Durante años, el mundo cripto ha estado marcado por grandes oscilaciones: momentos de entusiasmo, crisis, reinvención y nuevas oleadas de innovación. En medio de ese paisaje cambiante, un tipo de activo ha logrado mantenerse firme y ganar relevancia global: las stablecoins. Estas monedas digitales, diseñadas para mantener un valor estable generalmente vinculado al dólar están pasando de ser una curiosidad del ecosistema cripto a convertirse en una herramienta con verdadero potencial para cambiar la forma en la que se mueve el dinero alrededor del mundo.
Parte de su atractivo es que funcionan como un puente entre dos universos: el de las finanzas tradicionales y el de la economía digital descentralizada. Ese puente permite experimentar con nuevas formas de intercambio y nuevos modelos de negocio sin renunciar a la estabilidad que aporta el dinero fiat. Las stablecoins representan así una especie de "zona neutral" donde conviven innovación, confianza y utilidad diaria.
Un momento único: la confluencia de factores que impulsa su adopción
El interés creciente por las stablecoins no es casualidad. Es el resultado de varios cambios que han llegado a la vez. Por un lado, la tecnología blockchain ha madurado, haciendo las transacciones más rápidas y baratas. Por otro, los reguladores de Estados Unidos (Genius Act), Europa (MiCA) y Asia han empezado a crear marcos jurídicos específicos, reduciendo incertidumbre y abriendo la puerta a la participación institucional. También influye la demanda global de dólares digitales – la capitalización de stablecoins ha alcanzado los $300B creciendo un 60-70% respecto a los 12 meses anteriores; especialmente en países donde la inflación o la falta de acceso al sistema bancario dificultan la estabilidad financiera. Finalmente, la adopción por parte del usuario final, en el caso retail está divergiendo de la utilización común para trading de crypto activos a otros casos de uso más enfocados en la económía real como pueden ser los pagos, o como valor refugio. Mientras que muchas empresas están descubriendo que las stablecoins pueden simplificar pagos internacionales, gestionar tesorerías con más eficiencia o facilitar nuevas formas de comercio digital.
Todo esto está convirtiendo a las stablecoins en un elemento cada vez más serio dentro de las conversaciones sobre el futuro del sistema financiero.
De la teoría a la realidad: cómo reducen fricciones en un sistema todavía fragmentado
Las stablecoins suelen describirse como una solución capaz de superar muchas de las fricciones delsistema financiero actual. Y es cierto: permiten mover dinero casi en tiempo real, operar 24/7, reducir intermediarios y programar automatismos que facilitan desde pagos recurrentes hasta operaciones complejas entre empresas. Pero la realidad es más matizada, y entenderla es clave para evaluar su verdadero potencial.
En algunos mercados, especialmente en los menos desarrollados, las stablecoins pueden suponer una mejora significativa frente a los sistemas tradicionales, donde los pagos internacionales aún son lentos, caros y difíciles de rastrear. En cambio, en corredores financieros avanzados, la diferencia no siempre es tan grande. Por ejemplo en el segmento de pagos internacionales soluciones como SWIFT GPI o plataformas como Wise/Remitly ya permiten transferencias casi instantáneas y con costes relativamente bajos a la media (de acuerdo con el World Bank el coste de una remesa estaría en 13% sobre el valor la misma, valor medio de envió de $200).
Entonces, ¿dónde está la innovación real?, en que las stablecoins ofrecen un estándar universal. No dependen de la infraestructura de cada país ni de la interoperabilidad entre bancos. Funcionan igual en cualquier parte del mundo, con reglas comunes, la misma trazabilidad y capacidad de integración tecnológica. Además, están preparadas para un futuro donde muchas operaciones serán automatizadas o directamente ejecutadas por sistemas de inteligencia artificial. En lugar de competir únicamente con la velocidad o el precio de las soluciones tradicionales, las stablecoins introducen una infraestructura coherente y global, diseñada para un ecosistema financiero digital que apenas está empezando a tomar forma.
Por qué la adopción institucional es clave en este viaje
A pesar de su origen descentralizado, el crecimiento sostenible de las stablecoins depende en gran medida del papel que jueguen las instituciones financieras. Ellas aportan cuatro elementos fundamentales. Primero, la capilaridad necesaria para poner este tipo de activos en manos de millones de usuarios. Segundo, la capacidad de crear casos de uso avanzados, desde pagos de tesorería hasta financiación de cadenas de suministro. Tercero, modelos de cumplimiento normativo y gestión de riesgos que pueden dar solidez y credibilidad a este mercado emergente. Y cuarto, la posibilidad de que los bancos mantengan un rol relevante en la economía digital, en lugar de dejar ese espacio a actores tecnológicos o emisores privados.
En conjunto, su participación permitirá que las stablecoins pasen de ser una innovación prometedora para convertirse en una infraestructura financiera de primer orden.
Un futuro donde conviven stablecoins, depósitos tokenizados, CBDCs y agentes de IA
El dinero del futuro no será binario. Las stablecoins coexistirán con depósitos tokenizados, emitidos por bancos comerciales, y con CBDCs, las monedas digitales de los bancos centrales. Cada una cumplirá una función distinta, pero todas compartiendo una característica clave: serán digitales, programables y capaces de interactuar entre sí.
A este escenario se suma un fenómeno emergente: los agentes autónomos basados en inteligencia artificial, que en pocos años podrían gestionar pagos, optimizar liquidez o ejecutar contratos inteligentes sin intervención humana. Para ellos, el dinero deberá ser operable por código; las stablecoins y otros activos tokenizados encajan perfectamente en esa visión.
Definir una ambición, independientemente del tamaño de la entidad
Estamos ante un punto de inflexión. Todas las instituciones financieras grandes o pequeñas necesitan definir una estrategia clara sobre qué papel quieren jugar respecto a las stablecoins. No se trata solo de adoptar una tecnología, sino de decidir qué posición ocuparán en la economía digital que ya se está construyendo.
Esto requiere reflexionar sobre la ambición global, identificar casos de uso con impacto real, construir capacidades mínimas, preparar los modelos de riesgo y, sobre todo, movilizar a la organización hacia un futuro donde los activos digitales serán parte habitual de la actividad bancaria.
El mayor riesgo no es moverse demasiado rápido, sino quedarse sin un rol definido mientras otros actores capturan las oportunidades. La oportunidad está sobre la mesa, y el momento para actuar con visión, ambición y claridad es ahora.
*Carlos Bravo, director, líder de Pagos y Activos Digitales en BCG España
Durante años, el mundo cripto ha estado marcado por grandes oscilaciones: momentos de entusiasmo, crisis, reinvención y nuevas oleadas de innovación. En medio de ese paisaje cambiante, un tipo de activo ha logrado mantenerse firme y ganar relevancia global: las stablecoins. Estas monedas digitales, diseñadas para mantener un valor estable generalmente vinculado al dólar están pasando de ser una curiosidad del ecosistema cripto a convertirse en una herramienta con verdadero potencial para cambiar la forma en la que se mueve el dinero alrededor del mundo.