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Otro elemento recuerda peligrosamente al 'pre-crash' de 2007
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Alberto Artero

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Otro elemento recuerda peligrosamente al 'pre-crash' de 2007

En 2006, poco antes de morir a mi vida anterior e iniciar mi andadura en El Confidencial, siendo un servidor miembro de la procelosa comunidad de

No, no me estoy refiriendo a que una aerolínea como Lufthansa, con múltiples problemas y calificada por Moody's como bono basura, coloque deuda a cinco años al 1,125%, aunque podría ser una opción. El motivo de este post es, sin embargo, otro bien distinto.

Déjenme que les cuente.

En 2006, poco antes de morir a mi vida anterior e iniciar la andadura en El Confidencial, siendo un servidor miembro de la procelosa comunidad de banqueros privados y estando especializado en el asesoramiento a grandes patrimonios, viví de primera mano un fenómeno que causaría no pocos quebraderos a sus impulsores en los años siguientes: el empaquetamiento y comercialización entre particulares de productos ilíquidos como el capital riesgo o los hedge funds.

A cambio de suculentas comisiones de colocación y gestión, el banco ponía al alcance del resto de los mortales activos hasta aquel momento reservados para unos pocos. Para vencer la posible resistencia del cliente, el argumentario era el estándar: mejora de la frontera eficiente del inversor atendiendo a la rentabilidad histórica y la volatilidad de ese tipo de inversiones. Una realidad, por otra parte innegable, teniendo en cuenta su comportamiento en los años precedentes. Los modelos VaR no fallaban…

El desenlace final sería, por el contrario, bien distinto. Al ser alternativas cuyo rendimiento reciente se había basado, en muchos casos, en el uso abusivo del apalancamiento –bien para obtener por el lado financiero lo que no permitía el operativo, en el caso del capital riesgo, bien para multiplicar el impacto final de retornos menores, por lo que a los hedge funds respecta–, cuando el crédito se colapsó, el paraíso que prometían se convirtió para muchos en una pesadilla de la que ahora, siete u ocho años más tarde, comienzan a despertar.

Pues bien, ¿saben cuáles son los fondos que más están vendiendo algunas de las grandes gestoras de Estados Unidos a sus partícipes? Los llamados Liquid Alternative Funds (LAF). ¿Y saben en qué consisten? En lo mismo que entonces: replicar para los ciudadanos de a pie las estrategias de los grandes gurús del mercado, aquellos capaces de hacer millones de dólares con una sola operación mediante el uso de la deuda, los derivados, las ventas en corto y otros instrumentos más o menos complejos. Eso sí, con una diferencia esencial: el riesgo directo de iliquidez lo asume el vendedor y no el cliente, toda vez que los LAF cuentan con valor liquidativo diario y contrapartida del emisor…

¿Garantía suficiente?

Difícil parece en la medida en la que, como señala un experto en esta interesante pieza de Financial Times (FT, "The Rubik’s Cube of liquid alternatives", 07-09-2014), otorga a inversiones pensadas para el largo plazo una inmediatez de la que carecen. ¿Qué ocurrirá en caso de que haya un colapso de los valores incluidos en estos productos y la salida de fondos les obligue a una venta acelerada, no habiendo profundidad para ello? Una nueva crisis del modelo de gestión alternativa derivado de la inconsciencia de los adquirentes, la avaricia de los vendedores y la laxitud de unos supervisores que sólo ahora parece que empiezan a regularlos (WSJ, ‘"SEC launches examination of Alternative Mutual Funds", 12-08-2014).

De momento, como ocurriera en aquel año 2006, a la banca que le quiten lo bailao. En 2013, la comercialización de los LAFs supuso el 50% de las ventas netas en Estados Unidos de gestoras como Merril Lynch o Morgan Stanley, que han buscado con ello salvar el colapso en sus comisiones que ha ocasionado la generalización de los ETFs. Están disparados. Así, recomiendan que suponga el 20% de cualquier cartera frente al 5% actual (WSJ, "Financial advisers, firms spar over alternative funds", 27-05-2014). No es de extrañar con ese impulso que el patrimonio agregado de los Liquid Alternative Funds haya pasado de 96.000 millones de dólares en 2012 a 140.000 a cierre de 2013, cifra que a julio de este ejercicio había ascendido a casi 160.000. Las cifras empiezan a ser ya significativas.

En fin, otro dato más que recuerda peligrosamente al pre-crash de 2007 (Valor Añadido, "2013 empieza a oler peligrosamente al pre-crash de 2007", 29-05-2014). Voz que clama en el desierto. Se pierde entre los ecos atronadores de la acción de unos bancos centrales que enriquecen a unos pocos –los que tienen capacidad de ahorro y pueden asumir riesgos– y empobrecen a la mayoría –generando unos desequilibrios que no se resolverán en generaciones–. Pero nuestra obligación moral es seguir advirtiendo que lo que no puede ser –no hay crecimiento macro ni de ventas o beneficios–, no puede ser –no se crea empleo, la renta disponible sigue deprimida– y además es imposible –no se avanza en reformas estructurales y la demografía nos mata–.

Por lo demás, ustedes mismos. El hombre, ya saben, es el único animal que tropieza no dos, sino ‘n’ veces, con la misma piedra… Y si, después de leer este ejemplo, sin duda extremo, aportado por The Reformed Broker, acerca de lo que puede ser capaz de aportar negativamente un LAF, deciden seguir adelante, no me quedará más que pedirles que, al menos, disfruten el coscorrón.

No, no me estoy refiriendo a que una aerolínea como Lufthansa, con múltiples problemas y calificada por Moody's como bono basura, coloque deuda a cinco años al 1,125%, aunque podría ser una opción. El motivo de este post es, sin embargo, otro bien distinto.

Rentabilidad Hedge funds