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Botín mete el dedo en la llaga: las garantías españolas ya no sirven
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Alberto Artero

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Botín mete el dedo en la llaga: las garantías españolas ya no sirven

Nuevo Viernes de Pasión para España y sus empresas. Uno más, casi cuatro años después de iniciarse la crisis. Terrible sensación de estar dando vueltas y

Nuevo Viernes de Pasión para España y sus empresas. Uno más, casi cuatro años después de iniciarse la crisis. Terrible sensación de estar dando vueltas y más vueltas sobre el mismo eje de ineficacia en lugar de avanzar en la resolución de la misma. Desesperación y desesperanza a partes iguales. Poca demanda para una emisión de cédulas territoriales del Santander, la primera desde 2004. La prima de riesgo país se dispara y vuelve a superar los 250 puntos básicos, lejos aún de los 450 que provocarían una mortal exigencia de aumento de garantías por parte de las Cámaras de Compensación. Pero en camino. Telefónica se ve obligada, ante el desinterés de los inversores, a suspender la salida a bolsa de su filial Atento, ni mucho menos la joya de la corona. Por razones bien distintas, las dos firmas españolas con mayor capitalización bursátil en el ojo del huracán. Interconexión global se llama esto.

Vayamos a las causas para comprender las consecuencias. Que Santander, uno de las principales instituciones bancarias del mundo, no sea capaz de colocar apenas 1.000 millones de deuda es extraño. Que no lo consiga yendo de la mano de tres instituciones tan especializadas y con tanto alcance internacional como Commerzbank, Societe Generale o HSBC, sube al escalón de lo sorprendente. Que esto ocurra sobre unos títulos que han recibido, además, la máxima clasificación crediticia de agencias como Moody´s (AAA), roza el podio de lo increíble. Sin embargo, no nos equivoquemos, el problema no es el banco emisor, ni la escasa diligencia de los colocadores, ni siquiera la condescendencia de la firma de rating sino el apellido de los valores: el calificativo “territorial” ha espantado a los inversores. A su manera, Botín ha vuelto a poner el dedo en la llaga de las finanzas públicas españolas: “señores políticos, esto es lo que hay, nadie se cree su realidad financiera y todos nos vemos perjudicados; a ver qué hacen”.

Porque es evidente que se trataba de un mero test del mercado tanto por la infrecuencia de la figura como por el importe fijado. ¿Con qué finalidad hace esto un banco de tanta presencia internacional? Piensa mal y acertarás… o no. En cualquier caso, el mensaje ha sido claro: el crédito subyacente de la Administración no vale como garantía. Dudas sobre su solvencia pero, sobre todo, sobre su liquidez. Al final, en un entorno en competencia por los recursos, lo importante para los compradores es la seguridad, íntimamente ligada a la transparencia. Y especiales como los de este fin de semana en los suplementos de mercados de los principales diarios advirtiendo del impacto sobre el balance agregado de incluir las empresas semi públicas pone de manifiesto lo peligroso de hacerse trampas en el solitario por puro hedonismo económico. El premio ya se sabe: placer a corto, mayor dependencia a largo. Una apuesta muy pero que muy peligrosa.

No es la Administración la única culpable. Se trata de un rechazo que no afecta únicamente a aquello que tiene que ver con la financiación local y regional. Hace tiempo que cualquier garantía con sede en nuestro país, sean activos reales o avales públicos, carece de valor. El mejor ejemplo lo encontramos en la inaudita contracción del diferencial entre la deuda senior y las cédulas hipotecarias de aquella parte de nuestra banca que acude periódicamente al recurso de los mercados. La primera va a pulmón y de ella responden exclusivamente las cuentas de quien las emite. Su rating es el del originador. Las segundas, por el contrario, se ven respaldadas por créditos hipotecarios que, además, han de ser elegibles en virtud de una serie de características restrictivas. Hay, por tanto, una doble protección y suelen gozar de la máxima calificación; de ahí que se les exija una rentabilidad inferior. Hace tiempo que dejó de ser el caso, al menos en los términos que ocurría con anterioridad. Convergencia de las cédulas hacia la senior y no al revés. Ni fía el sector bancario ni se fían de él.

Este fenómeno no ha pasado desapercibido para la comunidad internacional, que hace tiempo que exige un ajuste definitivo de las posiciones hipotecarias e inmobiliarias de la cartera crediticia de la banca. A ella se une ahora la petición de una identificación realista del déficit en los distintos niveles de la Administración. En determinadas alturas siguen pensando que es mucho más eficaz seguir hepáticamente amarillos y con amenaza de colapso de algunos órganos vitales, antes que ponerse una vez coloraos reconociendo el riesgo máximo real en ambos ámbitos y actuando sobre dicho escenario. Un ejercicio imprescindible que, cada día que pasa, se hace más difícil debido a la progresiva merma de credibilidad. La intervención de terceros es tan indeseable como evitable. Siempre, claro está, que prime una estrategia que tenga en cuenta a los agentes que pueden determinar el futuro de unas finanzas tan dependientes como las nuestras y se evite el tacticismo suicida que ha primado hasta ahora.

Emilio Botín ha dado una vuelta de tuerca adicional a la presión sobre España. Un gesto que marcará agenda para disgusto de Rubalcaba y alegría de Rajoy, miserias políticas de unos y otros. Diría que es hora de actuar, pero huele a voluntarismo anegado una y otra vez por la falta ejecución. A ver si así lo conseguimos, niños a coro: que llegue ya, que el público se va, la gente se cabrea y… Buena semana a todos.

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Nuevo Viernes de Pasión para España y sus empresas. Uno más, casi cuatro años después de iniciarse la crisis. Terrible sensación de estar dando vueltas y más vueltas sobre el mismo eje de ineficacia en lugar de avanzar en la resolución de la misma. Desesperación y desesperanza a partes iguales. Poca demanda para una emisión de cédulas territoriales del Santander, la primera desde 2004. La prima de riesgo país se dispara y vuelve a superar los 250 puntos básicos, lejos aún de los 450 que provocarían una mortal exigencia de aumento de garantías por parte de las Cámaras de Compensación. Pero en camino. Telefónica se ve obligada, ante el desinterés de los inversores, a suspender la salida a bolsa de su filial Atento, ni mucho menos la joya de la corona. Por razones bien distintas, las dos firmas españolas con mayor capitalización bursátil en el ojo del huracán. Interconexión global se llama esto.