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El BCE riza el rizo: ahora cercena la financiación de la banca europea
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Alberto Artero

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El BCE riza el rizo: ahora cercena la financiación de la banca europea

Resulta paradójico que el BCE trate de insuflar confianza sobre los balances de la banca a la vez que cercena la posibilidad de que se usen los instrumentos necesarios para mejorarlos

Foto: El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (EFE)
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (EFE)

Saben ustedes que se ha aprobado recientemente un nuevo régimen de capitalización y liquidez bancarias que afecta a las entidades sistémicamente importantes, hasta 30 a nivel global. Se trata del llamado TLAC o Total Loss-Absorbing Capacity, que busca minimizar el impacto en caso de que una firma perteneciente a este grupo se vea abocada a una súbita desaparición. Para ello, les obliga a captar 767.000 millones de euros de aquí a 2019 y establece una serie de instrumentos que se podrían convertir en capital (‘bail-in’) si llegara el caso, entre los que se encuentran los Co-Cos, la deuda subordinada y la llamada ‘senior’.

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Sin duda, una buena idea, como es habitual, mal ejecutada.

¿Por qué?

Vayamos por partes.

Respecto a los 'Contingent Convertibles' o Co-Cos, más allá de que se conviertan en recursos propios de manera automática cuando el emisor incumple los requisitos de capitalización mínima de Basilea III, sucede que dejan de pagar intereses preventivamente si el capital toca el nivel suelo de recursos propios fijado para cada entidad por el BCE, muy superior a aquel.

Una medida lógica: no distribuya, retenga.

Pues bien, el problema es que nadie salvo el emisor sabe cuál es ese nivel. Salvo que una ley local les obligue, como ocurrió en Italia el año pasado, los bancos no pueden hacer público el dato por imperativo del propio banco central, que quiere evitar con ello los agravios comparativos entre firmas de un mismo país o entre sistemas bancarios de distintos países (por qué a este más y a este menos).

La pregunta es, ¿quién va a comprar un bono sin saber en qué condiciones paga o no cupón?

En fin, Europa.

Pero aún peor es lo que sucede con la deuda 'senior' porque, en este caso, lo que no se sabe es cuándo el activo en sí es susceptible de convertirse en capital.

Se trata, en este caso, de un problema de prelación.

En el modelo alemán, primarían los depósitos garantizados por el Fondo de Garantía y los institucionales sobre ella; sin embargo, en España, los bonos 'seniors' se encontrarían al mismo nivel que los segundos. Estar o no un escalón más abajo aumenta las posibilidades de que sus tenedores terminen siendo o no accionistas del emisor, cosa no baladí, especialmente para un inversor de renta fija.

Mejor verlo gráficamente:

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¿Cuál es la consecuencia?

Pues que en la práctica nadie emite/compra deuda ‘senior’, ya que no se sabe si es carne o pescado y, por ende, es imposible fijarle una rentabilidad ajustada a su riesgo. Lo normal es que se imponga el esquema teutón y, de ser así, que se desincentive su venta al mercado.

Resulta paradójico que el BCE trate de lanzar con sus medidas un mensaje de confianza sobre los balances de la banca a la vez que cercena la posibilidad de que se usen los instrumentos necesarios para mejorarlos.

Alguno podrá decir que esta es una cuestión menor con base en dos argumentos principales:

uno, sobre el total del pasivo bancario, el importe del que estamos hablando es marginal y, además,

afecta solo a un núcleo muy delimitado de entidades financieras: aquellas cuya implosión podrían causar un quebranto elevado al conjunto del sistema y a las arcas públicas. En el caso de nuestro país, solo Santander.

Se equivocan.

Si algo hemos aprendido con esta crisis es a generalizar los estándares más duros de liquidez y capital como norma para el conjunto de la industria. Por tanto, la necesidad de recapitalización y de uso de Co-Cos o deuda 'senior' en la parte permitida por la norma será generalizada, por una parte, mientras que, en un entorno en el que la remuneración del depósito puede llegar a ser negativa, con la correspondiente salida de ahorro privado de la banca, el uso de este tipo de instrumentos para financiar la actividad puede aumentar.

En fin, que este sector pone un circo y, o le crecen los enanos o peor aún: llega el domador Draghi y le suelta a las fieras.

"Quién me ha puesto la pierna encima que no levanto cabeza".

Pues eso.

Saben ustedes que se ha aprobado recientemente un nuevo régimen de capitalización y liquidez bancarias que afecta a las entidades sistémicamente importantes, hasta 30 a nivel global. Se trata del llamado TLAC o Total Loss-Absorbing Capacity, que busca minimizar el impacto en caso de que una firma perteneciente a este grupo se vea abocada a una súbita desaparición. Para ello, les obliga a captar 767.000 millones de euros de aquí a 2019 y establece una serie de instrumentos que se podrían convertir en capital (‘bail-in’) si llegara el caso, entre los que se encuentran los Co-Cos, la deuda subordinada y la llamada ‘senior’.

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