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Inoportuna réplica de 'The Economist' a la reorganización del BBVA
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Alberto Artero

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Inoportuna réplica de 'The Economist' a la reorganización del BBVA

Los bancos se enfrentan a nuevos partícipes que, aún en estado embrionario la mayoría de ellos, amenazan con llevarse, con el paso del tiempo, una parte sustancial de su ‘cautivo’ pastel

Foto: El presidente de BBVA, Francisco González (d), y el exconsejero delegado de la entidad, Ángel Cano. (EFE)
El presidente de BBVA, Francisco González (d), y el exconsejero delegado de la entidad, Ángel Cano. (EFE)

El pasado lunes, con motivo de la reordenación de la estructura organizativa anunciada por el BBVA –y que suponía la salida de la entidad de su, hasta entonces, COO,Ángel Cano–, señalamos que la apuesta por la digitalización emprendida por FG pecaba de excesivamente ambiciosa. Ser “el mejor banco universal de la era digital” se enfrentaa un triple problema: presencia, competencia y legacy, tres factores que convertirían en ‘ilusoria’ su pretensión.

Una opinión personal, por supuesto, refutable y ojalá errada.

España necesita hoy más líderes que nunca.

Pues bien, no habían transcurrido ni tres días desde el anuncio del nuevo organigrama y la edición de esta semana de The Economist se hacía eco del fenómeno de fintech –tecnología aplicada a las finanzas–en términos similares por lo que a las posibilidades de los actores existentes respecta. Los bancos se enfrentan no sólo a ese vendaval regulatorio que condiciona el tamaño de sus recursos propios y, por ende, su rentabilidad, sino también a nuevos partícipes que, aún en estado embrionario la mayoría de ellos, amenazan con llevarse, con el paso del tiempo, una parte sustancial de su ‘cautivo’ pastel.

Silicon Valley is coming”, tal y como resumió en la Memoria Anual de este año de J.P. Morgan su presidente Jamie Dimon.

Y va a suponer una revolución que, en palabras del semanario británico, servirá pararedefinir y mejorar el mundo bancario de tres maneras distintas, a saber:

1. Menores costes, mejor calidad de servicio y más transparencia, la cuadratura del círculo, algo que en el universo tradicional sólo se puede lograr mediante costosas fusiones o cuantiosas inversiones. El peso del legacy. Sin horario ni calendario, las posibilidades de interacción con y desatisfacción al cliente se multiplican. ¿Es algo que puede hacer un banco sistémico? Como parte accesoria a su negocio, sí; de forma core, difícil.

2. Nuevas formas de evaluar el riesgo que aprovechan toda la potencialidad de la web y van más allá de los mecanismos seculares de risk scoring, esos que constriñen la concesión de financiación y disparan el consumo de recursos asociados a la misma de los incumbents. Presencia en un ecosistema nuevo que ofrece nuevas oportunidades mediante el uso de la tecnología. Se trataría de una ventaja meramente circunstancial (que desaparecería en la medida en que fueran ganando tamaño) si no fuera porque…

3. … además el modelo de competencia es también distinto. Como regla general los nuevos operadores actúan las más de las veces como intermediarios y no agregan balance, sino queindividualizan operaciones minimizando así el riesgo entre activo y pasivo, entre financiación concedida y recibida, ajenos como son a la obsesión por captar la cuenta corriente, la venta cruzada o el share of wallet de quien demanda sus servicios. La satisfacción es la que trae la recurrencia y no la inercia.

Ya advertimos que la banca se encuentra en la encrucijada, con una guerra que recuerda a los momentos previos al estallido de la burbuja crediticia 

Como ven, las tres ideas fuerza a la que hicimos referencia en nuestro post de hace una semana.

Réplica inoportuna para los intereses de Francisco González.

Contra esa realidad, tal y como señalamos en su momento, la alianza o la compra selectiva –de alguna manera la guerra de guerrillas–tiene más sentido que la batalla a campo abierto. De hecho, BBVA ya lo hizo con Simple, adquisición que alabamos en estas líneas en su momento. Falta en estas macroorganizaciones capacidad para adecuar su estructura de manera ágil a la nueva realidad. Un cambio que, en contra de lo que puede pensar algún ejecutivo, será más difícil que llegue de arriba abajo que de abajo arriba.

Ya advertimos ayer de que la banca se encuentra en la encrucijada, con una guerra que recuerda a los momentos previos al estallido de la burbuja crediticia de 2007en cuanto a precios, volúmenes y garantías.Le quedan años por delante muy duros en los que el margen de intereses va a sufrir y con él el resto de la cuenta de resultados.Olvidar que la gestión de ese parámetro es la prioridad no augura, seguro, nada bueno para el día de mañana.

Cuidado con los cantos de sirena para la posteridad.

Dicho queda.

El pasado lunes, con motivo de la reordenación de la estructura organizativa anunciada por el BBVA –y que suponía la salida de la entidad de su, hasta entonces, COO,Ángel Cano–, señalamos que la apuesta por la digitalización emprendida por FG pecaba de excesivamente ambiciosa. Ser “el mejor banco universal de la era digital” se enfrentaa un triple problema: presencia, competencia y legacy, tres factores que convertirían en ‘ilusoria’ su pretensión.

The Economist Tecnología Francisco González