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Por qué Luis de Guindos mira a las estrellas
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Alberto Artero

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Por qué Luis de Guindos mira a las estrellas

Las proyecciones de Luis de Guindos mezclan méritos propios y ajenos que han permitido vislumbrar un escenario optimista inimaginable hace dos años

Estuvo brillante el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, en el Foro Perspectivas Económicas 2015 que ayer organizó El Confidencial en colaboración con la mayor gestora de renta fija del mundo, PIMCO. Hizo un discurso bien estructurado sin recurrir a un solo papel y dio como titular que su crecimiento previsto para la economía española en 2014 del 2% se podría considerar como conservador. Una muy, pero que muy buena noticia… si llega a convertirse en realidad.

Porque, como pueden ver en el video que les adjunto, buena parte de sus proyecciones se basan en, como afirma, una alineación estelar que ocurre muy pocas veces en la vida. Una mezcla de factores exógenos y endógenos, de méritos propios y ajenos que han permitido vislumbrar un escenario inimaginable hace apenas dos años, con España como la Cenicienta de Europa, la guapa, esa que deslumbra a todo el baile entre conjuro y campanadas. Así lo acreditan los indicadores adelantados de la OCDE, muy destacados por el ponente. Una visión con la que, por cierto, coincide la propia PIMCO, si bien es más moderada en sus predicciones –para ella el 2% es un techo– precisamente por la languidez del resto de la Unión.

Bien, ¿cuáles son esos factores a los que aludía el ministro?

En primer lugar, la mejora de la competitividad. A ello contribuyen esencialmente dos elementos, en opinión del miembro del Ejecutivo. Por una parte, la caída de los costes laborales unitarios en la economía española, algo a lo que han ayudado, en su opinión, tanto la reforma del mercado de trabajo –cabría decir, en la parte que no tumban los juzgados de lo social– como la situación de exceso de oferta de mano de obra, que la convierte en salario aceptante a la baja, algo que se le olvidó explicitar. Por otra, la caída del tipo de cambio, resultado más bien –y esto es cosecha propia, no ministerial– de la fortaleza del dólar, toda vez que el euro es, desgraciadamente, moneda referida que no de referencia.

Estos dos aspectos permitirán reforzar la posición de nuestras empresas en el extranjero y favorecerán que esos nuevos exportadores que han ido apareciendo en España los últimos años progresen adecuadamente. La financiación exterior es una preocupación pública mitigada, al menos temporalmente, por el colapso del precio del crudo que, como la evolución de la cotización de la moneda única, está sujeta a los vaivenes propios del mercado. Para De Guindos, no sólo provoca una transferencia de renta a los consumidores, sino que permite aliviar la factura energética que nuestro país ha de pagar a terceros estados en nada más y nada menos que 10.000 millones de euros. Tercer astro a unir al par anterior.

La normalización del mercado constructor e inmobiliario, que dejará de drenar crecimiento al PIB nacional, y la reactivación del mercado de crédito, nueva producción a un coste más que razonable gentileza del BCE –que por el contrario está matando los márgenes de la banca sobre el stock actual de financiación– estuvieron también en boca de un ministro que se olvidó de recordar el impacto positivo que esa situación de desplome del precio del dinero tiene sobre el elevado endeudamiento privado español. Por cierto, se echó de menos una referencia al endeudamiento público, que preocupa, y muy mucho, ahí fuera. Más en la medida en que su crecimiento es superior al incremento nominal de nuestra economía.

No ocultó Luis de Guindos que se trata de un escenario que, si bien se puede encontrar con incentivos adicionales al alza, como el Plan Juncker para relanzar las infraestructuras europeas o nuevas reformas de carácter estructural que adoptar –para los analistas avezados no pasó desapercibida su referencia a las tres flechas del plan de Abe para sacar a Japón de la deflación: política monetaria, fiscal y reformas–, no está exento de riesgos tanto externos, fundamentalmente geopolíticos, como internos, ligados a la desinflación local o formaciones políticas de nuevo cuño que pondrán a prueba “la madurez” del electorado español. Una amenaza que, si se extrapolara lo que está pasando estos días en Grecia a nuestro territorio, pasaría como un tsunami sobre las cuentas públicas y la banca.

Sea como fuere, como los datos no se discuten, hay que felicitar al ministro por haber conseguido lo que muchos dudábamos. Como todo en la vida ha sido fruto de una conjunción de talento, trabajo, apoyos imprescindibles, como el de Mario Draghi, y la necesaria dosis de suerte. Sin embargo, como salió posteriormente en las mesas que fueron teniendo lugar, de boca de Presidentes y CEOs de los más diversos sectores patrios, lo peor que podría hacer este país es caer en la complacencia. La única receta para combatir el populismo es el crecimiento económico y este no se consigue con parches temporales o contribuciones imprevistas como la del crudo. No cabe confiar en las estrellas, sino adoptar las medidas necesarias para que llegue para quedarse. No vaya a ser que el cielo termine desplomándose sobre nuestras cabezas.

Tome nota quien corresponda.

Estuvo brillante el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, en el Foro Perspectivas Económicas 2015 que ayer organizó El Confidencial en colaboración con la mayor gestora de renta fija del mundo, PIMCO. Hizo un discurso bien estructurado sin recurrir a un solo papel y dio como titular que su crecimiento previsto para la economía española en 2014 del 2% se podría considerar como conservador. Una muy, pero que muy buena noticia… si llega a convertirse en realidad.

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