidad de vida y la sociedad en su conjunto, minimizando los riesgos y promoviendo beneficios equitativos para todos. En el plano de la creatividad, una IA responsable abogaría por utilizar esta tecnología para mejorar la capacidad creativa humana, en lugar de reemplazarla. En este sentido, la estrategia, el gobierno y la calidad de los datos son tres factores que se tornan esenciales para cualquier compañía que quiera desplegar de forma eficaz y responsable la IA.

Foto: Seis palancas que marcan el futuro de los bufetes. (Pexels)

No se trata de conceptos nuevos; de hecho, la aplicación incorrecta de estos factores o su no existencia, ha supuesto durante décadas el mayor freno a la implantación eficaz de la IA en las compañías, provocando un nivel general de madurez inferior al que cabría esperar. Ahora con la ola de la IA generativa, todo esto cobra más sentido que nunca.

Y es que la IA generativa se ha convertido en una herramienta fascinante para la creatividad, pero su potencial solo se desbloquea cuando se encuentra alineada con una estrategia bien definida. Las empresas que adoptan una estrategia clara de IA, no solo son más eficaces en la implementación de esta tecnología, sino que también son más conscientes de los desafíos éticos y regulatorios.

Por su parte, la implementación eficaz de un gobierno de los datos también ayuda a las organizaciones a adaptarse a los requisitos regulatorios y proporciona un marco para establecer roles y responsabilidades claramente definidos para la gestión del dato en todo su ciclo de vida. Sin un gobierno de datos sólido, corremos el riesgo de que la IA tome decisiones sesgadas, no éticas o incluso ilegales.

La implementación eficaz de un gobierno de los datos también ayuda a las organizaciones a adaptarse a los requisitos regulatorios

Y no debemos olvidar que la calidad de los datos es fundamental para la eficacia de cualquier sistema de IA, pues su inteligencia se sustenta en los datos con los que se entrena. Los datos incorrectos o sesgados pueden dar lugar a creaciones o predicciones inexactas y sesgadas, lo cual puede conllevar unos riesgos relevantes para cualquier compañía, ya sean reputacionales, financieros o de otro tipo.

En definitiva, la IA se ha convertido en una aliada estratégica que permite aumentar nuestra competitividad individual y colectiva, pero que no está exenta de riesgos que debemos conocer y mitigar.

Por eso, el establecimiento de marcos de actuación de IA responsable se torna esencial para los gobiernos, las empresas y los ciudadanos. Es ahí donde podemos y debemos jugar un papel relevante. De igual modo que nos preocupamos por una educación responsable para nuestros hijos, debemos hacer lo propio con nuestras máquinas, porque ambas cosas van a determinar el futuro de la humanidad.

*David Castelló, socio responsable del área de Consultoría Tecnológica para el Sector Financiero de EY

La Inteligencia Artificial (IA) estaba considerada hasta el momento un eje transformador, que permitía a las compañías optimizar sus procesos de negocio e incrementar su cuota de mercado mediante una mejor comprensión de sus clientes y productos. Asimismo, también permitía una mejor detección de operativa sospechosa y fraudulenta, lo cual era especialmente relevante en sectores como el financiero.

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