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Sareb cierra su mejor operación: 42.000 kilos
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Alberto Artero

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Sareb cierra su mejor operación: 42.000 kilos

A estas alturas de la restructuración bancaria española, a nadie se le escapa que prima en todo el componente financiero, especialmente por lo que a la gestión

A estas alturas de la restructuración bancaria española, a nadie se le escapa que prima en todo el componente financiero, especialmente por lo que a la gestión de los activos inmobiliarios se refiere. En cualquier decisión pesa más el consumo de capital, el impacto en provisiones, el desapalancamiento obtenido o el efecto en margen de intereses del mantenimiento de los adjudicados, por poner sólo un ejemplo, que considerandos tales como precio o rentabilidad de las casas, oficinas o centros comerciales vendidos. No hay por tanto un negocio del ladrillo como tal, sino sujeto a las servidumbres de unos números que, para muchas entidades, no terminan de cuadrar en términos de balance o cuenta de resultados. Son ellos los que marcan tiempos, descuentos y volúmenes.

La Sareb, aun con sus particularidades, no es una excepción.

Si el simulacro nacional de banco malo no quiere dar a sus accionistas más disgustos de los que ellos de por sí ya anticipan, es fundamental una estrategia ordenada tanto de liquidación de sus activos como de financiación de sus compras.

En relación con la primera parece que, tras los vaivenes iniciales, se va encontrando dentro de esa casa una metodología racional de trabajo pese a la vehemencia de su presidenta y la sombra permanente de KPMG, guinda de todos sus pasteles (V.A., "Absurdo, la Sareb arriesga su primera gran operación", 24-05-2013). Se multiplican las carteras a la venta y se empiezan a cerrar operaciones de un cierto calado.

Por lo que respecta a la segunda, y en la línea de evitar disgustos innecesarios que distraigan a los gestores de lo esencial, ha pasado más desapercibida de lo conveniente una operación histórica por su perfil y tamaño que busca proteger el coste de los recursos ajenos de la compañía durante nueve años a contar desde el 31 de diciembre de 2013: un swap de tipos de interés de 42.000 millones de euros completado en las dos últimas semanas del mes de julio con un impresionante éxito de público y un elevado desconocimiento de la crítica.

De hecho, se trata de la mayor transacción de este tipo en la Eurozona y tiene aún más mérito si se analizan en detalle las circunstancias que la rodean:

  1. Se propone en la parte central de las vacaciones de verano, justo cuando más operadores están de vacaciones y menos ganas tiene la gente de complicarse la vida;
  2. lo hace un emisor nuevo, sin historial en los mercados secundarios y sin una referencia histórica de su capacidad de gestionar activamente su riesgo de balance, esfuerzo adicional;
  3. por un importe récord, ya que normalmente los deals de este tipo oscilan entre los 2.000 y los 10.000 millones de euros. No sólo eso: disfruta de una sorprendente sobresuscripción que llega a casi cinco veces el importe propuesto (IFR, "Sareb breaks records with 42.000 million euros swap", 20-09-2013);
  4. sin ningún problema en la ejecución, liderada por Santander y SocGen y con La Caixa, CECA, Crédit Agricole y Barclays como otros miembros del pool. Se buscó no copar más del 10% del volumen diario de negociación;
  5. que se produce en un entorno de aumento de la rentabilidad de los bonos a largo en las economías desarrolladas, factor de incertidumbre que aumenta el riesgo de intercambiar un cupón variable (Euribor más diferencial) por otro fijo;
  6. y que afecta a los bonos senior, esto es, aquellos que cuentan con el aval único e intangible de la propia Sareb, un elemento que podría dotarles de más volatilidad en el futuro, disparando el riesgo asumido por los tomadores del riesgo (por más que estos, a su vez, lo revendan en mercado).

Al César, por tanto, lo que es del César. Una muy buena noticia para los gestores del banco malo, que les permite dedicarse al mandato que tienen encomendado al cerrar unas condiciones financieras muy favorables para los próximos años, en los que no se prevé una contracción adicional de los tipos de referencia, sino más bien lo contrario. Y una gran noticia para España, que parece vivir del maná de las alegrías financieras en su particular travesía del desierto, en tanto se dilata en el tiempo la llegada a la tierra de promisión del crecimiento y el empleo, si es que se llega.

Bien por ellos, then.

A estas alturas de la restructuración bancaria española, a nadie se le escapa que prima en todo el componente financiero, especialmente por lo que a la gestión de los activos inmobiliarios se refiere. En cualquier decisión pesa más el consumo de capital, el impacto en provisiones, el desapalancamiento obtenido o el efecto en margen de intereses del mantenimiento de los adjudicados, por poner sólo un ejemplo, que considerandos tales como precio o rentabilidad de las casas, oficinas o centros comerciales vendidos. No hay por tanto un negocio del ladrillo como tal, sino sujeto a las servidumbres de unos números que, para muchas entidades, no terminan de cuadrar en términos de balance o cuenta de resultados. Son ellos los que marcan tiempos, descuentos y volúmenes.

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