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Los vehículos eléctricos y el estado de relaciones entre China y Unión Europea
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Alicia García Herrero

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Los vehículos eléctricos y el estado de relaciones entre China y Unión Europea

La votación se ha visto afectada por la presión de China en distintos países de la región europea para que votaran en contra de los aranceles a sus coches

Foto: Un coche enchufado en un punto de carga. (Europa Press/Eduardo Parra)
Un coche enchufado en un punto de carga. (Europa Press/Eduardo Parra)

El plan de la Comisión Europea de imponer derechos compensatorios a los vehículos eléctricos (VE) de China sobrevivió apenas a una votación del Consejo de la Unión Europea el pasado 4 de octubre. Cinco países de la UE votaron en contra. Entre ellos Alemania, que pasó de la abstención en una votación anterior a ir contra la decisión de la Comisión. También se esperaba que España votara en contra después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dejara la puerta abierta a esta posibilidad durante su visita oficial a China el pasado septiembre. Pero España finalmente se abstuvo, probablemente porque Sánchez se dio cuenta de que no había apoyo suficiente para bloquear los aranceles.

No nos puede sorprender que la votación se haya complicado, dada la presión de China en distintos países europeos para que votaran en contra de los aranceles. Esa presión se ha reflejado en el inicio de investigaciones antisubvenciones/antidumping sobre coñac, cerdo y productos lácteos por parte de China. También se rumorea que China ha puesto presión entre los países miembros que están recibido inversión directa suya para producir vehículos eléctricos, entre los que está España. En otras palabras, China ha utilizado todas sus palancas de acción para parar los derechos compensatorios de la UE, cosa que no parece haber hecho con EEUU ni Canadá, aunque hayan impuesto tarifas mucho más elevadas. La pregunta es por qué se ensaña China con Europa.

Parece claro que China tiene más palanca sobre la UE, mientras que la UE no parece poder utilizar su posición privilegiada como principal mercado de exportación para China, especialmente en el ámbito de los coches eléctricos, con un 55% del total yendo a la UE. La palanca de China respecto a la UE se explica por dos factores. El primero es que la UE no consigue hablar con una sola voz, ni siquiera en materia de comercio, su competencia más centralizada después de la política monetaria. En segundo lugar, la UE depende mucho más de China que de Estados Unidos o Canadá y muchas de esas dependencias son realmente estratégicas. La principal procede de las importaciones, especialmente de componentes críticos para la transición digital y energética. Además, algunas grandes empresas europeas dependen mucho del mercado chino. La situación no ha mejorado a pesar del plan de la UE para reducir el riesgo de China (llamado de-risking). Por el contrario, la dependencia de la UE de China sigue aumentando, lo que no es para nada el caso de EEUU.

La dependencia de la UE de China también surge de años de inversión europea (principalmente alemana) en dicho país y, en especial, en la industria automotriz china, pero las tornas han cambiado. Los fabricantes de automóviles europeos -especialmente alemanes- exportan ahora vehículos eléctricos de China a Europa, lo que significa que están sujetos a los mismos derechos compensatorios que la UE ha impuestos sobre los productores chinos. Si bien parece lógico que cualquier empresa, incluidas las de Europa, que reciba subvenciones extranjeras para entrar en el mercado de la UE sea penalizada para evitar la competencia desleal, el Gobierno alemán votó el 4 de octubre para proteger a estos fabricantes de automóviles y no al mercado único.

El hecho de que el país más grande de la UE tome tal decisión debería hacer sonar las alarmas sobre cuánto influyen algunas de las principales empresas europeas que operan en China en la estrategia comercial de la UE. Esto también hace aún más difícil que la UE se embarque en un programa de de-risking. Qué duda que tal programa tiene sus costes, que son inherentes en reducir riesgos y apoyar la seguridad económica. A fin de reducir el coste de estas medidas, la UE tiene que acelerar sus medidas ofensivas para aumentar la competitividad y reducir las defensivas, como los derechos compensatorios sobre los vehículos eléctricos.

El coste de producir un VE en China seguirá siendo menor que en otros lugares, incluso si los derechos compensatorios se mantienen, gracias a la impresionante mejora tecnológica de China y a las enormes economías de escala que tiene este país, especialmente en el ámbito de las manufacturas. La mayoría de los analistas se centran en la primera (la tecnología) como la principal barrera para la UE a la hora de competir con China en tecnología verde, pero este podría no ser el caso. De hecho, parte de la tecnología de la energía renovable china y de vehículos eléctricos viene de Occidente, pero no recibió apoyo del gobierno, y Estados Unidos está claramente tratando de cambiar esta situación con un impulso masivo de política industrial.

La mayoría de los analistas se centran en la tecnología como la principal barrera para la UE a la hora de competir con China en verde

Aún no está claro si se trata de un éxito, pero la UE sigue mucho más atrasada, luchando para construir un plan de política industrial paneuropeo que haga que nuestra innovación sea comercialmente viable. Esto es particularmente importante para la UE porque, en comparación con los EEUU, carece de los mercados de capital necesarios para comercializar la innovación. Aun así, las enormes economías de escala de China serán mucho más difíciles de emular en Europa, a menos que nuestro mercado sea realmente único. Además de reforzar el mercado único, la UE también tiene que ser mucho más rápida en la creación de alianzas, en particular en el Sur Global para acceder a sus mercados y cooperación en la producción de energías verdes. Adicionalmente, las alianzas son necesarias para reducir el coste de las posibles represalias de China contra acciones defensivas como las actuales medidas europeas. La principal herramienta para ello es la coordinación de las medidas de seguridad económica, principalmente con el G7.

En general, la decisión de la Comisión en relación con los vehículos eléctricos producidos en China es una prueba fehaciente del deterioro en las relaciones entre Europa y China. Europa solo ha ganado un poco de tiempo con éstas que no le servirá para mucho, si no se une para afrontar los problemas de competitividad que la azotan. El Plan Draghi es sin duda una buena hoja de ruta.

*Alicia García Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en Natixis e investigador principal en Bruegel

El plan de la Comisión Europea de imponer derechos compensatorios a los vehículos eléctricos (VE) de China sobrevivió apenas a una votación del Consejo de la Unión Europea el pasado 4 de octubre. Cinco países de la UE votaron en contra. Entre ellos Alemania, que pasó de la abstención en una votación anterior a ir contra la decisión de la Comisión. También se esperaba que España votara en contra después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dejara la puerta abierta a esta posibilidad durante su visita oficial a China el pasado septiembre. Pero España finalmente se abstuvo, probablemente porque Sánchez se dio cuenta de que no había apoyo suficiente para bloquear los aranceles.

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