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Telefónica tiembla, terremoto de magnitud 9 en las telecomunicaciones
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Alberto Artero

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Telefónica tiembla, terremoto de magnitud 9 en las telecomunicaciones

La movilidad está conduciendo a una lucha encarnizada por dos activos fundamentales en la nueva configuración del sector mundial de las telecomunicaciones: audiencia y contenido

Foto: Sede de Telefónica en Düsseldorf (Alemania). (Efe)
Sede de Telefónica en Düsseldorf (Alemania). (Efe)

Esta semana ha sido bastante activa por lo que a operaciones corporativas en el sector de las telecomunicaciones se refiere.

El cambio del entorno es brutal y a los distintos actores no les queda otra que ocupar aceleradamente posiciones para no quedarse fuera de juego. Los cambios asociados a la consolidación de la movilidad como única alternativa frente a la multiplicidad de dispositivos anteriorestá conduciendo a una lucha encarnizada por dos activos fundamentales en la nueva configuración de la industria: audiencia y contenido.

Es en relación con ambos parámetros donde hay que encuadrar dos operaciones, una cerrada y otra potencial, que han ocupado las portadas de los medios especializados estos días: la compra de Suddenlink por parte de Altice -y el posible interés de esta última por Time Warner-y la potencial fusión entre Vodafone y Liberty Global, en fase aún muy embrionaria.

Operadoras más o menos tradicionales y firmas de cable unidas por la necesidad.

Lo curioso es que, en contra de lo que cabría pensar, la iniciativa no es unidireccional del fuerte al débil sino que nace del David de este cuento, liderada, eso sí, por visionarios que buscan romper el statu quo actual y mojar peligrosamente la oreja a los Goliats, incumbents de primera generación que, como regla general, dan la impresión de estar a las patatas.

Así, en el caso de la matriz de las francesas Numericable y SFR, su propietario Patrick Drahi ha decidido dar el salto a Estados Unidos y abandonar cualquier intento adicional de consolidación en la timorata Europa, presa de los intereses individuales y la visión reduccionista de los estados que la conforman. Para ello ha comprado el 70% de la séptima ‘cablera’ del país que cuenta con un millón y medio de clientes.

De esta forma vuelve a sus orígenes y sienta las bases para conquistas mayores, caso de Time Warner Cable, cuya fusión con Comcast se cayó el mes pasado y con la que, según informó esta misma semana el WSJ, ya ha tenido contactos preliminares. Una firma por la que, a su vez, está interesado John Malone, el dueño de Liberty Global que busca hacerse con ella a través de su participada Charter Communications, la cuarta en el ranking del cable USA, y de la que tiene el 25% del capital.

Ya fracasó en su primer intento.

Ahora…

La batalla entre ambos empresarios se antoja apasionante.

Está por ver cómo termina y si no se lleva por delante a sus respectivas compañías.

Altice lleva 40.000 millones de dólares en operaciones corporativas en apenas año y medio. Algo muy difícil de digerir. El dueño de Liberty acumula 36.000 kilos en transacciones desde 2010 y se plantea ahora, a sus 74 años, una integración con Vodafone que daría lugar a un gigante. De ser así, abandonaría sus intentos de aumentar su posición en la cadena británica ITV, actualmente situada en el 6,4%.

Sea como fuere, tal y como apuntábamos al inicio de esta entrada, lo verdaderamente relevante es lo que subyace a este proceso de concentración: la necesidad de ocupar espacios en un momento en el, por una parte, el quadruple play –fijo, móvil, datos y televisión- se impone en la oferta comercial de las telcos y, por otra, el consumo del contenido audiovisual se traslada a un ritmo vertiginoso desde dispositivos fijos a teléfonos y tabletas.

Con estas operaciones, los unos ganan bases de clientes sobre los que actuar y poder de negociación con los productores, gracias a la escalabilidad, y los otros consiguen una alternativa a la decadencia del modelo tradicional de distribución de información y entretenimiento.

Miel sobre hojuelas.

De momento, tal y como señalábamos también al arranque, se ve poco nerviosismo en los operadores tradicionaleseuropeos ante estos movimientos. En el caso de Telefónica, con la compra de Canal Plusse hace con la práctica totalidad de unmercado-satélite en este caso como complemento a su cable-que terminará integrando bajo su marca. Pero nuestro país pesa cada vez menos en la cuenta de resultados y es evidente que este cambio, antes o después, llegará al resto de los mercados en los que está presente, Brasil incluido.

¿Cuál es su estrategia?

Esta semana ha sido bastante activa por lo que a operaciones corporativas en el sector de las telecomunicaciones se refiere.

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