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México pone los pelos de punta al BCE (que no levanta cabeza)
En la última decisión de las autoridades mexicanas sobre el petróleo, parece que ha triunfado la experiencia sobre la esperanza
La noticia podría parecer anodina a primera vista.
De la edición del FT del pasado 29 de agosto: ‘Mexico spends $1bn to lock in oil export prices for 2017’, esto es: los mexicanos se gastan 1.000 millones de dólares en asegurarse unos ingresos mínimos por petróleo para 2017.
Una pasta, cierto es.
Pero la estabilidad presupuestaria de una nación que tiene en el crudo su mayor fuente de recaudación fiscal, hasta un quinto de su presupuesto nacional, así lo aconseja. ‘No brainer, man’.
Sin embargo, el diablo, como en tantas ocasiones, se encuentra en los detalles.
¿A qué precio se ha cerrado la cobertura?
Pues bien, parece que en la decisión de las autoridades mexicanas ha triunfado la experiencia sobre la esperanza, por lo que han decidido pecar de prudentes.
¿Sí?, ¿hasta qué punto?
Pues hasta hacer el ‘hedging’ a 42 dólares por barril, esto es: tres y cinco dólares por debajo del nivel al que cotizaban, respectivamente, las referencias WTI y Brent a media tarde de ayer. El pasado año, el ‘closing’ se hizo en 49 para 2016 (41,12 el WTI de promedio en lo que va de ejercicio) y el anterior en 76,4 para el 15 (48,76 de media en esos 12 meses). Quién te ha visto amigo y quién te ve, cómo te va la vida que a mí me ha ido bien…
Ya no más.
El precio ha debido de suponer un jarro de agua fría no solo para los principales actores del mercado del oro negro, gobiernos y corporaciones privadas, con independencia de su método preferido de extracción, sino también, y muy principalmente, para todos aquellos que defienden un repunte de la actividad económica global y, con ella, tanto de la inflación como de la recolección impositiva. En especial, para unos bancos centrales que comienzan a quedarse sin munición (WSJ, ‘Central Banks and Markets: mind the confidence gap', 05-09-2016) y cuya intervención en los mercados ha traspasado el límite de lo arbitrario para convertirse en vergonzoso (con emisiones ‘ad hoc’ por parte de compañías para ser adquiridas por el supervisor – WSJ, ‘Seller’s Paradise: companies build bonds for ECB to buy’, 21-08-2016).
En efecto, por más que el cierre haya venido condicionado por las propias necesidades financieras de México y el mal comportamiento de sus principales magnitudes macro, por la presión de unos ‘traders’ cuyos libros han podido sufrir en el pasado o por la naturaleza de la transacción, lo cierto es que anticipa, al menos desde su particular punto de vista, que en 2017 el coste de la energía fósil puede continuar tan deprimido como en los dos años anteriores, afectado por los factores de oferta (excesiva) y demanda (ligeramente creciente) que han condicionado la evolución de la materia prima en ese periodo. Siendo como es este uno de los componentes esenciales a la hora de construir la inflación nominal de la mayoría de las naciones, es evidente que la desinflación o, directamente, la deflación seguirán ahí, metiendo una presión adicional para actuar a los Draghi, quien me ha puesto la pierna encima que no levanto cabeza, Kuroda y compañía por más que sus ojos estén puestos en la subyacente.
Con tres problemas adicionales.
Uno, en la medida en que se echa más madera a los mercados financieros, la inflación de sus activos aumenta y, con ella, la desconexión con la realidad que los sostiene, receta segura para una crisis. Hay que andarse con cuidado, tanto más cuanto la complacencia se instala en el subconsciente colectivo.
Dos, con su acción masiva, los bancos centrales han generado una guerra de divisas en la que ha empezado a participar China y donde el grito de guerra es ‘devalúa que algo queda’, política que tiene, a su vez, un doble efecto: al quedarse como moneda fuerte el dólar, se refuerza la debilidad del crudo con el que correlaciona inversamente; al abaratarse las exportaciones de las ‘fábricas’ globales se refuerzan las tendencias negativas de precios a nivel mundial, de lo que solo se puede salir con medidas de economía real.
Tres, estas vienen condicionadas por las decisiones de los distintos gobiernos. Sin embargo, en la medida en que la situación actual libera renta para ellos mismos y para sus ciudadanos, vía costes financieros y de aprovisionamiento, menos incentivos tienen para llevar a cabo las reformas necesarias y para impulsar actividad y competencia.
Casi nada.
En menudo lío nos hemos metido solitos…
Bueno, nos han metido, la verdad.
La noticia podría parecer anodina a primera vista.