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Juan Béjar y la difícil encrucijada de FCC
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Alberto Artero

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Juan Béjar y la difícil encrucijada de FCC

Tiempo de cambios en FCC. Si se confirman las noticias de principios de año, Juan Béjar sustituirá a Baldomero Falcones como primer ejecutivo de la constructora

Tiempo de cambios en FCC. Si se confirman las noticias de principios de año, Juan Béjar sustituirá a Baldomero Falcones como primer ejecutivo de la constructora en el Consejo que tendrá lugar mañana. La caída del exbanquero no es sino la crónica de una muerte anunciada dada su incapacidad para reconducir operativa y financieramente al grupo, ahogado por el colapso nacional de los negocios tradicionales, la asfixia financiera a la que lo someten las Administraciones Públicas y un nivel de endeudamiento desorbitado para su capacidad de generación de caja. Cualquier parecido de sus planes estratégicos con la realidad sobrevenida, si es que hubiera existido alguno, sería mera coincidencia.

No es del todo culpable el bueno de Baldo. Es de los barros de los años de la burbuja de la que se derivan unos lodos que también alcanzan a la principal accionista de la compañía, Esther Koplowitz, víctima tanto de la debacle bursátil de su principal inversión como de sus propios errores. En la ingenua creencia de que el mantra de la eternidad del dinero abundante y barato era verdad, se lanzó a una serie de compras y pactos cruzados altamente apalancados que, cuando la racionalidad se ha impuesto, amenazan con cobrarse su peaje en forma de ejecuciones de garantías. Mientras, la firma con la que cimentó su fortuna sobrepagaba por activos patrios y dilataba injustificadamente una expansión internacional tan conveniente como, en última instancia, imprescindible. Ahora purga, y de qué manera, sus pecados.

Sea como fuere, llegados a este punto, la tarea que le espera a Juan Béjar se antoja titánica, casi la cuadratura del círculo tanto por la difícil coyuntura macro española –donde se concentran buena parte de sus negocios- como por la triste realidad de FCC; la venta de parte de las ‘joyas de la corona’ no ha logrado impedir que su destino esté en manos de los bancos acreedores. Recuperar cuanto antes la credibilidad perdida durante la etapa del anterior equipo gestor es clave para que las entidades financieras mantengan sus posiciones. Eso requiere de un plan estratégico ajustado a las precarias circunstancias actuales. Y es ahí donde dentro del propio sector afloran las dudas acerca de si el hasta ahora presidente de Cementos Portland y Globalvía es o no la persona adecuada para tan relevante reto.

De hecho, existen algunas similitudes entre ambos directivos, el entrante y el saliente, que justificarían tal incertidumbre. Por una parte, el innecesario cariño por los focos en un momento en el que la discreción y el trabajo de lobby son más importantes que nunca; por otro, un perfil financiero muy válido en épocas de bonanza, pero cuestionable cuando el dinero escasea (miren si no lo ocurrido con la adjudicación del Aeropuerto de Chicago) y/o hay que remangarse operativamente (tanto dentro de nuestras fronteras como con las filiales foráneas); también una cierta magnanimidad en las proyecciones, sirvan como referente las cifras pergeñadas por el propio Béjar en la filial cementera que contemplan una recuperación del consumo a todas luces utópico a día de hoy; y, por último, una cierta querencia al ‘ande yo caliente, ríase la gente’ refrendada por los correspondientes blindajes contractuales.

Probablemente no quedaba otra, dadas las particularidades de la casa y la mala experiencia derivada de haber traído en la etapa anterior un ejecutivo de fuera. De lo bueno, lo mejor, ha debido pensar el alto mando. Muy mal lo tiene que hacer Juan Béjar para que se le aplique el día de mañana ese tan criminal ‘otro vendrá que bueno te hará’. Y, cierto es, solo el tiempo, juez implacable, da y quita razones. Ojalá triunfe la esperanza sobre la experiencia. Desde luego, el trabajo se presenta ímprobo y, siendo esa la principal desventaja del presumible nuevo CEO, es también el necesario punto de partida para que, al final del camino, disfrute de la tan deseada gloria tanto personal como, sobre todo, corporativa. Siempre que, al menos, le dejen hacer. Difícil encrucijada en cualquier caso.

Tiempo de cambios en FCC. Si se confirman las noticias de principios de año, Juan Béjar sustituirá a Baldomero Falcones como primer ejecutivo de la constructora en el Consejo que tendrá lugar mañana. La caída del exbanquero no es sino la crónica de una muerte anunciada dada su incapacidad para reconducir operativa y financieramente al grupo, ahogado por el colapso nacional de los negocios tradicionales, la asfixia financiera a la que lo someten las Administraciones Públicas y un nivel de endeudamiento desorbitado para su capacidad de generación de caja. Cualquier parecido de sus planes estratégicos con la realidad sobrevenida, si es que hubiera existido alguno, sería mera coincidencia.