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Magnetar, el último escándalo que ha conmocionado Estados Unidos
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Alberto Artero

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Magnetar, el último escándalo que ha conmocionado Estados Unidos

Esta semana se ha concedido por primera vez a un medio digital el Premio Pulitzer a una web informativa sin ánimo de lucro: www.propublica.org por un

Esta semana se ha concedido por primera vez a un medio digital el Premio Pulitzer a una web informativa sin ánimo de lucro: www.propublica.org por un reportaje de investigación sobre  prácticas de eutanasia activa en hospitales de Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina. Aunque gran parte de los medios nacionales se han hecho eco de la noticia, sorprende cómo no han reparado en su última gran historia, la del hedge fund Magnetar, pese a que uno se topa con ella según se asoma a su portada. Un trabajo excelente que pone de manifiesto el nivel de excrecencia que copaba la economía financiera durante los últimos años de la burbuja y las ingentes pérdidas y ganancias que determinadas prácticas llevaron aparejadas. Suculentos beneficios para aquellos promotores que supieron aprovechar las ineficiencias del sistema y minusvalías para los que confiaron en su buen hacer y criterio. El problema, como veremos más adelante, es que la manipulación legal tanto de activos, como de deuda y capital, siguen instaladas en el corazón de las finanzas estadounidenses. Algo que, convendrán conmigo, no puede anticipar nada bueno.

Vayamos, en primera instancia, con la materia objeto de este Valor Añadido. El documento de Propublica es extenso y se divide en 8 partes. Aunque les adjunto el enlace a la pieza completa, les recomiendo el resumen que de la misma ha hecho Business Insider, la página liderada por el ex analista Henry Blodget. En esencia, el modus operandi era el siguiente: uno, Magnetar proponía a una serie de bancos de inversión (Merrill Lynch, Citigroup, UBS, JP Morgan -20 millones de comisiones para 880 de pérdida en un solo deal-, entre otros) que titularizaran hipotecas de la peor calidad a través de la creación de CDOs; dos, se comprometía a comprar los fondos propios del nuevo vehículo, la parte más arriesgada por la ausencia de garantías, que normalmente suponen un porcentaje mínimo del total del pasivo del mismo (entre el 3% y el 5%); tres, con la ayuda de las propias instituciones originadoras, comercializaban posteriormente los tramos distintos al equity del producto entre aquellos inversores que confiaban en que la ausencia de impagos les rendiría jugosos réditos; y cuatro, mientras, Magnetar aprovechaba para quedarse corto de tales tranches mediante el uso de CDS o Credit Default Swaps. Fue de este modo que sus gestores lograron una rentabilidad del 76% sólo en 2007 precisamente por el colapso de estos vehículos. A fines de 2008 el 96% de las titulizaciones auspiciadas por Magnetar había quebrado. Y no fue una actividad ni mucho menos residual. De hecho impresionan los gráficos del enlace de BI que muestran que porción total del porcentaje de CDOs creados en 2006 y 2007 lo fueron a instancias del hedge fund.

Concluye Business Insider: “Magnetar no hizo nada ilegal”. Cierto. Pero la falta de transparencia de su actividad, ausente en las memorias de sus contrapartidas bancarias; su indudable contribución al inflado final de la burbuja de crédito con subyacente residencial, cuando una parte del mercado se batía en retirada; y el hecho de que la distribución la realizaran aquellos cuyas comisiones dependían de la originación y/o venta de los CDOs y se hiciera con base en el juicio, demostrado errado, de unas agencias de rating cuya exactitud de apreciaciones era entonces y ahora una quimera, sitúan sus actuaciones, al menos, en el limbo de la alegalidad. Ya se sabe que el derecho va siempre por detrás de la sociedad pero aún así. Lo más grave de esta falta de regulación y, por tanto, de adecuada supervisión y/o penalización es que se ha traducido en el uso consuetudinario de determinadas prácticas que permiten a las principales firmas bancarias seguir haciéndose trampas en el solitario poniendo en riesgo el conjunto del sistema. A ver, a ver...

Partamos de lo específico y aterricemos en lo genérico. El pasado lunes, el New York Times revelaba el resultado de una investigación propia acerca de las relaciones con Lehman con un entramado de sociedades, participadas y controladas por el banco de inversión, que eran utilizadas para ocultar posiciones de su balance a través de la transferencia sistemática a dichas filiales, por importe de miles de millones de dólares, de riesgos ligados a las hipotecas subprime. Se centra en una de ellas, Hudson Capital, ex IBEX Capital Markets, casualidades de la vida. El diario, no obstante, equivoca el tiro. Parece que el problema sea que su existencia se haya mantenido en secreto hasta ahora, cuando lo verdaderamente relevante es, precisamente, la operativa que la pieza describe. Ojos que no ven, corazón que no siente, deben pensar. Por cierto, Hudson sigue funcionando como siempre. Sólo ha desaparecido la exclusividad que en su día le ligaba a Lehman. Pena, penita, pena.

Ahí está el quid de la cuestión. Se trata de una dinámica de funcionamiento que es tolerada oficialmente y que permite a las mayores instituciones norteamericanas maquillar, de media, un 42% su nivel de apalancamiento al cierre de cada periodo de publicación de resultados. Un fenómeno legal, cuya verdadera dimensión se puede apreciar en el siguiente post de Zero Hedge. Fluctuaciones de hasta 65.000 millones de pico a suelo en el nivel de activos… ¡en sólo tres meses! La única diferencia con el Repo 105 que ayudara a cavar la tumba de Lehman es que el difunto banco de inversión contabilizaba como ventas lo que era un pacto normal de recompra y, además, utilizaba en efectivo obtenido con tales operaciones para atender otros compromisos de pago, distorsionando aún más la foto fija de su balance en movimientos que podían suponer, al cierre de un solo trimestre, hasta 50.000 millones en traspasos de activos a terceros. Pero poco más. El espíritu de este tipo de actuaciones sigue siendo el mismo: burda manipulación y ostentosa ocultación. Algo que, sabemos, acabó con una entidad señera como Lehman. ¿Por qué se consiente ahora? Pregunta abierta…

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Esta semana se ha concedido por primera vez a un medio digital el Premio Pulitzer a una web informativa sin ánimo de lucro: www.propublica.org por un reportaje de investigación sobre  prácticas de eutanasia activa en hospitales de Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina. Aunque gran parte de los medios nacionales se han hecho eco de la noticia, sorprende cómo no han reparado en su última gran historia, la del hedge fund Magnetar, pese a que uno se topa con ella según se asoma a su portada. Un trabajo excelente que pone de manifiesto el nivel de excrecencia que copaba la economía financiera durante los últimos años de la burbuja y las ingentes pérdidas y ganancias que determinadas prácticas llevaron aparejadas. Suculentos beneficios para aquellos promotores que supieron aprovechar las ineficiencias del sistema y minusvalías para los que confiaron en su buen hacer y criterio. El problema, como veremos más adelante, es que la manipulación legal tanto de activos, como de deuda y capital, siguen instaladas en el corazón de las finanzas estadounidenses. Algo que, convendrán conmigo, no puede anticipar nada bueno.