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¿Y si el dólar termina siendo la moneda oficial china?
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Alberto Artero

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¿Y si el dólar termina siendo la moneda oficial china?

El dólar manda. Vaya que si lo hace. Y casi todas las demás divisas se mueven a su dictado

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

En efecto, la pregunta es absurda.

No, no va a suceder.

Es imposible por más que, al final, sea el billete verde el que marque la cotización de la moneda china, dentro de unas bandas más o menos flexibles de fluctuación, lo que la convierte en un instrumento referido y no de referencia. Pero vamos, que sucede lo mismo con el euro si nos atenemos a su evolución durante las sucesivas crisis europeas. El dólar manda. Vaya que si lo hace. Y casi todas las demás divisas se mueven a su dictado.

Sin embargo, hay una diferencia esencial entre la UEM y China. Los integrantes de la primera, al amparo del principio fundacional de libertad en la circulación del capital, por una parte, y con objeto de defender su vigencia ante posibles amenazas con base en el uso, por otra, han fomentado la transaccionalidad e internacionalización del euro. Algo que, sin embargo, no ha sucedido con el renminbi.

Prueba de ello es la noticia del 'Financial Times' con la que nos desayunábamos el pasado jueves, a saber: ‘Renminbi global transactions share at multiyear low’.

Foto: divisas-china

En efecto, de acuerdo con los datos recopilados por la red de pagos Swift, su cuota de mercado en operaciones transfronterizas es la menor en tres años y medio, situándose en un irrisorio 1,46% del total, cifra impropia para la segunda potencia económica del planeta. Un porcentaje que la sitúa sexta del 'ranking', por detrás del franco suizo (1,63%), el yen (2,92%), la libra esterlina (7,71%), el euro (33,94%) o el propio dólar (39,47%).

Lo más paradójico de todo es que este decremento de su peso se produce solo un año después de que se incluyera al renminbi en los SDR del Fondo Monetario Internacional, cesta de divisas que persigue, con más voluntad que acierto, eso sí, como acabamos de señalar, limitar la importancia de la moneda estadounidense dentro de las reservas internacionales de los distintos estados. Una inclusión que estaba sujeta a una mayor transparencia en la operativa pública sobre el yuan y a la apertura de sus mercados financieros.

Doce meses después, ha habido casi nada de lo uno y muy poco de lo otro.

Al discurso oficial se opone una realidad en la que los controles monetarios siguen estando vigentes y donde la interconexión entre Administración, banca y empresas supone un hándicap para el desarrollo financiero del país. Una intervención que no solo tiene importantes consecuencias a nivel interno, sino también para el conjunto del planeta.

Es inviable esa asimetría entre el peso en el mundo de China y la difusión de su moneda

No en vano, vivimos en un mundo en el que, gracias a la intervención de los bancos centrales, las distorsiones se han convertido en el pan nuestro de cada día. De hecho, es solo en la devaluación del concepto de dinero fiduciario al amparo del incremento masivo de la oferta de liquidez de los últimos años como se puede entender la explosión de las llamadas criptodivisas. Simplemente se duda de la contrapartida pública y se dota de legitimidad a una privada, sin pestañear. Una paradoja inimaginable hace no 10 sino cinco años. Los actos tienen consecuencias, 'my dearest central bankers'.

Es inviable esa asimetría entre el peso en el mundo de China y la difusión de su moneda. Entre lo que la nación asiática produce y vende y el hecho de que el valor de su unidad de cuenta sea determinado por un país antagónico en configuración y en los principios que rigen su economía. Un desequilibrio que estallará antes o después, bien mediante un uso global del renminbi acorde a su importancia fáctica, en cuyo caso China será, sin duda, otra China, quiero y puedo, con todo lo malo y lo peor de eso, bien mediante la adopción definitiva del dólar, algo impensable. Pero ¿quién sabe?

Lo que está claro es que el 'ceteris paribus' no es una opción.

Porque lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.

Cada día menos, 'indeed'.

Veremos.

En efecto, la pregunta es absurda.

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