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Tribuna Mercados
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Ante la embestida de Trump, China apuesta por mantener su tasa de crecimiento y aumentar su autonomía estratégica
Los dirigentes de China han utilizado su Lianghui para dejar claro que no temen los envites de Trump, ni en el ámbito comercial ni tecnológico
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Las dos sesiones anuales más importantes de los líderes chinos, llamadas Lianghui (两会), han finalizado el 11 de marzo con un objetivo claro: aguantar la embestida de Trump. Para ello, más allá de represalias moderadas con aranceles a las importaciones de algunos productos americanos como respuesta a los aranceles adicionales americanos del 20%, lo más importante para China es mantener el mismo objetivo de crecimiento del PIB que el año pasado en el cónclave que acaba de finalizar. En otras palabras, al mantener la meta en un 5%, como el crecimiento alcanzado en 2024, los líderes chinos comunican al mundo que Trump no puede parar a la locomotora china, aunque lo intente.
La realidad es que mantener un crecimiento del 5% en 2025 se ve difícil puesto que, para conseguirlo en 2024, China contó con un enorme superávit comercial de 1 billón de dólares. El creciente proteccionismo americano, y en menor medida el del resto del mundo, debería reducir la contribución de la demanda externa al crecimiento chino y es justamente por eso que la demanda interna se ha mencionado mucho más en este cónclave que en otros anteriores, así como políticas de demanda más laxas. En concreto, la meta de déficit fiscal ha pasado del 3% al 4% del PIB, el mayor registrado hasta la fecha, al tiempo que se ha anunciado una relajación de la política monetaria con recortes inminentes de las tasas de interés. Al mismo tiempo, la meta de inflación se ha reducido del 3% al 2%, lo que parece indicar que China está dispuesta a aceptar las fuerzas deflacionarias en la medida en la que sean necesarias para exportar. Aunque presionar los precios a la baja para competir no está exento de riesgos (la experiencia de Japón en la década de 1990 es un buen ejemplo), los aranceles adicionales del 20% de Trump a China y el giro del dólar hacia una mayor debilidad, también con el yuan, no deja mucho espacio a China, si quiere competir y mantener su superávit comercial para apoyar el crecimiento.
El tercer y último mensaje importante del primer ministro Li fue la confirmación de que China seguirá aumentando su capacidad de fabricación como motor de crecimiento. En otras palabras, China no tiene intención de corregir el exceso de capacidad a través de una reducción de la oferta. Si añadimos que el anunciado aumento del déficit fiscal no parece estar dirigido a impulsar el consumo, sino más bien a apoyar la reestructuración de la deuda de los gobiernos locales, no es fácil ver cómo el consumo interno puede acabar con el problema de sobrecapacidad, tanto más cuanto el mercado laboral sigue siendo débil y el ingreso disponible está estancado. En resumen, China tendrá que forzar las exportaciones para reducir su problema de exceso de capacidad aún más que en 2024 y con vientos en contra procedentes de un dólar estadounidense más débil y aranceles más altos. Todas estas son noticias preocupantes para Europa, por la posible inundación de productos chinos en su mercado. Más allá del canal comercial, las empresas occidentales que operan en China van a tener que hacer frente a una competencia aún mayor, dada la fuerte presión deflacionaria, que seguirá perjudicando sus beneficios.
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China también ha reaccionado en este conclave a la presión de EE.UU. por contenerla tecnológicamente, especialmente en tecnologías punta como la inteligencia artificial (IA). La respuesta es la autosuficiencia o, como diríamos en Europa, una mayor autonomía estratégica. Los programas de inversión a mayor escala de Trump, como Stargate, han sido seguidos de cerca en Pekín y la reacción es clara. En primer lugar, el éxito de la plataforma china de IA DeepSeek a finales de enero ha instigado una recuperación en el mercado bursátil, tanto en la China continental como en Hong Kong, apoyada por nombres tecnológicos chinos. Con un giro tan esperado en el sentimiento positivo, y dada la importancia crucial que el presidente Xi concede a la autosuficiencia de China en la tecnología, el Lianghui ha dedicado muchos debates a anunciar diferentes tipos de apoyo a las tecnologías críticas y, en particular, a la IA.
Para ponerse a la altura de Estados Unidos en inversión en IA, se han anunciado dos nuevas políticas, a saber: el establecimiento de un fondo nacional de capital riesgo de 1 billón de RMB (equivalente a 138 mil millones de USD) destinado a fortalecer la IA, la tecnología cuántica, la energía de hidrógeno y el almacenamiento de energía; y, en segundo lugar, la flexibilización de las restricciones para realizar ofertas públicas iniciales (OPI). En concreto, las empresas con pérdidas en sectores clave como la IA podrán acceder a los mercados públicos de capitales. Esto debería ayudar al sentimiento positivo en el mercado de valores.
En definitiva, los dirigentes de China han utilizado su Lianghui para dejar claro que no temen los envites de Trump, ni en el ámbito comercial ni tecnológico, puesto que pretenden mantener la misma meta de crecimiento y apostar aún más por su autonomía estratégica en tecnología.
Las dos sesiones anuales más importantes de los líderes chinos, llamadas Lianghui (两会), han finalizado el 11 de marzo con un objetivo claro: aguantar la embestida de Trump. Para ello, más allá de represalias moderadas con aranceles a las importaciones de algunos productos americanos como respuesta a los aranceles adicionales americanos del 20%, lo más importante para China es mantener el mismo objetivo de crecimiento del PIB que el año pasado en el cónclave que acaba de finalizar. En otras palabras, al mantener la meta en un 5%, como el crecimiento alcanzado en 2024, los líderes chinos comunican al mundo que Trump no puede parar a la locomotora china, aunque lo intente.