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En abril, Taguas mil o cuando la mujer del César renuncia a parecer honrada
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Alberto Artero

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En abril, Taguas mil o cuando la mujer del César renuncia a parecer honrada

Hoy toca hacer de abogado del diablo, que la cosa va de lunes post-atasco. A servidor le parece fenomenal que David Taguas, el ya ex responsable

Hoy toca hacer de abogado del diablo, que la cosa va de lunes post-atasco. A servidor le parece fenomenal que David Taguas, el ya ex responsable de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, haya decidido aceptar la oferta que le ha realizado el lobby constructor para convertirse en el interlocutor ante los estamentos públicos y privados de algunas de las principales fortunas de España agrupadas bajo el paraguas de Seopan. Otra cosa, muy distinta, es que le dejen, que está por ver. Pero nadie en su sano juicio rechazaría una oferta mareante como la que Taguas ha debido ver negro sobre blanco encima de la mesa sin, al menos, jugar la baza del a ver si cuela y me resuelvo la vida de una vez por todas. El romanticismo para Bécquer y sus Rimas y Leyendas.

El problema, a mi juicio, se ha planteado de forma errónea. Aquí, la mujer del César, la que no sólo ha de ser honrada sino parecerlo, no es el economista devenido en asesor áulico monclovita por arte de Sebastián, ande yo caliente, ríase la gente, sino la propia Seopan que ha decidido, curioso momento, salir del armario justo ahora y hacer una propuesta que no hace indigno a quien la acepta sino, más bien al contrario, al que la propone. Y es que, con la mera intención del fichaje de Taguas, de lo que se trata es de oficializar un modo de entender la economía y la política donde lo que prima es el interés particular sobre el general, haya que llegar hasta donde haya que llegar. Y estos, ténganlo por seguro, están dispuestos a llegar muy lejos. Hasta el punto de que lo han visto tan claro que han renunciado a esconder el plumero. Al toro de la crisis se le cita a portagayola. Con un par.

No es culpa tampoco íntegramente del lobby, palabra demasiado poco usada en el argot empresarial español para tanto cuanto se cuece por ahí en los reservados de algunos restaurantes. Para que uno gane terreno en una contienda, sea ésta física, dialéctica o intelectual, otro lo tiene que ceder. Es pura física. Y lo que ha ocurrido a lo largo de estos últimos años es que por candidez o inexperiencia, interés o simple dejación, algunos empresarios han visto el camino de la administración pública expedito para ir avanzando posiciones y situar sus trincheras muy cerca, demasiado, del Gobierno de la Nación, un gobierno que, por su parte, véase el triángulo Habitat-Ferrovial-Clos como caso más reciente, no ha dudado en actuar de oficio cuando así lo ha requerido “el interés general”. ¿Se trata de algo nuevo? Seguro que no. Sin embargo, en pocas ocasiones se dará una paradoja tan interesante como la actual en la que el principal responsable de la política de campos arrasados que han permitido el avance enemigo es ahora el interlocutor y contendiente desde su responsabilidad en el Ministerio de Industria.

Que la ya segura salida de Taguas, ese hombre de semblante fúnebre que parece un remedo de Toro Sentado, del ámbito público para situarse en la esfera de la actividad privada, algo que ocurrirá pase lo que pase finalmente con Seopan, coincida con la llegada de su valedor al estrellato de los ministerios debería ser objeto de severo escrutinio por parte de los observadores más avezados. A McCoy le recuerda a esa genial pintura negra de Goya, y con ello volvemos al Romanticismo, que representa a Saturno, dios del tiempo, devorando a uno de sus hijos ante el temor de ser destronado por él. La promoción de Sebastián lleva aparejada la muerte por redundancia de la Oficina de Presidencia del Gobierno y, con ella, queda extinguida cualquier aportación de materia gris que pudiera suponer un atisbo de competencia, en la doble acepción del término. Ante tan poco atractivo panorama, no es de extrañar que Taguas haya puesto ojitos golosones ante el cortejo de un novio que viene con la chequera por delante. Y es que ya se sabe: en abril, Taguas mil. Buena semana a todos.

Hoy toca hacer de abogado del diablo, que la cosa va de lunes post-atasco. A servidor le parece fenomenal que David Taguas, el ya ex responsable de la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno, haya decidido aceptar la oferta que le ha realizado el lobby constructor para convertirse en el interlocutor ante los estamentos públicos y privados de algunas de las principales fortunas de España agrupadas bajo el paraguas de Seopan. Otra cosa, muy distinta, es que le dejen, que está por ver. Pero nadie en su sano juicio rechazaría una oferta mareante como la que Taguas ha debido ver negro sobre blanco encima de la mesa sin, al menos, jugar la baza del a ver si cuela y me resuelvo la vida de una vez por todas. El romanticismo para Bécquer y sus Rimas y Leyendas.

David Taguas Miguel Sebastián