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David y Goliat: Global Gateway frente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China
El Global Gateway europeo se puso en marcha en 2021 con el objetivo de movilizar inversiones de hasta 300.000 millones de euros para 2027 para la conectividad digital y energía y transporte
La iniciativa Global Gateway es la respuesta de la Unión Europea a las necesidades globales de inversión en infraestructura que, hasta la fecha, se han estado cubriendo, al menos parcialmente, por la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China. La realidad es que estas iniciativas no son comparables ni en longevidad ni en recursos disponibles. La iniciativa china tiene ya 11 años y se estima que haya movilizado casi un billón de dólares en préstamos. En cambio, el Global Gateway europeo se puso en marcha en 2021 con el objetivo de movilizar inversiones de hasta 300.000 millones de euros para 2027 para la conectividad digital y energía y transporte, con especial atención a la sostenibilidad. Los objetivos de la UE son encomiables y los fondos son razonablemente grandes, pero mucho más pequeños.
La idea del Global Gateway se remonta a un reconocimiento cada vez mayor de la UE de que se había convertido en un ‘pagador, pero no en un actor’ en la escena mundial. Esto coincidió con la creciente influencia de China en las regiones en desarrollo, donde ha establecido dependencias a través de inversiones sustanciales, el control de materias primas críticas y un dominio en una serie de bienes de exportación clave. Las estrategias anteriores de la UE, especialmente en Asia, fueron criticadas por ser demasiado limitadas y por carecer de mecanismos de financiación adecuados. El Global Gateway se concibió con un enfoque más amplio para potenciar la influencia europea al tiempo que abordaría las necesidades de los países en desarrollo. A pesar de sus ambiciosos objetivos, la iniciativa se ha topado con la confusión en cuanto a sus objetivos y estrategias de aplicación. La existencia de unos 225 proyectos emblemáticos de Global Gateway, sin un orden de prioridades claro, ilustra un problema fundamental: sin una estrategia coherente, es difícil evaluar el progreso o el impacto.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta, por su lado, tampoco está exenta de problemas. El mayor es probablemente el desperdicio de recursos será para el prestatario que para el recipiente, puesto que los proyectos no siempre son rentables y, a veces, ni siquiera útiles. Aun así, la rentabilidad podría ser más elevada si se consideran externalidades, como las mejoras de las relaciones diplomáticas entre China y un gran número de países en el mundo que están con el resto del mundo que participan en esta iniciativa.
Comprender cómo se compara el Global Gateway y la Iniciativa de la Franja y la Ruta es fundamental para mejorar el diseño de la iniciativa europea y ampliar su alcance. En ese sentido, es importante recordar que el objetivo inicial de esta iniciativa china era el de ayudar a resolver el problema de exceso de capacidad de China, aumentando el número de mercados a los que podía exportar bienes. El ofrecer un modelo más equilibrado debería ser un plus importante de la iniciativa europea, pero la realidad es que no ha sido recibida de manera favorable. El motivo probablemente está en la mayor solidez con la que se proyecta la iniciativa china. Los trámites burocráticos son menos engorrosos, ya que se gestionan de forma centralizada, son llevados a cabo por las empresas estatales de China y generalmente suelen financiarlas los bancos estatales de China. En comparación con el alto nivel de coordinación en los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la UE, con su participación descentralizada del sector privado y sus principios de ayuda no vinculados, tiene dificultades para competir, al menos en el aspecto de la facilidad en la ejecución. En segundo lugar, el escrutinio relacionado con la corrupción es mucho mayor en la UE, lo que reduce el atractivo de los proyectos para algunos gobiernos. En tercer lugar, China ya es el mayor socio comercial de muchos de los países incorporados a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que supone un argumento de peso para fomentar la conectividad logística con China.
En conclusión, muchos de los desafíos a los que se enfrenta el Global Gateway serán difíciles de abordar porque es difícil competir con un sistema económico de capitalismo estatal como el chino. Para afrontar este reto, la UE debería dar prioridad a la claridad de los objetivos estratégicos del programa y debería mejorar la cooperación entre las instituciones públicas y las empresas privadas. De este modo, la UE podría posicionarse como una alternativa creíble a la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, creando una cooperación de mutuo beneficio. En última instancia, el éxito dependerá de si el Global Gateway puede ir más allá de la mera retórica y ofrecer beneficios tangibles que calen en los países emergentes y en vías de desarrollo.
En resumen, a pesar de sus deficiencias naturales en comparación con un proyecto centralizado como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Global Gateway todavía tiene potencial para mejorar la posición geopolítica de Europa y contribuir de manera significativa a los objetivos de desarrollo global.
La iniciativa Global Gateway es la respuesta de la Unión Europea a las necesidades globales de inversión en infraestructura que, hasta la fecha, se han estado cubriendo, al menos parcialmente, por la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China. La realidad es que estas iniciativas no son comparables ni en longevidad ni en recursos disponibles. La iniciativa china tiene ya 11 años y se estima que haya movilizado casi un billón de dólares en préstamos. En cambio, el Global Gateway europeo se puso en marcha en 2021 con el objetivo de movilizar inversiones de hasta 300.000 millones de euros para 2027 para la conectividad digital y energía y transporte, con especial atención a la sostenibilidad. Los objetivos de la UE son encomiables y los fondos son razonablemente grandes, pero mucho más pequeños.