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¿Estás preparado para las caídas?
Siempre debemos estar preparados para afrontar cualquier eventualidad, ya que en el camino encontraremos situaciones que requerirán de unos elementos básicos de seguridad
Cuando la carretera se tuerce o aparecen baches, recordamos que no todo es acelerar. En un coche, hay elementos esenciales que hacen el viaje más seguro: los frenos, el volante y la suspensión son algunos de ellos.
En las inversiones financieras ocurre algo similar. Siempre debemos estar preparados para afrontar cualquier eventualidad, ya que en el camino encontraremos situaciones que requerirán de unos elementos básicos de seguridad. La política de inversión que rija nuestras inversiones debe ser flexible para poder adaptarse a las circunstancias y, esa flexibilidad, debe poder contemplarse desde diversos ángulos. Al bajar un puerto de montaña, regular la velocidad es crucial pero cuando aparecen las curvas, no basta con disminuir la velocidad, también es necesario poder modificar la dirección. Y para enfrentar baches en el camino, debemos contar con una buena suspensión.
Contar con estos elementos es una condición necesaria pero no suficiente para que el viaje transcurra bien. Financieramente hablando, aunque se diseñe una cartera con una «buena suspensión» (suficientemente diversificada y balanceada para resistir múltiples escenarios), se necesita un «piloto» que sepa qué decisiones tomar: cuándo acelerar, cuándo frenar y en qué dirección girar.
Ese piloto puede ser uno mismo u otra persona. Si es otra persona, debe tener un compromiso sólido con los dueños del capital. Debería dirigir el vehículo desde dentro, invirtiendo su propio patrimonio como lo hace con el de quienes confían en él. No basta con que invierta ocasionalmente en lo mismo que los inversores; tampoco debería poder vender sin previo aviso.
La realidad es que muchos gestores dirigen fondos de inversión con políticas demasiado restringidas (renta variable España; renta fija corporativa; monetarios; renta variable internacional de pequeñas y medianas compañías; etc.) e invierten en los fondos que gestionan solo cuando tienen una perspectiva positiva de esa estrategia. Veamos un ejemplo: Cuando los tipos de interés eran negativos, casi ningún gestor de renta fija invertía en los productos que gestionaban. Esa situación es muy diferente ahora.
Esto plantea preguntas importantes: ¿por qué los productos que no eran válidos para ellos mismos eran adecuados para los clientes de la entidad que les paga el sueldo? ¿por qué los gestores cambian sus inversiones personales rápidamente y a los partícipes de los fondos que dirigen se les deja invirtiendo en lo mismo hasta que se reúna el comité de inversiones, se trasladen las nuevas recomendaciones a la red comercial, los clientes vuelvan a tener una reunión con su asesor o banquero y se ejecuten las operaciones?
Cuando se combina la flexibilidad y el compromiso se generan resultados verdaderamente buenos a largo plazo
En resumen, la flexibilidad en la política de inversión y el compromiso del «piloto» con los inversores son aspectos fundamentales, más de lo que muchos creen. Y es cuando se combinan estos dos elementos cuando realmente se aprovechan las ventajas de la flexibilidad y se generan resultados verdaderamente buenos a largo plazo.
Por último, debemos tener en cuenta que los resultados de la flexibilidad y la alineación de intereses no son rápidos ni espectaculares a corto plazo porque suelen incluir también decisiones destinadas a proteger el patrimonio en escenarios adversos. La atención de los medios de comunicación y la mayoría de las medallas a los mejores fondos suelen ir a las estrategias más exitosas del año. El glamour de los 100 metros lisos no lo tiene el maratón; sin embargo, es el maratón la competición realmente relevante para el patrimonio de la mayoría de los inversores.
Cuando la carretera se tuerce o aparecen baches, recordamos que no todo es acelerar. En un coche, hay elementos esenciales que hacen el viaje más seguro: los frenos, el volante y la suspensión son algunos de ellos.