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Tres razones de peso por las que Draghi se equivoca
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Alberto Artero

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Tres razones de peso por las que Draghi se equivoca

Eran las cuatro menos diez de la tarde de ayer cuando, en una ceremonia de la confusión solo posible en Europa, se filtraba que el BCE

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Eran las cuatro menos diez de la tarde de ayer cuando, en una ceremonia de la confusión solo posible en Europa, se filtraba que el BCE se va a gastar desde el 1 de marzo 50.000 millones de euros mensuales en bonos soberanos de la Eurozona, al menos durante un año y, a lo mejor, quizás, tal vez, hasta finales de 2016. Así lo habría decidido el martes el Comité Ejecutivo del Banco Central. La filtración se debería a la indiscreción de alguno de los banqueros nacionales alertados en persona por Mario Draghi. Sea como fuere, en el Consejo de Gobierno de hoy se consumaría el desastre. Alea jacta est. Que Dios nos pille confesados.

Porque, como señalamos a inicio de mes, la medida no va a servir para nada (V.A., "Europa camina hacia su suicidio definitivo", 07-01-2014). Al contrario, agravará aún más, si cabe, los problemas de la región.

¿Exagerado? Vean si no.

1. No creará inflación. No hace falta ser una lumbrera para llegar a esa conclusión. Basta con mirar lo que ha sucedido con las naciones que ya han aplicado programas similares, caso de Estados Unidos, Japón o el propio Reino Unido. Los tres se ven a día de hoy afectados por tendencias desinflacionarias, cuando no directamente deflacionarias. Los asiáticos rebajaron en la noche del martes al miércoles su estimado de IPC para su año fiscal –que empieza el uno de abril– al 1% (desde el 1,7% de octubre) pese a toda la munición empleada hasta ahora. Tome nota quien corresponda.

Tres son las razones que justificarían esta falta de reacción: una, esta crisis ha sido de sobreoferta de factores de producción, lo que ha provocado el ajuste de su coste (salarios o rentas) a la baja; dos, el exceso de endeudamiento privado constriñe consumo e inversión, afectando a la actividad; y tres, el colapso de los costes de aprovisionamiento, no sólo energéticos (petróleo o gas) sino de muchas otras materias primas tanto mineras como agrícolas, ha deprimido los indicadores. Es verdad, el desplome del euro frente al dólar (no tanto contra otras divisas), que encuentra nuevos argumentos macro para acelerarse tras lo de hoy, permitirá importar inflación pero no en la medida suficiente. The time has gone.

No se crean, por tanto, el camelo de que con esto se combate la deflación.

(vía Martin Wolf, Financial Times, inflación subyacente)

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2. Entre otras cosas, y entramos así en la segunda de las razones para pensar que estamos ante una iniciativa innecesaria, porque el dinero tampoco va a circular a resultas del QE. Sobra liquidez en el sistema financiero, tanto en la parte bancaria del mismo como en los mercados de capitales. Si pese a tal abundancia no se mueve, tengan por seguro que no es porque el Banco Central no haya hecho lo suficiente. No en vano, vivimos una época de tipos de intervención inusitadamente bajos, cercanos a cero, desde hace ya mucho tiempo. ¿Ha servido de algo? The answer is... no.

Al menos en Europa, la correa de transmisión de las políticas monetarias es la banca, una de las industrias damnificadas, por cierto, por esta medida toda vez que se agudizará su compresión de márgenes (fruto del aplanamiento de la curva de tipos) y no podrá jugar más al carry trade. Pues bien, el sector se enfrenta a día de hoy a tres restricciones que limitan su actividad: la falta de demanda solvente (buena parte del boom de emisiones de renta fija en 2014 ha sido de high yield, renta fija de la peor calidad); las elevadas posiciones de deuda personal o corporativa en el balance de ciudadanos y empresas; y la presión regulatoria, que afecta tanto al stock de crédito como a la nueva producción en la difícil ecuación financiación/consumo de capital.

No se crean, por tanto, la mentira de que this time is different.

(vía Open Europe, una lectura excepcional, bancos vs bonos en Europa)

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3. No arreglará los problemas estructurales de Europa. Es evidente a quién beneficia una medida como la que se va a implantar en un par de meses: a los endeudados Gobiernos. No tanto por el lado de los costes financieros, toda vez que la rentabilidad exigida por los inversores a los títulos soberanos de las naciones desarrolladas se ha situado ya a niveles incompatibles con la realidad de muchas economías, cuanto por facilitarles que puedan seguir engordando su balance ad infinitum, multiplicando el riesgo futuro para sus sufridos ciudadanos, como nos encargamos de explicar en su día (V.A., "Una simple ecuación económica está destrozando a España", 08-07-2014). Si, al menos, hubiera condicionalidad en este aspecto como lo hay con el déficit…Pero no. Pan para hoy y hambre para mañana.

No solo eso, buena parte de esos nuevos fondos se destinarán más a políticas asistenciales que a tareas de carácter productivo susceptibles de tener un efecto multiplicador sobre el conjunto de los agentes económicos. Por si fuera poco, retrasarán la toma de decisiones esenciales para asegurar la sostenibilidad a futuro de algunos Estados beneficiarios, reformas que deberían facilitar la eliminación de las restricciones que afectan a los factores de producción y facilitar una mayor integración fiscal que salvaguarde por la vía de los hechos el proyecto europeo. El problema de Europa es… que no es. Así lo reconoce el propio BCE al exigir que los valores comprados por el BCE permanezcan en el balance de los bancos centrales de los países beneficiados. Desmutualizar antes de ser acusado de mutualizar. Qué cosas.

No se crean, por tanto, la idiotez de que con esto Europa irá a más y no menos.

(vía Open Europe, contracción de diferenciales)

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(vía J.P. Morgan, previsiones adicionales de contracción a diciembre de 2015)

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Acabo. Continuará la inflación de activos de todo tipo, aumentará aún más el peso de la economía financiera frente a la real, se deprimirán adicionalmente las rentas del ahorro, crecerán las desigualdades y, al final del día, cuando la burbuja estalle, todos seremos mucho más pobres. Por generaciones y generaciones. Esa es la verdad que no se cuenta de lo que se aprueba este jueves. El impacto no sólo será económico, sino político. Lo que está sucediendo ya en muchas democracias occidentales son olitas ante el tsunami parlamentario que se les avecina. Y social, con la cohesión puesta entre la espada y la pared. A estos nos enfrentamos gracias a la imprudente decisión de quien renunció a la ortodoxia en beneficio de… ¿qué?

Me lo expliquen.

Eran las cuatro menos diez de la tarde de ayer cuando, en una ceremonia de la confusión solo posible en Europa, se filtraba que el BCE se va a gastar desde el 1 de marzo 50.000 millones de euros mensuales en bonos soberanos de la Eurozona, al menos durante un año y, a lo mejor, quizás, tal vez, hasta finales de 2016. Así lo habría decidido el martes el Comité Ejecutivo del Banco Central. La filtración se debería a la indiscreción de alguno de los banqueros nacionales alertados en persona por Mario Draghi. Sea como fuere, en el Consejo de Gobierno de hoy se consumaría el desastre. Alea jacta est. Que Dios nos pille confesados.

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