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La extinción de los 'unicornios' o cuando 1.000 millones no son (literalmente) nada
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Alberto Artero

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La extinción de los 'unicornios' o cuando 1.000 millones no son (literalmente) nada

Se acumulan las sospechas sobre muchas de las compañías privadas que disfrutan de valoraciones por encima de los 1.000 millones de dólares, entre ellas, algunas tan significativas como Uber

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La caja de las truenos la abrió el pasado 16 de octubre en ‘Financial Times’ Michael Moritz, presidente de Sequoia Capital y uno de los gestores del capital riesgo más respetados a nivel internacional, inversor en sus inicios de tecnológicas como Google, Yahoo, YouTube o Paypal, por citar tan solo cuatro ejemplos.

Al calor de lo sucedido con la firma de análisis de sangre Theranos -que en un momento dado llegó a ser valorada en 9.000 millones pese a que todo lo que rodea a su revolucionaria tecnología podría ser un fraude-, no dudó en advertir sobre la viabilidad de esos 'unicornios' -compañías tasadas en más de 1.000 millones de dólares- que se niegan a salir a bolsa y a someterse, por tanto, al escrutinio de los mercados (FT, ‘The subprime unicorns that do not look a billion dollars’, 16-10-2015).

Algo que, concluía, debería ser de por sí motivo de sospecha. Al no distinguir entre churras y merinas, hacía extensiva su duda a todos ellos.

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(todos los gráficos, gentileza de The Big Picture)

La denuncia no es nueva.

No en vano, algo parecido publicamos por estos lares allá a mediados de junio cuando, haciéndonos eco de una información del WSJ, señalamos las enormes divergencias entre las cifras anteriores y posteriores a su salida a bolsa de las empresas de este perfil que, finalmente, se habían decidido a cotizar. Discrepancias de hasta un 25% de media en partidas tan sensibles como facturación o beneficios. Casi nada.

Y era solo la punta del iceberg. "Estamos ante un juego de intereses creados en el que lo que prima es que la bolita siga girando en beneficio de accionistas, financiadores, gestores o colocadores", denunciábamos entonces. Un entramado de manipulación del que no escapaban compañías tan de referencia como Pinterest o Uber, 'start-up' de la que puede colgar en breve la etiqueta de 70.000 kilos.

A las sospechas contables se une la incredulidad ligada a unos plazos que se han acortado en exceso, sin que prácticamente haya dado tiempo a que se legitime empíricamente la idea que debiera sustentar unas valoraciones que no contemplan, porque no pueden, flujo alguno de ingresos; que en beneficios, mejor, ni soñamos. Groupon llegó a valorarse en 1.000 millones en apenas año y medio.

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Por más que los defensores de estos procesos acelerados de creación de 'valor' los amparen en su revolucionario potencial tecnológico o en su capacidad para ocupar espacios monetizables a futuro, especialmente en la economía colaborativa, lo cierto es que empiezan a pintar bastos para algunas de estas compañías, necesitadas de nuevas rondas de capital que les permitan financiar un crecimiento que tal vez, quizás, acaso, lo mismo algún día se traducirá en dinero contante y sonante.

Según Dan Primark, el especialista de 'Fortune', ya a principios de este mes de octubre el sentimiento generalizado en Silicon Valley era de… ‘pánico’, sensación de que se ha terminado la fiesta y prisas por el mejor modo de salir indemnes de ella. Todavía no se había revelado entonces el caso Theranos.

Por su parte, Christopher Mims, del WSJ, advertía este mismo lunes de las consecuencias de un estallido de esta nueva burbuja tecnológica tanto en el ámbito real (empleo, alquileres) como en el financiero. No en vano, el propio Moritz, citado igualmente por Mims, señalaba en su post que, en muchos casos, se ha vendido como entrada en el capital lo que no es sino financiación pura y dura. Eso por no hablar de las ayudas públicas de gobiernos deslumbrados.

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Captar nuevos fondos en un entorno como ese se antoja, cuando menos, complicado. Sobre todo a las valoraciones que se venían manejando hasta ahora. Y no ayudan noticias como esta sobre la decepción en cifras de Xiaomi.

El ‘culto al unicornio’ puede estar llegando a su fin por más que haya, como ocurriera 15 años atrás, quien defienda su continuidad en el tiempo contra viento y marea con argumentos tan singulares como que la suma de todos ellos no llega a la capitalización de Apple (Forbes, ‘What bubble? The unicorn boom has just begun’, 02-11-2015). Sin embargo, cuando comienzas un reportaje comparando negocios de muchos años con otros vaporosos de nueva creación, mal asunto. Qué quieren que les diga.

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Veremos en qué termina todo esto. Como recordamos en junio, lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Habrá que ver cuál es el copo que, liviano e imperceptible, desencadena la avalancha. Lo malo es que todos, de un modo u otro, sentiremos sus consecuencias.

La caja de las truenos la abrió el pasado 16 de octubre en ‘Financial Times’ Michael Moritz, presidente de Sequoia Capital y uno de los gestores del capital riesgo más respetados a nivel internacional, inversor en sus inicios de tecnológicas como Google, Yahoo, YouTube o Paypal, por citar tan solo cuatro ejemplos.

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