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El señor X de Bankia se ha ido de rositas y su nombre es…
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Alberto Artero

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El señor X de Bankia se ha ido de rositas y su nombre es…

Es él el responsable último de que centenares de personas hayan perdido sus ahorros. Por su incapacidad de comprender la dimensión del problema bancario y darle una solución holística

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

A Bankia le persigue su pasado.

Poco importa el buen hacer del equipo directivo que se hizo cargo de la entidad en mayo de 2012. Los procesos judiciales siguen su lento e inexorable curso, dando titulares que dejan en un segundo plano, para buena parte de la opinión pública, la transformación operativa y de balance llevada a cabo por Goiri y sus compañeros de viaje en estos últimos cinco años.

Una pena.

Así, el viernes conocimos cómo Deloitte se sentará en el banquillo acusada de falsear intencionadamente las cuentas para facilitar la salida a bolsa de la entidad en el verano de 2011. Algo que, por cierto, tras hacer un ‘forensic’ exhaustivo del quinquenio anterior a su llegada, que afloró decenas de sospechas sometidas a la consideración de la Fiscalía, no es compartido por los directivos actuales, que consideran el trabajo de la entonces auditora como ‘técnicamente perfecto’ al reflejar, en su opinión, la imagen fiel del banco en el momento en que emitían sus informes. Una afirmación, cuando menos, discutible a la luz de lo que sucedió después y que llevaría a un debate interesante sobre qué alcance debe tener la tarea de estos profesionales. Discusión que hoy no toca.

Foto: El expresidente de Bankia Rodrigo Rato, en la salida a bolsa de 2011. (EFE)

Más allá de lo que suceda con la Big-4 —que, si la acusación se fundamenta en los endebles informes periciales, poco tiene que temer—, su señalamiento sirve para encubrir, de nuevo, a los verdaderos culpables de este desaguisado. Que no son solo Banco de España o CNMV, cuyos responsables en esa época deberían estar sentados también en el banquillo. Qué va. La cosa va aguas más arriba. Al nacimiento de este río de despropósitos.

Merece la pena recordar brevemente el contexto en el que entonces nos movíamos.

La crisis del sistema financiero español había dado sus primeras señales de alarma con la intervención de Caja Castilla-La Mancha en marzo de 2009 y la creación del FROB tres meses más tarde. De ahí hasta la OPV de Bankia en julio de 2011, sale Pedro Solbes, llega Elena Salgado, se crean los SIP o fusiones frías, se deshacen, cae Cajasur, llegan las fusiones reales, se cambian las normas de provisionamiento y de valoración de activos, se produce la conversión en bancos de las cajas y, por si fuera poco, y en medio de este caos normativo, se prima en términos de capital exigido a quienes tengan el valor de salir a bolsa en un entorno en el que Portugal estaba al caer y Grecia ya había caído. La cuestión del ‘incentivo’, más allá de dislates o desmanes, está en la base de lo sucedido.

placeholder El entonces presidente de Bankia, Rodrigo Rato, toca la campana el día de la salida de la entidad a bolsa. (EFE)
El entonces presidente de Bankia, Rodrigo Rato, toca la campana el día de la salida de la entidad a bolsa. (EFE)

Pero lo realmente decisorio fue la consideración por parte del Gobierno socialista de la salida a bolsa de la firma presidida entonces por Rodrigo Rato como un ‘asunto de Estado’. España estaba en el punto de mira con la prima de riesgo cerca de los 400 puntos básicos. Había que demostrar fortaleza, por muy ilusoria que fuera y por muchos pequeños ahorradores que se llevara por delante. Es duro decirlo, pero es así. De ahí la entrada de algunos institucionales con la nariz tapada —ahora demandantes—, y de ahí también el amplio abanico de colocadores minoristas. Cuanto más, mejor… ¿para quién?

Los que trabajamos en medios de comunicación sabemos de primera mano las llamadas que hubo entonces, de dónde venían y qué perseguían. No es difícil inferir que si esto se producía con el mensajero, cuánto más con aquellos que tenían que dar el 'nihil obstat' para que, lo que no era, pareciera y, lo que parecía, pudiera tener acogida por parte del público inversor. Se trató de una actuación directa y torticera, toda vez que la Caja de Ahorros del Mediterráneo era intervenida menos de 48 horas después de haber puesto Bankia el pie en el parqué. Es imposible pensar que al toque de la campana esto no era ya sabido por ejecutivo y supervisor, ni razonable aceptar que, al calor de esa realidad, no se suspendiera la colocación teniendo en cuenta las similitudes de la CAM con Bancaja en cuanto a composición del activo y riesgos asociado al mismo.

Una vergüenza en toda regla.

No es Elena Salgado la Mr. X de esta trama, sino José Luis Rodríguez Zapatero. Es él el responsable último de que centenares de personas hayan perdido finalmente sus ahorros. Por su cortedad de miras. Por su incapacidad de comprender la dimensión del problema bancario español y darle una solución holística. Por su empeño en tratar de imponerse con un esquife al iceberg de los mercados, embarcando en él a centenares de confiados inversores. Él es el verdadero capitán de este barco que terminó hundido. Se ha ido de rositas y ya no habrá quien le pille. Pero su legado moral queda ahí. Socialización de pérdidas se llama esto.

A Bankia le persigue su pasado.