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La cosa se complica: Holanda no es España
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Alberto Artero

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La cosa se complica: Holanda no es España

El 25 de marzo se cumplió el 55º aniversario del Tratado de Roma, primer intento serio de unificación de Europa. Con motivo de sus bodas de

El 25 de marzo se cumplió el 55º aniversario del Tratado de Roma, primer intento serio de unificación de Europa. Con motivo de sus bodas de oro en 2007, Pierre Pescatore, uno de los abogados que participaron en su elaboración, aireó uno de los secretos mejor guardados del día de la firma: los representantes de Alemania Occidental, Italia, Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo dejaron su rúbrica en un documento en blanco. Solo el título inicial y el protocolo final tenían texto escrito. “El resto era un montón de papeles sin una sola línea”.

La anécdota, contada por Grant Williams en su último Things that make you go ummmm..., al que llego a través del Outside the Box deJohn Mauldin, no tendría mayor relevancia si no fuera por su carácter premonitorio de cómo habría de ser, al menos a nivel fiscal, el proceso deconstrucción de la Unión en las cinco décadas siguientes: mucha burocracia y una pléyade de buenas intenciones plasmadas en tratados de más o menos alcance que, a la hora de la verdad, quedan vacíos de contenido por el incumplimiento sistemático de los aparentemente obligados, ya sea por miedo (entonces se justificó por el temor a una vuelta de De Gaulle al poder que invalidara lo firmado) o por puro interés político.

Con el paso del tiempo la esperanza ha ido sucumbiendo bajo el peso de la experiencia. Y ésta ha probado cómo los dos pilares a los que se quería anclar presupuestariamente la Eurozona, deuda y déficit, han sido sistemáticamente minados tanto por los ‘padres fundadores’ como por los socios que se incorporaron con posterioridad. Eso no ha impedido que, en los últimos años, la ortodoxia del norte se sintiera legitimada, por mor de su aportación pretérita de fondos y de la defensa de una suerte de indisciplina disciplinada, no todos somos iguales, a hacer causa contra los díscolos vecinos del sur a los que había que meter en vereda. Hasta el punto, como nos recuerda Williams, de exigir públicamente la expulsión de los incumplidores: “un acuerdo es un acuerdo”. (FT, Expulsion From The Eurozone Has To Be The Final Penalty, Mark Rutte & Jan Kees de Jager, Primer Ministro y Ministro de Finanzas de Holanda, 07-09-2011)

Cuál no ha sido la sorpresa cuando, seis meses más tarde, la Holanda de los arriba firmantes ha sido puesta en el punto de mira, precisamente, por aquello que consideraban tan censurable en las economías de Grecia, Portugal, Italia o España: un desequilibrio fiscal inaceptable. El primero en hacer saltar las alertas fue The Economist en su edición del pasado 8 de marzo a través de un artículo titulado: A very un-Dutch deficit. En él, el semanario advertía de la dificultad, en la situación holandesa de recesión, de ajustar un 1,5% su PIB, cerca de 10.000 millones de euros, para cumplir con el 3% estipulado para el conjunto de la región a cierre de 2013. ¿El problema, de acuerdo con el autor? Agravaría su difícil coyuntura. Oh, vaya, bienvenido al club. Merece la pena leer el corto post para ver cómo en todas partes cuecen las habas de las mismas soluciones potenciales al problema.

El problema no se queda ahí. En Holanda hay un factor que mitiga, superávit exterior, y otro que distorsiona, y de qué manera: la dependencia de la extrema derecha para la formación de determinadas coaliciones de gobierno lo que, sin duda, añade al componente financiero otro de posible inestabilidad política. Su líder, Geert Wilders, cuestiona abiertamente las bondades del euro y ha solicitado en repetidas ocasiones la celebración de un referéndum sobre la continuidad de su país en la moneda única. No solo eso, ha encargado a Lombard un estudio sobre el impacto que tendría para el estado y el sector privado holandés su abandono (The Economist, A Dutch Exit, 05-03-2012). ¿Sus argumentos principales? El crecimiento por debajo de potencial de la economía local en la última década (1,25% anual frente al 3% delos 20 años inmediatamente anteriores) y el continuo traspaso de fondos de Holanda a los estados más necesitados. Estas noticias contribuyen de un modo innegable al abrazo popular de sus tesis. Cautela.

Irlanda no es Grecia, Portugal no es Irlanda, Italia no es Portugal, España no es Italia y, por supuesto, Holanda no es España. Eso por no hablar de Bélgica, que pa qué. En materia presupuestaria estaban escritas la primera y la última página del proyecto europeo, la de las ilusiones y la de las concreciones. Faltaba el cuerpo del tratado, el que hace referencia a las consecuencias y las sanciones. Ahora que se pretende escribirlas precipitadamente, muchos empiezan a darse cuenta que son algo más que un brindis al Sol y que no hay libres de pecado que puedan tirar la primera piedra. Tendría su aquel que quien amenazaba con las penas del infierno a los incumplidores tuviera que tomar una dosis de su propia medicina, no como forma de evitar el contagio sino como afectado por el mal. Cosas veredes amigo Sancho.