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Big Data: llega la Tercera Revolución Industrial
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Alberto Artero

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Big Data: llega la Tercera Revolución Industrial

Lo anunciaba Ben Rooney el pasado mes de noviembre en su columna semanal sobre tecnología del WSJ: ‘the next big thing is Big Data’ (WSJ, Big

Lo anunciaba Ben Rooney el pasado mes de noviembre en su columna semanal sobre tecnología del WSJ: the next big thing is Big Data’ (WSJ, Big Data is on the rise, bringing big cuestions, 29-11-2012). Al cloud imperante como oportunidad a lo largo de los últimos 24 meses a lo largo y ancho del planeta, le sigue ahora el potencial derivado de la información que, de forma consciente o inconsciente, las compañías acumulan de sus llamados stakeholders: clientes, proveedores, accionistas, empleados o regulador/Administración. Un cúmulo de datos cuya gestión adecuada debería ayudar a mejorar la eficiencia empresarial, ahorrando costes, promoviendo negocio adicional y aumentando la productividad. Realidad transversal aplicable también a España.

Frente a la reciente generalización de la nube, ayudada por la amplia difusión de smartphones, tablets y similares, el Big Data aún se encuentra en las etapas iniciales de su monetización. Su presencia en los planes de negocio de las principales compañías del planeta sigue siendo marginal. Hasta ahora, solo un 6% de ellas ha ido más allá de proyectos piloto. Y, sin embargo, estamos hablando, en opinión de alguien tan multidisciplinar como General Electric, de la pieza que faltaba para que naciera el Industrial Internet: un cambio equivalente al que generó la revolución industrial a finales del siglo XIX (VoxEU, The next productivity revolution: the ‘industrial internet’, 07-12-2012).

Señala el economista jefe de la firma que el Industrial Internet puede actuar sobre el 46% del PIB económico mundial, estimado en 70 billones de dólares. Cualquier impacto, por mínimo que fuera, tendría una implicación financiera colosal. De hecho, si se cumplieran sus predicciones, el PIB per capita en Estados Unidos se dispararía un 75% en poco más de 15 años, en términos nominales, favoreciendo a algunos conglomerados ya existentes y provocando el nacimiento de otros gigantes corporativos inimaginables a día de hoy (The Motley Fool, 5 companies for the next $15 trillion revolution, 20-12-2012). Sirva como muestra un botón: de acuerdo con McKinsey –a quien, no lo olvidemos, le va el negocio de consultoría en ello- solo en Estados Unidos, el uso eficaz de la geolocalización por parte de las empresas proveedoras de servicios podría generar 100.000 millones de dólares de actividad económica adicional para ellas. Casi na. No he encontrado, desafortunadamente, estudios similares para nuestro país, pero no hay razones para pensar que el impacto debiera ser distinto, ajustado a población, penetración y usabilidad online, claro está.

Factores como la contracción de la inversión en tecnología derivada de la crisis, la falta de profesionales cualificados en el ámbito informático-matemático para obtener conclusiones correctas de los datos acumulados (la consultora habla de una demanda potencial de entre 200.000 y un millón y medio de trabajadores solo en USA) y una cierta cortapisa de las autoridades al uso con fines económicos de determinados rasgos personales sin la autorización de aquellos que los generan, se encuentran detrás del retraso en su implantación. Pero no solo es esto, tal y como señala la Harvard Business Review (HBR, Big Data: the management Revolution, 05-10-2012). Nos encontramos ante un reto que exige un cambio en el modo de gestionar las compañías, que requiere de un liderazgo inexistente en muchas de ellas, que reclama un aire visionario para identificar nuevos nichos de emprendimiento. La publicación da unas pistas. Les invito, a partir de ellas y de esta otra pieza que les adjunto, a la reflexión y la autocrítica (Financial Times, Push to exploit an ocean of information, 09-12-2012).

¿Estamos hablando de una flagrante novedad? No. De hecho, supone generalizar al espectro corporativo individual, lo que están haciendo gigantes como Google y Facebook desde hace muchos años (V.A., ¡Heil Google!, ¿es el buscador la amenaza totalitaria del siglo XXI?, 13-06-2009). El cambio sustancial, lo que trae al Big Data al primer plano de la actualidad tecnológica y empresarial, es la mejora en el acceso a la información y la contracción en el coste de su gestión para corporaciones de menos tamaño. Pero no todo es de color de rosa. Tal y como demuestra empíricamente el fracaso de los modelos de riesgo basados en datos históricos con la crisis financiera, donde solo sirvieron para profundizar en el colapso de determinados activos, premisas aparentemente válidas basadas en hechos objetivos pueden conducir a resultados desastrosos. Más aún si el destinatario es tan voluble como el ser humano.

De ahí que, estando latente la oportunidad, debiendo ser contemplada en los planes de negocio, teniendo que aceptar que el Industrial Internet supone reconocer de modo definitivo que el nuevo paradigma se impone a la realidad económica anterior, como en su día ocurrió con el fuego, la rueda o la imprenta, sigan fiándose, sobre todo, de su experiencia y de su intuición a la hora de interpretar la realidad y conducir sus naves (NYTimes, Big Data is great but don´t forget intuition, 29-12-2012). Al menos mientras la genialidad del hombre siga batiendo de forma clamorosa a la racional irracionalidad de la máquina. Porque, sin el talento de usted y mío, ¿dónde habría quedado el progreso?

Buen fin de semana a todos.

Lo anunciaba Ben Rooney el pasado mes de noviembre en su columna semanal sobre tecnología del WSJ: the next big thing is Big Data’ (WSJ, Big Data is on the rise, bringing big cuestions, 29-11-2012). Al cloud imperante como oportunidad a lo largo de los últimos 24 meses a lo largo y ancho del planeta, le sigue ahora el potencial derivado de la información que, de forma consciente o inconsciente, las compañías acumulan de sus llamados stakeholders: clientes, proveedores, accionistas, empleados o regulador/Administración. Un cúmulo de datos cuya gestión adecuada debería ayudar a mejorar la eficiencia empresarial, ahorrando costes, promoviendo negocio adicional y aumentando la productividad. Realidad transversal aplicable también a España.