La locura: 'Economía se gasta 26,5 millones de euros en reformar su sede'

Hace poco tuve ocasión de moderar una mesa redonda sobre socimis en una jornada convocada por la Asociación de Consultores Inmobiliarios.

Una de las ponencias iniciales la realizó Miguel Temboury, subsecretario de Estado de Economía, y versó sobre la rehabilitación de la Torre Cuzco, sede actual del Ministerio de Economía y Competitividad, que ha tenido lugar entre 2014 y 2015.

Les voy a dar el primer titular: ‘Economía se gasta 26,5 millones de euros en reformar su sede’, carnaza pura para todos aquellos demagogos de izquierda que enseguida miden tales desembolsos en términos de platos de sopa caliente que se podrían dar a los desheredados de la tierra, incapaces como son de coger una hoja de cálculo y buscar el sentido financiero a cualquier decisión de este tipo.

Dios nos libre de su Gobierno, si es que llegan al mismo algún día. Iríamos sin remedio a la parálisis por el análisis. O, peor aún, al dispendio contra el vilipendio, que es la mayor de las tentaciones populistas, renta básica de animadversión que divide y destruye sociedades enteras. Miremos, si no, al Cono Sur latinoamericano.

Bien.

Una vez que les he dado el gustirrinín de un titular engañoso, de ahí el entrecomillado, centrémonos ahora en las virtudes de la operación, sin duda mucho más enjundiosas, que son las que llamaron la atención de quien esto les escribe y las que justifican que la reforma sea objeto de este 'post'.

Vaya por delante mi reconocimiento a la misma y mi consideración de que, medidas de este tipo, son justas y necesarias, deber y salvación de la gestión de la Administración en un entorno de escasez de recursos y de imprescindible eficiencia en su manejo (eficacia al menor coste posible).

Es verdad, la obra ha costado más de 26 millones de euros. Pero no se trata de gasto -no es a fondo perdido para mayor gloria y comodidad de sus ejecutores- sino de inversión, sacrificio que se realiza hoy con objeto de obtener un retorno mayor en el futuro, según la definición clásica de la misma.

Así, gracias a esta obra y por orden de importancia, desde la oficina de Temboury se ha conseguido:

Ampliar la superficie útil en más de 2.500 metros cuadrados y distribuir más eficientemente las plantas actuales, gracias a la flexibilidad que otorga la modularidad; la ocupación máxima de la torre ha aumentado en cerca de 800 personas.

Algo que ha permitido abandonar dos edificios en régimen de alquiler (Albacete y Ramírez de Arellano) con un coste anual para las arcas públicas de 10,3 millones de euros, amén de mejorar el flujo de trabajo y comunicación intradepartamental.

Adaptar el ministerio a las nuevas exigencias de seguridad y eficiencia energética, reforzando sus niveles de aislamiento y mejorando las instalaciones de los distintos servicios, como electricidad o telecomunicaciones, lo que se ha traducido en considerables ahorros anuales en gastos de suministro y mantenimiento.

Mejorar la valoración del inmueble de cara a una potencial desinversión en el futuro.

Por si fuera poco, todos los trabajos han sido coordinados por empresas públicas tales como Tragsa (proyecto básico y de ejecución, tramitación de permisos, ejecución de la obra) e Ineco (dirección facultativa), por lo que se ha puesto en valor también su labor en una reforma que se ha realizado en un tiempo récord de 14 meses, interfiriendo lo menos posible en las tareas cotidianas del ministerio (buena parte de las tareas más incómodas se han realizado en turno de noche o durante los fines de semana y/o periodos vacacionales).

Ahora vamos con el titular que debería reflejar en verdad este proyecto: ‘Economía recuperará en poco más de dos años la millonaria rehabilitación de su sede’, que algo de color hay que poner al tema, ya saben, gancho y misterio. Y es que solo por menor pago de rentas, sin tener en cuenta ningún otro considerando, el 'payback' de la misma se sitúa en 30 meses. Si, además, se incluyen los distintos ahorros, el plazo se acorta significativamente. Eso por no meter el nuevo precio de la Torre a la hora de calcular la rentabilidad de lo que inicialmente sería 'dispendio' loco para los de siempre.

Una jugada redonda.

En fin, que cuando las cosas se hacen bien, de ley es reconocerlo. Y este es un magnífico ejemplo de buena gestión. Pena que no haya más mentes como esta en los distintos departamentos del Estado. Otro gallo nos cantaría, sin duda.

Buena semana a todos.