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Pánico en Estados Unidos, ese país quebrado que vota a Obama
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Alberto Artero

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Pánico en Estados Unidos, ese país quebrado que vota a Obama

Hoy la cosa va de números. Pero vamos a intentar que los que son de letras, como un servidor, puedan entenderlos con claridad. Versan sobre la

Hoy la cosa va de números. Pero vamos a intentar que los que son de letras, como un servidor, puedan entenderlos con claridad. Versan sobre la deuda mundial y la situación financiera de los Estados Unidos. La conclusión, a tenor de las cifras, es evidente: Estados Unidos, como la mayoría de las economías desarrolladas, es un estado quebrado. Y lo es sin incluir las responsabilidades derivadas por pensiones. El miedo, pánico más bien, sobre su futuro es más que legítimo por más que las agencias de rating le mantengan la 'AAA'.

Cómo se ha llegado a esta situación, que exacerba su vulnerabilidad al depender de sus acreedores, no es un secreto. Ha habido dos colaboradores necesarios principales: uno, sus políticos, empeñados como han estado en europeizar la nación, lo que le ha restado flexibilidad y capacidad de innovación y desarrollo; otro, su banco central, que ha ayudado activamente a obviar el control del gasto ofreciendo una permanente financiación al Tesoro. Tirar con pólvora del rey en versión siglo XXI.

El abismo fiscal o fiscal cliff no es sino la constatación colectiva de que se ha llegado al límite, que ese copo de nieve que puede provocar la avalancha caerá en cualquier momento, y que hay que romper el círculo vicioso endeudamiento-crecimiento mejor de forma concertada que automática. Dolorosa, en cualquier caso. Las consecuencias, tal y como se ha anticipado desde múltiples foros, pueden ser terribles para el país y, por ende, para el mundo entero.

Vamos con los datos, gentileza la mayoría de ellos de mi amigo Pedro (es él quien me manda los vídeos que enlazo en este post):

  1. Si Estados Unidos fuera una unidad familiar, ingresaría 50.000 dólares al año, gastaría 88.000 de forma corriente, y 9.600 más en intereses de una deuda individual que asciende a 320.000 euros (VER VIDEO). El mayor gap en tiempos de paz de los últimos 110 años hasta el punto de que, en quince más, y si los parámetros de entradas y salidas de efectivo siguen a este ritmo, las obligaciones forzosas de pago, costes financieros incluidos, superarían a los ingresos. Cuadrar estas cifras en un entorno de falta de mejoría de la recaudación tributaria exigiría, ni más ni menos, que esto (VER VIDEO). Ese es el escenario que se maneja, ¿entienden la preocupación?
  2. Sin embargo, a ese cliente al que cualquier sucursal de la caja más suicida cerraría la puerta en las narices se le sigue financiando a tipos irrisorios. ¿Por qué? Influye, por supuesto, la condición de refugio de Estados Unidos, basada en una concepción de su capacidad de crecimiento cuya vigencia en la actualidad es cuestionable. Pero, sobre todo, ayudan las compras masivas de títulos soberanos locales por parte de su banco central, la Reserva Federal.
  3. Tras años con los tipos prácticamente a cero, Ben Bernanke sigue inyectando dinero a espuertas en su sistema financiero. 1.350.000 millones de dólares en total en su primer programa de expansión monetaria, 600.000 en el segundo, 400.000 en la llamada Operación Twist, aún en vigor y que persigue bajar artificialmente los tipos a largo, y 40.000 más al mes de forma ilimitada desde finales de septiembre para dar aire a los activos hipotecarios en manos de los inversores.
  4. Fruto de estas iniciativas es que el balance de la FED ha pasado de 870.000 millones en agosto de 2007 a cerca de 2,9 billones en la actualidad, tras multiplicarse por más de tres en poco más de cinco años. Por poner la cantidad en perspectiva, en los 25 años anteriores apenas había aumentado en 600.000. Un riesgo indudable para todos los que creen en el valor de ese dinero fiduciario, llamado así porque se basa en la confianza que su tenedor tiene sobre la solvencia del emisor, sin que exista garantía física alguna. Paralelamente, y aunque la liquidez no circule, la masa monetaria se ha disparado, incrementando sustancialmente el riesgo de inflación de activos, primero, y de bienes y servicios, después.
  5. No ha sido el único que ha actuado de esta manera. De acuerdo con HSBC, el dinero nuevo creado por los principales bancos centrales desde 2008 alcanza los 9 billones de dólares, el equivalente en precio actual a todo el oro sacado de la tierra en la historia de la humanidad. Cualquier debate sobre la vuelta a una suerte de patrón basado en este metal deviene, a partir de esta realidad, de todo punto imposible. No solo eso, la depreciación de las divisas, por las dudas sobre su solvencia -ya saben, todo lo que abunda se devalúa- ha ocasionado un efecto arrastre en el que la máxima ha sido ‘pardillo el último en meter pasta en el sistema'. Draghi, claramente, ha sido el campeón. Orejas de burro para él... fabricadas en Baviera, eso sí.
  6. Aun así, el crecimiento de esas economías -Europa, USA, Japón, UK- durante este periodo ha sido irrisorio. El problema no es si la generación de riqueza depende o no de ese ingente apoyo, más allá de la certeza de que cuando la deuda supera un determinado nivel de PIB, el 90%, contribuye negativamente a su incremento. Es ese un debate desenfocado. Lo preocupante y sustancial es lo que no ocurre debido al mismo. Por ejemplo, no se corrigen los desequilibrios estructurales de muchos estados, que se perpetúan por mera táctica electoral, mientras los agentes económicos realizan una asignación ineficiente de sus recursos, basada en una intervención monetaria que se entiende estructural y no coyuntural. Bienvenidos a la represión financiera: destrocemos el sector privado para mantener el público y a la banca. 
  7. Nadie se puede permitir, a estas alturas de la película y en este entorno, que los tipos de interés repunten: la quiebra de muchos estados se haría evidente. Y no todos participan de la peculiar idiosincrasia de Japón, donde los acreedores son fundamentalmente domésticos. Mientras, la bolsa se dispara, eso sí, con un 75% de la subida, que se explica por la intervención de la Reserva Federal, de acuerdo con Morgan Stanley. El rally 2009-2012, aun siendo similar al de 1996-2000, ha exigido un 240% más de masa monetaria y un 60% de endeudamiento público para materializarse que el de hace más de una década al calor del 'efecto 2000 y la burbuja puntocom'. Glaps.
  8. En su primer mandato Obama ha endeudado a Estados Unidos en 6 billones de dólares, el equivalente más o menos a cinco Españas. Un crecimiento del 60% en cuatro años. Este cuadro de The Economist muestra la evolución anual de la deuda estatal a nivel global. En 2007 se debían 29,7 billones de dólares en el mundo. A día de hoy, y la cifra crece a cada segundo, se espera que a cierre de 2013 esté por encima de los 52 billones, un aumento cercano al 75%. Casi un 30% del total corresponde a Estados Unidos que, como sabemos, no saca para tanto como destaca.
  9. Las políticas de Obama no favorecen precisamente el repago del principal de la deuda. Más bien al contrario. Dos de los temas que menos se comentan de su mandato es el aumento de las desigualdades entre ricos y pobres, la mengua preocupante de su clase media, y el hecho de que los ciudadanos que reciben ayuda estatal para alimentarse se encuentra en máximos históricos. La amenaza actual es, además, de una deflación de salarios y un incremento del coste de la vida que puede agravar el problema. Mi amigo Pedro me recuerda la cita de Voltaire: ‘Si los pobres empiezan a razonar, todo está perdido’. No solo eso: si la base fiscal se reduce y a la que queda se la sangra, malo para el Madrid.

El pánico está, pues, más que justificado.

Hoy la cosa va de números. Pero vamos a intentar que los que son de letras, como un servidor, puedan entenderlos con claridad. Versan sobre la deuda mundial y la situación financiera de los Estados Unidos. La conclusión, a tenor de las cifras, es evidente: Estados Unidos, como la mayoría de las economías desarrolladas, es un estado quebrado. Y lo es sin incluir las responsabilidades derivadas por pensiones. El miedo, pánico más bien, sobre su futuro es más que legítimo por más que las agencias de rating le mantengan la 'AAA'.