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Ni bancos ni cajas, el futuro del sistema financiero pasa por Telefónica, S.A.
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Alberto Artero

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Ni bancos ni cajas, el futuro del sistema financiero pasa por Telefónica, S.A.

Que el sistema bancario español está sobre dimensionado no escapa a nadie. Otra cosa es responder a la pregunta de cuánto. En su día afirmamos en

Que el sistema bancario español está sobre dimensionado no escapa a nadie. Otra cosa es responder a la pregunta de cuánto. En su día afirmamos en esta misma columna que sobraban el 40% de las sucursales en nuestro país. La predicción parecía exagerada en aquel momento, abril de 2009. Ya no. A los factores comentados entonces se ha unido un elemento adicional: la fulgurante penetración de Internet Móvil en el tejido social, novedad que facilita las transacciones virtuales y limita la utilidad de las oficinas físicas. Es lo que tienen los nuevos paradigmas, que rompen modelos de negocio tradicionales.

No sólo eso, la elevada penetración de los dispositivos de acceso lleva a pensar que, en un plazo relativamente corto de tiempo, una buena parte del flujo dinerario corriente pasará a través de los distintos operadores telefónicos. Su reconversión en bancos en el sentido tradicional de la industria, intermediarios entre ahorro e inversión, será inevitable. La Red acabará con la red en su concepción actual. Al menos con buena parte de ella. Un proceso de sustitución que será más lento en las economías desarrolladas y más acelerado en las emergentes. Se trata de una cuestión de alcance. Telefónica acabará teniendo el apellido entidad financiera, de una u otra forma. Al tiempo.

Partamos de lo básico. Hemos visto en los últimos meses cómo la utilización del móvil para abonar las compras ha pasado de ser una oportunidad en aquellos lugares que no admitían alternativa alguna, ante la falta de infraestructuras o de rentabilidad, a convertirse en un servicio adicional adoptado por algunas grandes cadenas -como Starbucks- como elemento diferencial, gracias al sistema NFC. Frente a la incomodidad de las tarjetas de crédito con sus identificaciones y claves, el chip telefónico permite ahorrar tiempo y probablemente dinero. También presenta ventajas para los negocios que adopten este nuevo canal de cobro al eliminar determinados costes vinculados a tales operaciones. Ha llegado para quedarse. Y, no lo olvidemos, quien tiene el control del flujo, tiene el poder sobre el negocio.

Una revolución que puede ir más allá. En las economías menos bancarizadas, el operador actúa como un verdadero banco que da financiación a sus clientes para sus adquisiciones contra una factura mensual que normalmente abona en efectivo. Pues bien, Vodafone ya dio el salto en Kenia y estableció un sistema de microcréditos basado en este proceso, en virtud del cual adelantaba recursos a quienes los necesitan y los iba detrayendo en el plazo estipulado incrementando su minuta. Una iniciativa que no terminó de arrancar. Sin embargo, el desarrollo está hecho y ha ido incorporando nuevas funcionalidades. Una vez montada la tecnología, dar el salto a la captación de fondos y la concesión de créditos es algo relativamente fácil. En un momento de presión competitiva en sus fuentes tradicionales de ingresos como el actual, la tentación para las telcos es demasiado golosa como para resistirse.

Alguno podrá decir, McCoy, qué largo me lo fiáis. Sin embargo los datos son demoledores. Según las proyecciones dadas a conocer el martes por Cisco Systems se espera que en 2015 haya tantos aparatos móviles como habitantes del planeta, gracias al abaratamiento de los terminales, y que el tráfico de datos de aquí a entonces se multiplique por 26 por el aumento de la oferta de servicios. La velocidad de descarga será 10 veces superior a la de ahora. Contra eso no se puede luchar. Se operará desde el terminal de forma generalizada y esto provocará una virtualización aún mayor del “efectivo”. Será el primer impacto sobre la red. La puntilla llegará cuando los operadores reconviertan su negocio hacia las finanzas. Para muchos bancos que han puesto su esperanza en economías emergentes poco bancarizadas, esto puede ser un obstáculo insalvable. Goliat contra Goliat.

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Que el sistema bancario español está sobre dimensionado no escapa a nadie. Otra cosa es responder a la pregunta de cuánto. En su día afirmamos en esta misma columna que sobraban el 40% de las sucursales en nuestro país. La predicción parecía exagerada en aquel momento, abril de 2009. Ya no. A los factores comentados entonces se ha unido un elemento adicional: la fulgurante penetración de Internet Móvil en el tejido social, novedad que facilita las transacciones virtuales y limita la utilidad de las oficinas físicas. Es lo que tienen los nuevos paradigmas, que rompen modelos de negocio tradicionales.