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Mamá, ¿por qué es imposible depreciar el euro?
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Alberto Artero

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Mamá, ¿por qué es imposible depreciar el euro?

Con motivo de la visita de Angela Merkel a España, Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE presentó este fin de semana un Decálogo de ideas

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)

Con motivo de la visita de Angela Merkel a España, Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE, ha presentado este fin de semana un decálogo de ideas económicas a implantar en el ámbito europeo con la finalidad de que España crezca. Giran alrededor de tres ejes: empleo, inversión y finanzas, y recoge como primer requisito la, a su juicio, necesaria depreciación del euro. Para los socialistas españoles...

“No hay razón que justifique que la zona euro tenga el crecimiento económico más bajo y la divisa más fuerte de la economía global. Desde que se creó el euro hace 15 años, su cotización promedio frente al dólar ha sido de 1,20. Sin embargo, en los dos últimos años apenas ha bajado de 1,35. Pedimos que el objetivo del BCE, de la Comisión Europea y de todos los Estados miembros sea la significativa depreciación del euro frente al dólar y otras divisas para corregir su sobrevaloración e impulsar las exportaciones de la zona euro”.

Pues bien, es una buena ocasión la que nos brinda esta propuesta para recordar el porqué resulta más que complicado que se materialice una devaluación controlada de la moneda única. Vicios en origenconvertían esa posibilidad, ya de principio, en una quimera. El paso de los acontecimientos no ha hecho sino reforzar talimpresión.

No hay que olvidar, en primer lugar, que el euro fue rampa de salida y no meta de la construcción europea. Se comenzó por la divisa como punto de encuentro para avanzar en la unión económica y política y no al revés. Esto es especialmente relevante ya que no estamos hablando de una moneda, un país, sino de distintas realidades regionales que adoptan una moneda para llegar a funcionar como un país. Aunque ahora parece haber unanimidad de opiniones, no siempre ha sido así. La heterogeneidad ha impedido históricamente una política unificada de tipo de cambio.

A ello ha contribuido negativamente el modo en el que se fijaron las paridades en el momento inicial. En buena parte de los casos, las mismas se establecieron sobre la base de procesos excepcionales de convergencia cuya continuidad en el futuro era casi imposible. De este modo, naciones como España aportaron la peseta a una relación de intercambio claramente sobrevalorada respecto a sus verdaderas posibilidades en términos de crecimiento futuro. Una merma interna de competitividad respecto a otros Estados miembros que los movimientos en la cotización del euro contra otras monedas no pueden subsanar.

Aunque la memoria es muy corta, especialmente en el mundo financiero, ocurre además que el euro era un cadáver hacebien poco, cuando se ponía en tela de juicio –al calor de lo que estaba sucediendo en Grecia y en otros países de la periferia europea– todo el entramado de la Eurozona. A día de hoy, teniendo en cuenta cuál es la evolución del crecimiento y el empleo en la región, existen aún dudas sobre si, al final, fue una buena idea;sobre su continuidad. Es verdad que aun así no se ha hundido –en el siguiente párrafo veremos por qué–, pero es evidente que sobre esos cimientos pensar que se trata de una divisa con la suficiente fuerza como para marcar el paso en los mercados internacionales es, cuando menos, excesivo.

Lo que nos lleva al penúltimo de los puntos.

Precisamente por eso, como ya hemos escrito en alguna que otra ocasión, mal que nos pese la moneda común no es una moneda de referencia, sino una moneda referida. Es decir, sus oscilaciones no dependen de la voluntad de los políticos europeos o del banco central liderado por Mario Draghi para hacer subir o bajar su precio en los mercados, sino de lo que hagan las respectivas contrapartidas, fundamentalmente el binomio dólar/yuan. Son las dinámicas macroeconómicas estadounidenses las que determinan los niveles de negociación del euro y no al revés. Si ahora está anormalmente alto es por el ejercicio de devaluación encubierta de la norteamericana vía QE, pendiente de corregir.La moneda de reserva por excelencia sigue siendo el billete verde. Y, miren por dónde, en el momento presente es una buena noticia.

Porque, al final, puede que la toma de conciencia de esta realidad sea una de las razones por las que el BCE no se vuelve loco con políticas suicidas a medio plazo de expansión cuantitativa que permitan depreciar al euro. Hasta ahora, al menos.Sería suicida lanzarse a galope contra los gigantes, que es lo que son, y no molinos. Contra una expansión de balance como la de la Reserva Federal o el BoJ. Por eso y porque esas mismas dinámicas macro de USA a las que hacíamos referencia en el párrafo anterior irán a favor de sus intereses. En Estados Unidos el ciclo de actividad productiva y, previsiblemente, de tipos de interés va en sentido opuesto al europeo, lo que, necesariamente, se traducirá en mayores rentabilidades, una entrada superior de dinero a sus fronteras y la apreciación del dólar frente a nuestra moneda. El objetivo se habrá entonces cumplido, pero no será por méritos propios, sino justamente por lo contrario.

Hijo mío, no te angusties: es lo que hay.

Con motivo de la visita de Angela Merkel a España, Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE, ha presentado este fin de semana un decálogo de ideas económicas a implantar en el ámbito europeo con la finalidad de que España crezca. Giran alrededor de tres ejes: empleo, inversión y finanzas, y recoge como primer requisito la, a su juicio, necesaria depreciación del euro. Para los socialistas españoles...

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