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Trudeau es el Albert Rivera canadiense y, sí, tres meses son suficientes para ganar
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Alberto Artero

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Trudeau es el Albert Rivera canadiense y, sí, tres meses son suficientes para ganar

Trudeau lo ha hecho en dos meses y medio. En apenas 80 días. Prácticamente el tiempo que le quedaría a Ciudadanos para encaramarse al poder

Foto: El primer ministro electo de Canadá, Justin Trudeau. (EFE)
El primer ministro electo de Canadá, Justin Trudeau. (EFE)

Justin Trudeau va a ser el nuevo primer ministro de Canadá.

Lo sorprendente es que, como Albert Rivera en España, era un 'outsider' que apenas contaba con opciones al principio del pasado mes de agosto. El siguiente gráfico de Bloomberg con hitos sobre la evolución de las encuestas explica de manera somera su particular 'vuelta al voto' en 80 días.

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El paralelismo entre las aventuras electorales de uno y otro candidato no es, ni mucho menos, forzado.

Hay enormes similitudes en ambos procesos.

No en vano, los conservadores canadienses defendían como mensaje principal mantener el statu quo. Centraron su discurso en la economía poniendo como aval 10 años en el poder. Han logrado así perder muchos más escaños que votos (apenas 200.000) gracias a la bonanza local reciente. Mientras, los ‘socialistas’ del NDP, que se encontraban en busca de la identidad perdida tras asumir Thomas Mulcair su liderazgo en 2012, sufrían un severo castigo por más que estuvieran durante meses liderando las encuestas. Le pasaron factura los coqueteos fiscales a la Pedro Sánchez. Espejito, espejito...

Trudeau, mientras tanto, se limitó a proponer, desde el Partido Liberal, un cambio no de políticas sino de la Política. Una regeneración democrática basada en el diálogo entre las distintas fuerzas y no en la hostilidad, en las propuestas conjuntas y no en la permanente acusación ad hóminem. Se limitó a prometer lo que solo él podía prometer. Y ganó pese a los reproches sobre su falta de preparación para gobernar, la carencia de un esquema prefijado de pactos, la ausencia de iniciativas concretas o las revelaciones de corrupción sobre alguno de sus colaboradores más cercanos.

¿Les suena?

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(reparto de escaños, vía 'WSJ')

Venció, por tanto, porque movilizó, y movilizó porque rompió con la vieja manera de entender la relación entre representantes y representados, algo que sedujo a 2,8 millones de nuevos votantes, prácticamente la totalidad de los que se incorporaban al censo. De hecho, Trudeau, como ocurriría con Ciudadanos en caso de llegar al poder en nuestro país, ha firmado una suerte de ‘contrato social’ que ahora tiene que desarrollar. Lo explica estupendamente Michael Ignatieff, antiguo líder de los liberales canadienses, al final de este imprescindible artículo de 'Financial Times'.

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Es indudable que en la determinación del éxito final de su mandato influirá la evolución de la actividad económica de Canadá. La primera vez que se vota a un candidato se hace con el corazón, la segunda con el bolsillo. Y ahí, el nuevo primer ministro se ha destacado, al igual que Rivera en la piel de toro con Luis Garicano et altri, por su pragmatismo. Liberal por denominación, no duda en pasarse a la socialdemocracia cuando de financiar infraestructuras con déficit fiscales se trata. Para él, por encima de las convicciones está el ciclo. Hay que poner motores cuando el barco se para y plegar velas si sopla con excesiva fortaleza. Claro que lo primero es siempre más fácil que lo segundo. Aprovechará la herencia recibida para tratar de dar un impulso a particulares y empresas. Y, a partir de ahí, todo lo demás.

Es verdad que hay enormes diferencias con la revolución parlamentaria que puede esperar a España.

No en vano los liberales han gobernado Canadá el 64% del tiempo desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que su consideración de tercera vía se derivaba más de errores pretéritos que de una realidad histórica. Algo que pone de manifiesto la importancia no solo del discurso sino de quién lo pronuncia y, sobre todo (Trudeau en Canadá es igual a política), de cómo lo pronuncia. Ay, si alguien en el PP tomara nota…

En nuestro país, Podemos disputa a Ciudadanos la consideración de alternativa al bipartidismo. Sin embargo, con el paso de los meses, la revelación de la divergencia entre promesas y realidades puede diluir el futuro papel de la formación de Pablo Iglesias, tanto más en la medida en que la condición mesiánica de su líder pierde fuelle. El ajuste de expectativas iniciales a realidades parlamentarias puede ser brutal.

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(reparto geográfico, vía 'The Economist')

Trudeau lo ha hecho en dos meses y medio. En apenas 80 días. Prácticamente el tiempo que le quedaría a Ciudadanos para intentar encaramarse a la cima del poder ejecutivo español.

De manera increíble, cierto es. Pero es lo que permite pasar, a la hora de contemplar el futuro de Albert Rivera, de lo imposible a lo probable, por más que tal probabilidad sea marginal a día de hoy.

La inercia le beneficia.

El catalán se ha convertido en el voto útil, el del cambio a mejor, para desesperación del PP, empeñado en autodestruirse. Y, como el líder canadiense, es lo suficientemente inteligente como para ofrecer caramelos de progresía, social y económica, al votante socialista, estupefacto ante las disputas internas.

Desde Canadá le han marcado el camino.

Veremos hasta dónde llega el 20 de diciembre.

Justin Trudeau va a ser el nuevo primer ministro de Canadá.

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