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¿Libres? Jajaja, así nos dirigen en Internet sin enterarnos
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Alberto Artero

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¿Libres? Jajaja, así nos dirigen en Internet sin enterarnos

Las revelaciones han caído como una bomba en el seno de la inteligencia militar estadounidense. Edward Snowden, uno de sus agentes, anunciaba esta semana cómo el

Las revelaciones han caído como una bomba en el seno de la inteligencia militar estadounidense. Edward Snowden, uno de sus agentes, anunciaba esta semana cómo el Gobierno de aquel país acumula datos de particulares con fines teóricamente preventivos, en una práctica generalizada desde el atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre. Para ello contaría con la forzada colaboración de algunas de las principales compañías del mundo, caso de Google, Facebook o las telecos locales. 

El debate sobre la privacidad está servido, con aristas que van desde el futuro del cloud computing, como si la red virtual fuera más vulnerable (Credit Writedowns, "NSA scandal’s threat to the cloud computing business model", 12-06-2013), a las relaciones entre estados (The Guardian, "Europe warns US: you must respect the privacy of our citizens", 11-06-2013), por la difícil frontera geográfica que acompaña al mundo virtual y la confusión que se da en ocasiones entre la consulta y el hackeo (lean, si no, este revelador post de hace más de… ¡tres años! – CNN, "US enables Chinese hacking of Google", 23-01-2010).

Sin embargo, el escándalo peca de hipócrita esencialmente por dos motivos:

  1. Es evidente que en la medida en que Internet es el lugar de comunicación y relación entre las personas y las instituciones, buena parte de la actividad de inteligencia de las distintas naciones ha de producirse en su seno, con los mismos excesos y cautelas que han caracterizado su actividad física. No ha tardado el Gobierno de Estados Unidos en anunciar que esta estrategia ha permitido numerosas detenciones y abortar algunas acciones terroristas. Si sólo hubiera evitado, por ejemplo, el atentado de Boston, nadie cuestionaría su eficacia. En ese sentido, merece la pena leer estas dos entradas antagónicas, pero no incompatibles, sobre el particular: una de Henry Blodget, editor de Business Insider (BI, "I´ve decided I’m Okay with the goverment collecting my phone records", 14-06-2013), y la segunda de Danah Boyd en Slate (Slate, "If you´re OK with surveillance because you have ‘nothing th hide’, think again", 11-06-2013).
  2. Pero hay más. Aunque el tema haya disparado las ventas del 1984 de Orwell, no es realmente el Estado quien vigila y controla permanentemente nuestras vidas, sino una serie de empresas a las que se supone una bondad en la gestión de la información que voluntaria, e imperceptiblemente en la mayoría de los casos, les aportamos que, probablemente, sea el mayor ejercicio de condescendencia colectiva de la historia de la humanidad. Obviar que tienen cuenta de resultados y capacidad de manipulación es de un naïf absurdo. Estas sí que pueden de verdad guiar nuestros pasos sin que nos enteremos (imprescindible John Gapper en FT, "Big Data has to show that it is not like Big Brother", 12-06-2013).

Les voy a poner varios ejemplos, que seguro les permiten identificar de qué les estoy hablando. No ha habido que rebuscar en la hemeroteca. Son todos textos publicados en la última semana.

  1. Financial Times (12-06-2013). "El día en que FG sembró el terror en la banca mundial", 12-06-2013). Hay empresas especializadas en esta materia y cada apunte tiene un precio en función de su capacidad de monetización. Si quiere saber lo que usted vale, este artículo de Bloomberg le echará una mano: "All day online and I’m only worth a quarter?", 13-06-2013).
  2. Bloomberg (13-06-2013). "A better retail report, courtesy of MasterCard", típico artículo en el que nos interesaría la forma pero pasaríamos de puntillas por el preocupante fondo. De forma cándida, el autor nos señala que el consumo supone el 70% de la actividad económica estadounidense y que, gracias a la interpretación que hace Mastercard de "miles de millones de acciones con sus propios algoritmos", podemos saber por dónde van los tiros en las compras de particulares de la mayor potencia del mundo. A partir de ahí hace una extensa enumeración de las cifras recientes más relevantes. Sería del género bobo pensar que esa utilización no se traduce en medidas concretas hacia dentro en términos de rentabilización de las conclusiones. Sin que usted autorice la utilización de esos números. Ni yo tampoco.
  3. Wall Street Journal (12-06-2012). Un nuevo ejemplo de esa concepción buenista del usuario frente al uso de sus datos, al poner más el foco en la vertiente funcional-ayuda que en la comercial-manipulación, lo encontramos en esta otra información: "Your new secretary: an algorithm". Habla de un gestor de banca privada que ha puesto en manos de una empresa externa toda su acción cibernética para que le ayude a organizarse eficazmente y a desarrollar mejor su tarea comercial. Sin darse cuenta, ha metido el zorro en el gallinero. Es difícil creer que cualquier orientación que reciba puede estar libre de un interés espurio.
  4. Sober Look (14-06-2013). Nada, por último, tan revelador como este "The noise about the NSA is not really news", donde el autor, siguiendo con la idea que hemos comentado al inicio del post de que esto es un tema latente que lleva años encima de la mesa sin que la timorata sociedad norteamericana le haya prestado atención, recurre a Google Trends para demostrar que las noticias que ha habido sobre el particular han pasado desapercibidas hasta el día de hoy. El recientemente remodelado Google Trends, un aglutinador de búsquedas online que permite identificar el interés de los lectores cuya trasposición a Twitter recibe el nombre de trending topics. La forma más comúnmente aceptada de agregación de información de enorme valor informativo, pero también publicitario. El caso de Google es especialmente paradigmático en la medida en que sus servicios, como ocurre también con los de Facebook o Amazon, permiten controlar nuestros gustos, nuestros intereses, nuestros trayectos, nuestras lecturas, nuestros contactos, nuestras comunicaciones… Les recuerdo esta pieza histórica sacada del baúl de Valor Añadido, junio del 2009: "¡Heil Google!, ¿es el buscador la amenaza totalitaria del Siglo XXI?" Una lectura de la mayor actualidad.

Es evidente que, en la medida en que el paradigma de Internet se va imponiendo y que nuestra vida sigue girando por momentos alrededor de una pantalla, este problema va a ir a más y no a menos. Y que fijar soluciones universales para el mismo se antoja imposible. Sólo queda la apelación a una toma de conciencia individual de que cada pequeño gesto no deja de ser cesión de una parcela de la propia intimidad, hasta el punto de que lo que ahora se contempla como ayuda puede convertirse en una ilegítima intrusión mañana y, por qué no, en instrumento de chantaje o coacción sobre la base de vicios ocultos, caso del consumo pornográfico o el juego, que no lo son tanto. El Joker de Batman es, hasta hoy, un personaje de ficción. Pero, ¿y si dejara de serlo? Que cada uno fije los límites que quiera, pero no es el Gran Hermano el que nos vigila, sino que somos todos y cada uno de nosotros los que nos dejamos vigilar.

Buena semana a todos.

Las revelaciones han caído como una bomba en el seno de la inteligencia militar estadounidense. Edward Snowden, uno de sus agentes, anunciaba esta semana cómo el Gobierno de aquel país acumula datos de particulares con fines teóricamente preventivos, en una práctica generalizada desde el atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre. Para ello contaría con la forzada colaboración de algunas de las principales compañías del mundo, caso de Google, Facebook o las telecos locales.