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Hora de comprar volatilidad o el 'trade' del 100% (v. 2014)
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Alberto Artero

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Hora de comprar volatilidad o el 'trade' del 100% (v. 2014)

Anden con cuidado. Por más que caigan chuzos de punta macroeconómicos o geopolíticos ahí fuera, no importa. El nivel de complacencia ha llevado a la volatilidad

Anden con cuidado. Por más que caigan chuzos de punta macroeconómicos o geopolíticos ahí fuera, no importa. El nivel de complacencia ha llevado la volatilidad a niveles nunca vistos. La confianza en los bancos centrales y en su papel de salvavidas es excesiva. Bolsas en máximos, diferenciales de deuda en mínimos, rentabilidades de renta fija precarias, volumen de emisiones alto. El olor a peligro es el mismo que en excesos precedentes. Sin embargo, de la mano de alguno de estos supervisores se puede estar gestando la tormenta perfecta. Por si acaso, busquen la manera de comprar volatilidad. Aunque la historia indique que esta fiesta tiene aún recorrido, según refleja el segundo de los gráficos que les adjunto, puede ser el trade de la segunda mitad del año (Seeking Alpha, “The day volatility died”, 20-06-2014). Ustedes mismos.

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¿Por qué?

Hay una sensación cada vez más generalizada en Estados Unidos de que la política monetaria de la Reserva Federal va por ‘detrás de la curva’ teniendo en cuenta la fortaleza reciente de su mercado de trabajo y la aparición de las primeras señales inflacionarias, calificadas osadamente por Janet Yellen como "ruido". Una buena explicación de los pros y contras para defender tal afirmación la encontramos en este interesante post publicado por Jeff Miller en Seeking Alpha: “Is the Fed behind the curve?” (22-06-2014). Para los que ya piensan que es así, sólo las operaciones de carry entre los plazos intermedios y los más cortos de la estructura temporal de tipos habrían impedido que esa percepción se concretara de manera clara en las cotizaciones (Sober Look, “Betting against the FOMC could end badly”, 22-06-2014).

Supongamos que se trata de un diagnóstico acertado (aunque a un servidor le cueste ver a día de hoy cualquier presión de demanda de carácter estructural que se traduzca en subidas permanentes de precios).

En ese caso, los bonos serán los principales damnificados, especialmente tras la fortaleza mostrada en los últimos años. La toma de beneficios y la necesidad de evitar pérdidas futuras pueden provocar una liquidación de posiciones que vaya más allá de lo que racionalmente se podría justificar a día de hoy. El problema, tal y como señaló el optimista antropológico Ignacio de la Torre en su post de la semana pasada es que estos activos son mucho más ilíquidos de lo que se piensa, más aún cuando las tradicionales contrapartidas, los bancos de inversión, se han visto obligados regulatoriamente a minimizar su papel: las carteras en su balance apenas suponen un 25% de las que mantenían al inicio de la crisis. La negociación diaria de toda la renta fija estadounidense, pública y privada, ha caído un 20% desde 2010 y va por el menos 16% interanual en 2014 (FT Alphaville, “Call it liquidity leverage”, 23-06-2014).

Miren si el problema es relevante que la FED, otra intervención más, prefiere ponerse la venda antes que la herida y ha sugerido que se establezca para los fondos que invierten en deuda corporativa una comisión de reembolso que desincentive la venta masiva por parte de los partícipes si las circunstancias la propiciaran. Una propuesta, cuando menos, sorprendente amén de ineficaz debido al peso específico que, en términos de volumen, han ganado los ETFs con el paso del tiempo. Además, teniendo en cuenta las plusvalías acumuladas, tendría que tener un carácter disuasorio tal que podría acabar directamente con la categoría. Será difícil pues que la veamos implantada pero debiera servir de señal de alerta para observadores avezados (Financial Times, “Fed eyes exit fees in fears over bond fund run”, 17-06-2014).

Si ese colapso que, en términos objetivamente numéricos, predicen algunos llega a concretarse, si se produce un aumento súbito y radical de los costes de financiación de estados y, fundamentalmente, de las empresas, el impacto sobre las valoraciones bursátiles será inmediato, propiciando un recorte significativo en el mercado de acciones y, con él, un repunte sustancial de la volatilidad. No dejen escapar, por tanto, esta posibilidad. El escepticismo personal no puede negar la asimetría positiva del riesgo asociado a esta apuesta: mucho que ganar, poco que perder. Ahora hay muchos más instrumentos que cuando propusimos la misma idea hace cuatro años (Valor Añadido, “Hora de comprar volatilidad o el trade del 100%”, 08-01-2010). Ese día hablamos de rentabilidades del 100% que se quedaron cortas apenas cuatro meses más tarde. Entonces el VIX estaba a 18; ahora transita por la mitad de esa cifra. La sequía del verano y un par de datos mejores de lo esperado pueden hacer que la cosa se acelere.

O no.

Anden con cuidado. Por más que caigan chuzos de punta macroeconómicos o geopolíticos ahí fuera, no importa. El nivel de complacencia ha llevado la volatilidad a niveles nunca vistos. La confianza en los bancos centrales y en su papel de salvavidas es excesiva. Bolsas en máximos, diferenciales de deuda en mínimos, rentabilidades de renta fija precarias, volumen de emisiones alto. El olor a peligro es el mismo que en excesos precedentes. Sin embargo, de la mano de alguno de estos supervisores se puede estar gestando la tormenta perfecta. Por si acaso, busquen la manera de comprar volatilidad. Aunque la historia indique que esta fiesta tiene aún recorrido, según refleja el segundo de los gráficos que les adjunto, puede ser el trade de la segunda mitad del año (Seeking Alpha, “The day volatility died”, 20-06-2014). Ustedes mismos.

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