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La nueva desvergüenza financiera patria: hacer un Slim
Ahí fuera alucinan con cosas como las que, por ejemplo, está haciendo Carlos Slim en Fomento de Construcciones y Contratas y sus participadas, Realia y Cementos Portland
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Lo de este país llamado España es de chiste.
Aun cuando pretenda ser serio, o dar apariencia de tal.
Ahí fuera no salen de su asombro ante determinadas cosas dadas como por buenas por la Oficina Económica de Presidencia, ese grupúsculo socialdemócrata tan beligerante con el capital; el Ministerio de Economía y Competitividad, impertérrito ante el reguero de sangre que puede dejar tras su marcha elactual titular; la Comisión Nacional del Mercado de Valores, esa que suspende un valor por un quítame allá esos rumores, ejerce de censora con los críticos, y se manifiestacomprensiva con elpoder; los auditores de las cotizadas, sabedores muy bien de por qué facturan realmente, cómplices necesarios por omisión; los responsables de los distintos mercados financieros, interesados únicamente en el ‘go with the flow’; defensores de los accionistas, beligerantes en función de quién paga las cuotas;o medios de comunicación, acostumbrados a mirar a otra parte no vaya a ser que en la dirección correcta encuentren una noticia.
Alucinan con cosas como las que, por ejemplo, está haciendo Carlos Slim en Fomento de Construcciones y Contratas y sus participadas, Realia y Cementos Portland.
No hace falta irse aguas abajo.
Basta con centrarse en la matriz, FCC.
Y lo que se ha producido en la constructora es lo siguiente: una entrada concertada del mexicano en el capital, tanto con los bancos acreedores de la firma y de la antigua socia principal como con esta misma, señora de rancio abolengo dinerario venida a menos gracias a asesoramientos pretéritos casi delictivos; una intervención decisiva por su parte en la gestión posterior o, mejor dicho, en ese desgobierno que ha caracterizado durante meses a la empresa debido a la certeza de la salida de Juan Béjar y a la ausencia de un reemplazo de garantías que conociera operativamente lo que, el ya exconsejero delegado, remendó financieramente, relevo aún pendiente;y, punto y seguido, una previsible aportación de nuevos fondos antes de final de año, se supone que garantizados por el de Zumosol a la espera de la llegada de nuevos primos, a requerimiento de la compañía y de la banca -o casi al revés- como única manera de asegurar su difícil supervivencia, plena de promesas de cooperación internacional y roma de concreciones a día de hoy.
Buena parte de nuestras cotizadas son dominadas por ejecutivos auto devenidos dioses intocables que han consagrado sus esfuerzos a impedir que nadie les tosa
Es decir, un control absoluto de la firma por parte de un accionista minoritario de acuerdo con el resto de los mayores 'stakeholders'que, no obstante, no se ha visto obligado en ningún momento, por aquello de que la letra de la ley debe ser a partir de ahora más importante que su espíritu -viva el fraude- a plantearse el lanzamiento de una opa, siquiera cosmética a loVillar Mir, esto es: a un precio por debajo de la ya exangüe cotización.
'Rien de rien'.
Haciendo y deshaciendo a su antojo, rescatador en Koplowitzlandia.
Y, mientras, el ‘establishment’ mirando para otro lado, cegado como está por la llegada de tan probo magnate, que solo tiene un problema: le gusta hacer pasta en los negocios al menor coste posible. Y no parará mientes hasta conseguirlo pasando por encima de quien tenga que pasar.
¿Saben qué?
No es de extrañar que así ocurra.
Hemos consagrado en España un modelo de gobierno corporativoinfame en el que buena parte de nuestras principales cotizadas son dominadas por ejecutivos autodevenidos dioses intocables que, presentes marginalmente en el capital de sus respectivas compañías, han consagrado sus esfuerzos a impedir que nadie les tosa. Da igual el momento del ciclo o la evolución del negocio. Ahí siguen, amarrados al duro banco y a sus suculentos emolumentos, cercenando el paso a generaciones más visionarias y preparadas que ellos y pensando que es el mundo el que tiene que cambiar porque la razón está de su parte. Plas, plas, plas.
Algo que incomoda pero no motiva, que duele pero no impele a quienes deberían impedirlo.
Sin embargo, para el dinero serio es piedra de un escándalo inexplicablemente obviado. Hambre para mañana. Algo que, a alguien, debería, de alguna manera, preocuparle.
Pero va a ser que no. Porque eso es casta, puro espíritu de supervivencia gregaria.
Buena y corta semana a todos.
Lo de este país llamado España es de chiste.