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Dimas, tenemos un problema: El Corte Inglés no gana dinero
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Alberto Artero

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Dimas, tenemos un problema: El Corte Inglés no gana dinero

Un margen neto del 0,1% sobre una ventas crecientes, en un entorno de mejora del consumo, indica una precariedad impropia de quien ha sido santo y seña durante décadas del mundo empresarial

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(EFE)

Por segundo año consecutivo el grupo consolidado de El Corte Inglés apenas ha ganado dinero. Poco más de 14 millones de euros, cifra similar a la de 2013.

Sólo los ajustes fiscales consiguen elevar el dato final hasta los 118.

Algo, por supuesto, legítimo, derivado de los eternos cambios en la tributación española.

Pero preocupante.

Un margen neto del 0,1% sobre una ventas crecientes (14.600 millones de euros), en un entorno de mejora del consumo en nuestro país, indica una precariedad impropia de quien ha sido santo y seña durante décadas del mundo empresarial patrio.

O despega a partir de esta dura realidad o, hello Dimas, tenemos un problema.

Un problemón, I dare to say.

Es verdad que hay que distinguir -como se encarga de subrayar la propia compañía- entre el frente operativo y el financiero, que muestran dos realidades, si no antagónicas, sí bien diferenciadas.

En el caso del primero, se nota una mejora progresiva en la evolución del negocio con la única excepción de Hipercor –con severos problemas de formato- y Supercor, que por fin ha terminado un proceso de restructuración y reordenación que ha podido despistar a la clientela.

El crecimiento del 14,5% del Ebitda -o beneficio operativo ajustado- del conjunto de sus empresas el pasado ejercicio, unos 100 millones de euros, se justifica a partes iguales por aumento de facturación/margen de explotación -gracias al ciclo y a una agresiva política comercial- y mayor eficiencia en costes, sobre todo en los generales.

Buenas noticias, por tanto, sin tirar cohetes, por esta parte.

Aún así, sigue siendo una empresa sobredimensionada en tamaño y formatos que, sin el necesario ajuste de capacidad, verá limitada su velocidad de recuperación. Una racionalización que se antoja inevitable en el futuro si la compañía quiere volver por sus fueros.

La cruz llega por el lado de las finanzas.

La presión de los gastos financieros asociados a una deuda creciente en 2014 -hasta casi 5.300 millones de euros- impide que esa mayor rentabilidad pueda encontrar su reflejo en la última línea de la cuenta de resultados. Es verdad que la reciente venta de autocartera -que le permitirá rebajar el endeudamiento bancario en 1.000 millones de euros- y la diversificación de sus fuentes de financiación, harán que esa partida mejore en el futuro pero se trata de un deal muy caro para la empresa en términos de compromisos de gestión y financieros y potencial dilución futura por la capitalización de los intereses.

Algo que nos lleva necesariamente de las Pérdidas y Ganancias al Balance.

No les falta razón a quienes defienden que, frente a la cesión a las pretensiones económicas del nuevo socio árabe, que sólo se justifica desde la necesidad y la debilidad, había que haber actuado sobre el ingente patrimonio inmobiliario de la compañía, con un coste de adquisición superior a los 10.500 millones de euros en la partida de ‘Terrenos y construcciones’.

Un activo con un potencial enorme para poder actuar sobre él bien en forma de venta y alquiler con pacto de recompra, bien de desarrollo de una SOCIMI y cotización en bolsa, bien de desinversión de centros no rentables… Cualquiera de estas actuaciones no sólo habría permitido obtener un flujo elevado de ingresos con menores servidumbres financieras y de gestión sino que habría facilitado la reducción de unas amortizaciones anuales superiores a los 500 millones de euros, el reducir estructura y, en un tercer estadio, incluso el conseguir una mejor colocación de las propias acciones.

Más allá de su uso como garantía de determinados créditos, no se entiende la obsesión de ECI por preservar virgen esta partida de su balance.

Sea como fuere, el volumen total de apalancamiento financiero no es nunca el problema, sino la capacidad de generar recursos para hacerle frente. Sin ventas y margen, todo lo demás se cae por su propio peso.

Como hemos señalado al inicio de este post, El Corte Inglés ve, después de muchos años, luz al final del túnel. Si el negocio coge inercia, como esperan sus responsables, buena parte de las incertidumbres sobre su futuro quedarán pronto disipadas y las servidumbres derivadas de los nuevos pactos, diluidas.

Hay que dar un voto de confianza a la capacidad de Dimas y su gente para coger el problema, problemón, por los cuernos y salir airoso del lance.

El tiempo, que es juez implacable, dirá.

Buena semana a todos.

Por segundo año consecutivo el grupo consolidado de El Corte Inglés apenas ha ganado dinero. Poco más de 14 millones de euros, cifra similar a la de 2013.

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