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Bestinver, ¿la caída de un mito?
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Alberto Artero

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Bestinver, ¿la caída de un mito?

No deben andar muy bien las cosas por Bestinver cuando la gestora se ha visto obligada a mandar a sus principales clientes una misiva en la

No deben andar muy bien las cosas por Bestinver cuando la gestora se ha visto obligada a mandar a sus principales clientes una misiva en la que anuncia, al más puro estilo americano, que sus dos gestores estrella, Francisco García Paramés y Alvaro Guzmán de Lázaro, han incrementado sus participaciones en tres de los fondos de la entidad, -Bestinfond, Bestinver Bolsa y Bestinver Internacional-, en un porcentaje sobre su exposición anterior que supone un aumento del 100% en el caso del primero y del 40% por lo que respecta al segundo. Evidente, querido Watson, no se puede saber la dimensión real de su compromiso sin conocer cuál era su nivel de inversión anterior. Pero, en cualquier caso, y suponiendo que la carta refleje su confianza en la propia gestión, hay que reconocer que estamos más ante la materialización de un espíritu empresarial de concentración de riesgos, -nómina e inversión-, que ante la plasmación de lo que dictan los parámetros de la diversificación financiera y la frontera eficiente. Consejos tengo y para mi no vendo.

Y es que pintan bastos para el conjunto de la industria en 2008. Arrastra un 2007 muy complicado en el que, según los datos publicados por Inverco, sólo un 16% de los fondos gestionados en España han logrado batir a la inflación. Para los partícipes del resto ha habido una pérdida efectiva de riqueza. Al tocado del ejercicio anterior puede seguir el hundido de éste para muchos gestores que hasta ahora no habían participado de un mercado tan volátil como el actual, no sólo en renta variable, sino en bonos, divisa y, por acumulación, en alternativos. Y junto a los problemas derivados de la propia industria, el despertar de los depósitos como alternativa inversora, consecuencia de la guerra abierta entre las distintas entidades por captar pasivo, está haciendo mucho daño al conjunto del sector. El 'más vale pájaro en mano' se ha convertido en un importante principio actor del ciudadano. Por último, se antoja complicada, precisamente por los dos motivos anteriormente comentados, la renovación de los 18.285 millones de euros que, según VDO Sthocastics, se espera que venzan a lo largo de los próximos doce meses de fondos garantizados.

Las dificultades generales de la industria encuentran una manifestación particular en Bestinver, una gestora que hasta ahora había demostrado saber capear las sucesivas crisis sin sacrificar rendimientos cuando el mercado era alcista. Parece que las tornas han cambiado. Y es que la filosofía value investing que los gestores defienden como criterio fundamental de inversión (compras a largo plazo de negocios fáciles de entender, bien gestionados y en los que haya valor) se ha convertido, tal y como señalara Teum Draaisma de Morgan Stanley en su última nota de estrategia, en un value trap, trampa de valor, al que hay que sumar dos dificultades añadidas. Una, la apuesta histórica de la firma por compañías de mediana y pequeña capitalización que se encuentran fuera del apetito inversor en este entorno de mercado. Han sufrido un castigo mayor. Y dos, la negativa, por principio, al uso de derivados, opciones y futuros, le impide la utilización de los mismos, bien como cobertura a la baja, o como suministrador de rentabilidad adicional al alza, lo que les ha perjudicado. Esto ha afectado a la rentabilidad de su recién estrenado pseudo hedge fund, -cuya única diferencia respecto a un fondo ordinario es la posibilidad de apalancamiento-, que ya se ha dejado un 13% en lo que va de enero. Bestinfond y Bestinver Internacional pierden cerca del 20% en términos absolutos y más de un 6% respecto a sus índices de referencia.

Hay un problema de comportamiento que ha dejado, de momento y a día de hoy, atrás los peores datos históricos, que correspondían al tercer trimestre de 2002, un año en el que finalmente terminaron sobradamente en positivo frente al conjunto del sector. Pero hay un problema peor, que es el de la merma de patrimonio. ¿Señal de una pérdida de confianza o mera materialización de plusvalías? Si tomamos como ejemplo Bestinver Bolsa, el fondo ha perdido de finales de julio a cierre del lunes, último dato disponible en la web, www.bestinver.es, un 27% de su rentabilidad; el patrimonio, en el mismo plazo, ha disminuido un 42%. Es decir, un 15% más. Esa pérdida de patrimonio, sin duda, habrá obligado a sus gestores a ventas no deseadas de acciones lo que habrá incidido, adicionalmente, en el mal comportamiento del fondo estrella de la casa.

Bestinver se encuentra, por tanto, sufriendo su particular travesía en el desierto, una travesía de la que históricamente ha salido bien parada. Sin embargo, el entorno es complicado y la fuerza con la que tienen que remar para sacar las castañas del fuego es ingente. Llega la hora de la verdad para una gestora que triunfó en su adolescencia pero que la llegada a la edad adulta ha venido acompañada del peor de los entornos para su filosofía de inversión. ¿Hecho puntual o la caída de un mito? Me inclino más por lo primero. Nadie pierde la capacidad de gestión de la noche a la mañana. La distancia, que sólo da el tiempo, determinará si es o no coyuntural lo que hoy está pasando en la gestora. Se han ganado, por su trayectoria, un voto de confianza. Y más cuando el PER medio de la cartera de Bestinver Internacional es de 5,6 veces y el de Bestinver Bolsa de 7,5. Servidor, desde luego, se lo da.

No deben andar muy bien las cosas por Bestinver cuando la gestora se ha visto obligada a mandar a sus principales clientes una misiva en la que anuncia, al más puro estilo americano, que sus dos gestores estrella, Francisco García Paramés y Alvaro Guzmán de Lázaro, han incrementado sus participaciones en tres de los fondos de la entidad, -Bestinfond, Bestinver Bolsa y Bestinver Internacional-, en un porcentaje sobre su exposición anterior que supone un aumento del 100% en el caso del primero y del 40% por lo que respecta al segundo. Evidente, querido Watson, no se puede saber la dimensión real de su compromiso sin conocer cuál era su nivel de inversión anterior. Pero, en cualquier caso, y suponiendo que la carta refleje su confianza en la propia gestión, hay que reconocer que estamos más ante la materialización de un espíritu empresarial de concentración de riesgos, -nómina e inversión-, que ante la plasmación de lo que dictan los parámetros de la diversificación financiera y la frontera eficiente. Consejos tengo y para mi no vendo.