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El dólar, enemigo público de los mercados en 2015
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Alberto Artero

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El dólar, enemigo público de los mercados en 2015

El dólar es sin duda la variable a seguir en este 2015 que está a punto de comenzar. Por encima de cualquier otra. No en vano,

El dólar es la principal variable a seguir en este 2015 que está a punto de comenzar. Por encima de cualquier otra. No en vano, de su evolución dependerá el curso final que siga la política monetaria en Estados Unidos, la evolución de una parte sustancial de las materias primas y la estabilidad económica primero y política después de algunas naciones emergentes. Casi nada. Tras apreciarse en 2014 por primera vez en 25 años contra su 31 principales contrapartidas, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que, de nuevo, 2015 será el año del billete verde (ver cotización).

En efecto, tal y como señalamos en su día, su trayectoria puede condicionar la retirada de los estímulos de la Reserva Federal. El diferencial de tipos de interés respecto a otras economías desarrolladas atrae fondos en busca de la mayor rentabilidad que ofrecen los Treasuries y revaloriza la divisa. Hasta ahí lo normal. El problema surge cuando la debilidad del resto los convierten en la única opción y el tipo de cambio se dispara hasta el punto de perjudicar a las empresas locales (repatriación de beneficios foráneos y exportaciones) y poder propiciar un crash mundial que cercene la recuperación interna. A la FED no le quedaría entonces más remedio que emplear toda su artillería para intentar controlar ese peligroso riesgo moneda. ¿Cómo? Bien retrasando la subida del precio del dinero, bien expandiendo de nuevo su balance.

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Como es sabido, la fortaleza del dólar correlaciona inversamente con el precio de buena parte de las commodities a nivel mundial, es decir: mientras aquel sube, los precios de estas bajan. Un fenómeno que se está repitiendo en la actualidad y del que, paradójicamente, uno de los primeros perjudicados es el propio Estados Unidos. No en vano, buena parte de la mejora en la actividad del país se debe a las ganancias de competitividad y al empleo y la inversión ligados al boom del fracking en determinadas partes de su territorio. Al situarse la cotización del crudo muy por debajo de los umbrales mínimos para hacer la producción rentable, la paralización de proyectos se ha convertido en el pan nuestro de cada día mientras que los que ya están en funcionamiento pueden acumular cuantiosas pérdidas que hagan daño a la financiación basura asociada a las mismas. De hecho, el 97% de los campos están ya en pérdidas. Un freno en la escalada del billete verde, ayudaría a estabilizar la situación.

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Pero el verdadero daño lo pueden sentir en sus cuentas muchos emergentes exportadores de minerales o productos agrícolas. Al reducirse la entrada de divisas foráneas a su territorio -que se ve acelerado por la reversión del proceso de carry trade- tienen que revisar a la baja sus previsiones presupuestarias, aumenta su déficit público y la dificultad de sostener el gasto productivo o asistencial, se encarece su coste de financiación en moneda extranjera por el doble efecto tipo de cambio y de interés y se incrementa el riesgo de ruptura de la cohesión social. En la medida en que esto se prolonga en el tiempo, el comercio internacional termina sufriendo y, de manera directa o indirecta, el crecimiento mundial por más que el abaratamiento de suministros y aprovisionamientos libere rentas a consumidores y empresas. Con un factor adicional interesante: cualquier rotación en el liderazgo económico mundial se vería abortado.

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Como pueden ver, las implicaciones de una revalorización descontrolada del dólar no son, ni mucho menos, menores. Sin embargo, frenarla es algo que solo puede hacer la Reserva Federal y su capacidad de influir sobre las expectativas del mercado por medio del wording ligado a su política monetaria al más puro estilo Draghi. Enfriar la potencial subida de tipos, la primera en más de seis años, bastaría. Y Janet Yellen puede haber encontrado un interesante aliado estadístico en los datos de salarios que se dieron a conocer el pasado viernes. Es verdad, se crea empleo en Estados Unidos; es verdad, el paro se ha situado por debajo del 5,6%; pero la gente no gana más y, sin mayores rentas, con la gasolina por los suelos y las demás importaciones mucho más baratas por el poder adicional de compra que otorga la revaluación de la moneda, la primera potencia del mundo puede no ser ajena tampoco al fantasma de la deflación. Y, ¿entonces? Lean aquí: "2015, esta sorpresa inesperada puede cambiarlo todo", 20-11-2015.

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Veremos.

Por si acaso, no pierdan de vista esa referencia. Determinará el curso de casi todo en el año que acaba de comenzar.

Buena semana a todos.

El dólar es la principal variable a seguir en este 2015 que está a punto de comenzar. Por encima de cualquier otra. No en vano, de su evolución dependerá el curso final que siga la política monetaria en Estados Unidos, la evolución de una parte sustancial de las materias primas y la estabilidad económica primero y política después de algunas naciones emergentes. Casi nada. Tras apreciarse en 2014 por primera vez en 25 años contra su 31 principales contrapartidas, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que, de nuevo, 2015 será el año del billete verde (ver cotización).

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