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Nace Temperantia, el primer fondo de inversión como Dios manda
Invertir de manera responsable, cuidando el impacto ambiental. el comportamiento social y el buen gobierno corporativo, a la vez que ayuda a los fines de la Iglesia, es su objetivo
Los seguidores habituales de esta columna saben que un servidor se confiesa católico practicante, y que no duda en proclamar esta elección allá donde puede, en la certeza de que la fe, o determina la vida o es un paripé insufrible. Todo lo mejor que me ha sucedido en la vida se lo debo a mis creencias. Sin ellas, no me reconocería como persona. Qué se le va a hacer.
Pues bien, no es de extrañar, al calor de estos antecedentes, que me haya visto (casi) en la obligación moral de difundir una iniciativa promovida por mis amigos Borja Barragán y Jaime Trujillano, ambos banqueros privados de Julius Bär y, en el caso de este último, hermano de Emaús como un servidor. A saber: el lanzamiento de Temperantia, el primer fondo de inversión en España que busca invertir según los criterios de la doctrina social de la Iglesia.
Un fondo, cabría decir, como Dios manda, que busca "satisfacer la necesidad de aquellos que también tienen sensibilidad católica en la gestión de su patrimonio".
No se equivoquen, no se trata de un vehículo ético al uso que se limita a excluir de su espectro inversor a determinados sectores que pueden considerarse como poco adecuados desde ese punto de vista, qué va. A la hora de decidir dónde colocar el patrimonio, en Temperantia se analiza cada compañía en detalle a la luz de unos estrictos criterios ESG (‘Environmental, Social and Governance’) tanto limitativos como valorativos. Para ayudarles en esta tarea, los gestores cuentan con un comité ético que está formado por personas de reconocido prestigio en el ámbito de la biología, la medicina o la economía, cuyos fundados veredictos se pondrán a disposición de los inversores. Y ante la duda… a por la siguiente.
En la actualidad, dentro de las mayores posiciones de su cartera, se encuentran compañías como Aplied Materials, Intercontinental Hotels, Atlas Copco, Swedbank o Hennes & Mauritz, por citar solo cinco ejemplos. Todas ellas forman parte del MSCI Catholic Values Screening Research. Con su selección, los gestores persiguen la creación de valor a largo plazo, no solo financiero sino medioambiental o social, por medio de las empresas elegidas.
No se quedan ahí las novedades. Los impulsores buscan recuperar el vínculo roto entre finanzas y realidad subyacente. Y qué mejor modo de hacerlo, dada la naturaleza del instrumento, que facilitando la conversión de los ingresos y la rentabilidad de Temperantia en obra social. Así, la gestora destinará el 20% de sus comisiones a la financiación de proyectos de comunidades religiosas, mientras que el partícipe puede, si así lo decide, donar anualmente una parte de su patrimonio a los mismos fines a través de reembolsos periódicos. Al cierre de cada ejercicio, se detallará el destino de ese dinero, la razón que justifica la elección y cómo se ha usado con el correspondiente impacto en el entorno, algo que se echa en falta de manera frecuente en los fondos 'éticos'. La transparencia por encima de todo. A día de hoy, las instituciones elegidas como beneficiarias iniciales de estas aportaciones son Ayuda a la Iglesia Necesitada y De Clausura: misión/formación y oración.
Sé que me estoy viniendo arriba en la descripción del producto, pero es que creo, de corazón, que es justa y necesaria su aparición y que puede hacer mucho bien.
Sigamos.
Yendo a la parte más práctica del asunto, Temperantia es un vehículo de renta variable mixta internacional, que puede invertir entre un 30% y un 75% de su patrimonio en renta variable. El resto irá a deuda pública o privada que cuente con un 'rating' mínimo de A. Puede invertir hasta un 20% en emergentes. La comisión de gestión es del 1,5% y la de depósito, del 0,06%. Nace inicialmente orientado para inversor institucional, por lo que pide un tique mínimo de 50.000 euros, siendo este el principal hándicap de inicio para su difusión masiva.
¿Funcionará?
Si nos atenemos a lo que ha hecho desde 2008 el S&P Catholic Values Index frente al S&P500 —más 2,74% anualizado, 'vid supra'—, la cosa promete. Pero ¿saben qué? Aun siendo relevante el ‘performance’, ni siquiera es lo más importante. Tampoco la clara orientación católica de Temperantia. Lo sustantivo es que, por fin, el mundo financiero y el real que le dio origen se reencuentran, y el primero se pone al servicio del segundo para poder hacer de este un mundo mejor, sobre la base de aquellos principios que hicieron de Occidente lo que ahora solo se intuye, tal y como recordamos de la mano de Jonathan Sacks la semana pasada. Soñar con ese cambio de paradigma merece, y mucho, la pena, ¿no creen?
Pues, ya saben…
Los seguidores habituales de esta columna saben que un servidor se confiesa católico practicante, y que no duda en proclamar esta elección allá donde puede, en la certeza de que la fe, o determina la vida o es un paripé insufrible. Todo lo mejor que me ha sucedido en la vida se lo debo a mis creencias. Sin ellas, no me reconocería como persona. Qué se le va a hacer.