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BBVA, su actividad corporativa y la sombra de Mexico
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Alberto Artero

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BBVA, su actividad corporativa y la sombra de Mexico

He aprovechado estos días de asueto para la gran mayoría de los españoles para echar un vistazo a las cuentas del primer trimestre del BBVA. Hay

He aprovechado estos días de asueto para la gran mayoría de los españoles para echar un vistazo a las cuentas del primer trimestre del BBVA. Hay que reconocer que son buenas por la parte de arriba gracias, fundamentalmente, a una estricta gestión del margen de negocio. Sube hasta el 2,42% sobre activos totales medios debido a una contracción del coste del pasivo de la entidad muy superior a la merma de rentabilidad de su actividad crediticia. Así, y en relación con el cuarto trimestre de 2008, uno cae un 23,5% mientras que el otro lo hace un 10,7%. Cumple, por tanto, en resultados con la esencia de su negocio: ganar por el diferencial de precio entre el dinero prestado y el recibido. 

A partir del margen neto, la cosa se tuerce, toda vez que las pérdidas por deterioro de activos se sitúan sustancialmente por encima del último periodo de 2008, si se extrae de éste el efecto Madoff. Esta debilidad se compensa parcialmente con unas dotaciones a provisiones sospechosamente bajas: 104 millones de euros de los que 88 se destinan a prejubilaciones. El resultado es una caída del beneficio neto, excluyendo de la comparativa las plusvalías por la venta de Bradesco en el primer trimestre de 2008, de un 14,2% que se puede considerar hasta razonable en el entorno actual. La morosidad se eleva hasta el 2,8%, con un nivel de adjudicaciones irrisorio (461 millones de euros), mientras que la tasa de cobertura baja al 76%, sin tener en cuenta las garantías reales. El Core Capital asciende al 6,4%.

El problema está en los detalles.

Sin embargo, como suele ocurrir con estas cosas, es en los detalles por áreas de negocio donde asoman algunas dudas razonables que ponen sombra sobre la débil luz que se desprende del cuadro general. No me estoy refiriendo a esa sangría que suponen las Actividades Corporativas y que drenan en un trimestre 450 millones de euros a los resultados antes de impuestos del grupo, cerca del 20% del total, la mitad en gastos de explotación. Una cuantía a todas luces excesiva y que estoy seguro que se come gran parte de las plusvalías implícitas de la cartera industrial que la división gestiona o de las que se pueden derivar de la venta de sus inmuebles. Pedazo de agujero negro sobre el que demasiado poco se habla. Quizá es por aquí donde tendría que empezar la tan cacareada Transformación. No parecen recursos muy bien empleados, ¿no creen?

No, mi preocupación se centra, primera y principalmente, en México, cuya contribución tanto al margen neto como al beneficio atribuido se contrae en el periodo, a favor de Estados Unidos y América Latina en el primer caso, y en beneficio de España en el segundo. Siendo como es la gran esperanza de BBVA para su crecimiento futuro, dada la baja tasa de bancarización de la que disfruta el país, resulta clave monitorizar bien de cerca lo que en él ocurra, más allá del impacto excepcional de fenómenos como el de la gripe porcina. Aunque no soy partidario del uso de los tipos de cambio constantes, toda vez que, cuando se invierte en otro país, la gestión de la divisa, sin ser estratégica, sí que es fundamental para conocer la verdadera contribución a la cuenta de resultados consolidada, vamos a aplicarla en este caso para hacer la comparativa de la evolución del negocio homogénea.

Y lo que se percibe es una mejora hasta el nivel de margen neto (+12,8% ex extraordinarios) gracias, entre otros factores, a esas estrategias de cobertura estructural que no dañan en origen pero que hacen un roto al área de Actividades Corporativas, y... una debacle total a partir de ahí. En efecto, las pérdidas por deterioro de activos financieros se comen el 43% del margen neto local frente al 21% promedio del total del grupo ex Mexico o el 16,7% de España y Portugal. Sólo se ven superadas por Estados Unidos (por encima del 50%) que sufre como consecuencia de la difícil integración de Compass.

Un porcentaje brutal que BBVA justifica aludiendo al deterioro de la cartera de crédito al consumo que supone un 25% del total de su actividad crediticia en el país o casi 8.000 millones de euros al tipo de cambio actual. No hay que olvidar que el diferencial medio a la clientela mexicana del banco español está alrededor del 12%, con un margen de intereses sobre activos totales medios del 5,5%. Siendo, como es, un promedio, se pueden imaginar que la financiación sin garantía real es mucho más cara y el riesgo de impago en un entorno de ralentización económica enorme. El coste de pago con tarjeta de crédito se sitúa desde el tercer trimestre del año pasado por encima del… 40% y la tasa de mora ya es superior al 12%. Ups.

Mexico, la variable a vigilar.

Pese a la evidencia BBVA defiende que el impacto de la menor demanda interna se verá compensada por la buena situación de la economía local. Es cierto: coyuntura fiscal saneada, bajo endeudamiento en moneda extranjera, acumulación de reservas, control de la inflación, flexibilidad del tipo de cambio y buen nivel de capitalización bancaria son sus señas actuales de identidad. La correlación de su sector industrial con el de Estados Unidos debería también ayudar en caso de rápida mejora de este último país. Estoy de acuerdo.

Sin embargo se olvida de dos realidades indiscutibles a los efectos que nos ocupan, más allá de la excesiva dependencia nacional de los menguantes ingresos del petróleo que llevan a algunos agoreros a aventurar el colapso del país. Uno, su boom del consumo se ha financiado principalmente con crédito, al igual que ocurrió en España, como pone de manifiesto el hecho de haberse convertido en la primera nación latinoamericana donde esta partida del PIB entró en territorio negativo. Esto puede afectar a las cuentas actuales. Y dos, y este elemento es quizá más relevante, la crisis puede provocar que el proceso de bancarización se paralice, y más cuando el peso no hace sino depreciarse de modo acelerado contra las principales divisas del mundo. Un fenómeno que históricamente genera desconfianza y prevención. Dada la madurez de la mayoría de los mercados en los que opera, la apuesta del crecimiento de BBVA puede frustrarse en el camino. Manténganse alerta.

 

He aprovechado estos días de asueto para la gran mayoría de los españoles para echar un vistazo a las cuentas del primer trimestre del BBVA. Hay que reconocer que son buenas por la parte de arriba gracias, fundamentalmente, a una estricta gestión del margen de negocio. Sube hasta el 2,42% sobre activos totales medios debido a una contracción del coste del pasivo de la entidad muy superior a la merma de rentabilidad de su actividad crediticia. Así, y en relación con el cuarto trimestre de 2008, uno cae un 23,5% mientras que el otro lo hace un 10,7%. Cumple, por tanto, en resultados con la esencia de su negocio: ganar por el diferencial de precio entre el dinero prestado y el recibido.