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Egan Jones, la firma que bajó el rating a USA y cree que Alemania es bono basura
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Alberto Artero

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Egan Jones, la firma que bajó el rating a USA y cree que Alemania es bono basura

Nadie, absolutamente nadie, que conozca los entresijos de la política norteamericana cree que no va a haber un acuerdo antes del próximo dos de agosto para

Nadie, absolutamente nadie, que conozca los entresijos de la política norteamericana cree que no va a haber un acuerdo antes del próximo dos de agosto para aumentar el techo de endeudamiento de Estados Unidos. A los republicanos les ha venido muy bien hasta ahora el hacer valer su fuerza parlamentaria y aflorar la desesperación de un presidente que muestra una debilidad inusitada para un primer mandatario de este país. Estrategia hoy con la vista puesta en 2012. Sin embargo, y más allá de los guiños a su electorado en forma de limitación a las subidas de impuestos como vía para corregir el déficit, no se les escapan las implicaciones que una suspensión de pagos tendría para la financiación del mundo corporativo estadounidense, hasta ahora beneficiado por el sacrosanto carácter de refugio de su deuda y divisa. No van a incurrir en el error de ser ellos los que rompan tal statu quo y abran la caja de los truenos para regocijo de la debilitada ala demócrata del Congreso.

Sin embargo, más allá del resultado final de este toma y daca, el daño está ya hecho. El debate ha puesto sobre la mesa la vulnerabilidad de la primera potencia, no solo económica, del planeta, de forma que se ha explicitado impúdicamente lo que hasta ahora era un secreto a voces. No solo eso, más allá de los compromisos de recorte a futuro, ligados en buena parte a la limitación de modelos asistenciales a la europea (tomen nota a este lado del Atlántico) que veremos en qué quedan finalmente, la solución presente pasa por acumular deuda sobre más deuda a pagar mañana para hacer frente al gasto corriente y actual de la Administración, viva Ponzi. Un hecho del que se pueden colegir dos conclusiones inmediatas: la invalidez de los techos presupuestarios o constitucionales cuando la situación se vuelve desesperada por no haber tomado las medidas oportunas con anterioridad (vuelvan a tomar nota) y la aceptación de la inviabilidad orgánica del sistema en una economía que crece cerca del 3%. Pues vaya.

Bonito el debate del eurodólar entre la Europa que agoniza y Estados Unidos que languidece. China se frota las manos.

Para alguna agencia de rating menor, el territorio presidido por Obama ha dejado de ser triple A desde el pasado fin de semana. Es lo que tiene la independencia, que te permite anticipar situaciones como las del colapso financiero del 2008 o poner en alerta antes que nadie la calificación de deuda de tu país. Lo ha hecho Egan-Jones, cuyo informe para justificar el downgrade de AAA a AA+ es absolutamente demoledor, no tanto por los argumentos formales dados para tal hecho, que van mucho más allá de que se alcance o no un acuerdo el próximo martes, cuanto por los ratings implícitos que fija para buena parte de las mayores economías del planeta de acuerdo con su nivel de deuda sobre PIB, el crecimiento de este último, su déficit o superávit presupuestario y lo que suponen sus gastos financieros sobre el total de ingresos tributarios, entre otros. Pues bien, a Estados Unidos le correspondería una mera A. No salen mejor parados estados como Alemania BB+ (¡bono basura!), Reino Unido B o Canada A-, naciones todas ellas que a día de hoy siguen disfrutando de la AAA.

Concluye el informe, en una nota bene muy significativa sobre la que nos alerta Zero Hedge, que “la Historia ha demostrado que es posible impagar cuando la deuda es principalmente en moneda local. De los 320 defaults acaecidos desde 1800, 70 han compartido dicha característica. Egan Jones no cree que la capacidad de un país para imprimir su propia moneda sea una garantía frente a la suspensión de pagos. Adicionalmente” –y aquí viene lo mollar- “interpretamos los casos de excesiva devaluación monetaria” –se entiende que directa y/o implícita por emisión excesiva de divisa- “como una quiebra de facto”. Como se empiece a extender esta creencia entre sus hermanas mayores, arregladas van algunas economías que han vivido hasta ahora de su independencia cambiaria para salvar los peores asaltos de su desigual combate con el mercado. La imposibilidad de muchos inversores de mantener en sus carteras títulos distintos a los de mejor calificación crediticia contribuirían a avivar esa incipiente hoguera.

Al final la absurda beligerancia entre las dos principales fuerzas políticas estadounidenses no ha hecho sino poner a buena parte del mundo desarrollado frente a sus vergüenzas. Y les voy a decir una cosa: importan tanto o más las explícitas, medidas en términos de endeudamiento nominal, como las implícitas, compromisos futuros de pago que simplemente son absolutamente imposibles de afrontar debido a la inversión del pirámide poblacional y al gasto tanto sanitario como de pensiones asociado a tal fenómeno. No me resisto concluir este post sin recoger el enlace a un gráfico que, circunscrito a las responsabilidades futuras exclusivamente de Estados Unidos, está circulando como la pólvora por la Red. O asumimos la realidad a la que estamos abocados y tomamos las medidas oportunas para corregirla, que pasan por oficializar la economía y racionalizar el gasto para incrementar su eficiencia, o vamos cuesta abajo y sin frenos. A ver si nos enteramos de una vez.

Nadie, absolutamente nadie, que conozca los entresijos de la política norteamericana cree que no va a haber un acuerdo antes del próximo dos de agosto para aumentar el techo de endeudamiento de Estados Unidos. A los republicanos les ha venido muy bien hasta ahora el hacer valer su fuerza parlamentaria y aflorar la desesperación de un presidente que muestra una debilidad inusitada para un primer mandatario de este país. Estrategia hoy con la vista puesta en 2012. Sin embargo, y más allá de los guiños a su electorado en forma de limitación a las subidas de impuestos como vía para corregir el déficit, no se les escapan las implicaciones que una suspensión de pagos tendría para la financiación del mundo corporativo estadounidense, hasta ahora beneficiado por el sacrosanto carácter de refugio de su deuda y divisa. No van a incurrir en el error de ser ellos los que rompan tal statu quo y abran la caja de los truenos para regocijo de la debilitada ala demócrata del Congreso.