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Al Santander le ha tocado el mayor de los premios gordos estas navidades
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Alberto Artero

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Al Santander le ha tocado el mayor de los premios gordos estas navidades

El fondo 'fintech' creado por el banco invirtió cuatro millones en una desconocida empresa estadounidense que ha sacado su propia criptomoneda, el 'ripple'

Foto: Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander. (EFE)
Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander. (EFE)

En octubre de 2015, Santander Innoventures, el fondo 'fintech' creado por el banco español, invertía cuatro millones de dólares en una compañía estadounidense poco conocida llamada Ripple. De acuerdo con la nota de prensa emitida por la firma en el momento del desembolso, con esta suscripción se posicionaba en el denominado 'internet of value', esto es: la capacidad de la red de generar valor en su ámbito operativo (en concreto, en pagos y cobros internacionales en tiempo real) a través de un algoritmo de código abierto basado en Blockchain.

Nunca se habrían imaginado entonces sus gestores hasta qué punto dicha intención llegaría a convertirse en realidad; eso sí, sobre el papel y por la vía más insospechada.

Ripple lanzó su propia divisa virtual, a la que denominó de la misma forma que a la empresa

Y es que, al calor del 'boom' de las criptomonedas, la compañía estadounidense decidió aprovechar su experiencia en el ámbito de la tecnología subyacente para lanzar su propia divisa virtual -a la que denominó de la misma forma que a la empresa: ‘ripple’- con objeto de ayudar en la actividad ordinaria de sus clientes. Por eso, aun siendo como las demás númerus clausus, 100.000 millones, los 'ripples' solo serían puestos en circulación en función de las necesidades de los mismos, conservándose el resto en el balance de la sociedad. Al menos esa era la voluntad inicial de sus ejecutivos, más aparente que real.

Pues bien, con la locura que viene rodeando a este tipo de ‘activo’ en los últimos meses, cada 'ripple' ha llegado a intercambiarse en el arranque de año por cerca de los cuatro dólares, tras una revalorización del 1.500% solo en el mes de diciembre y de un 38.000% interanual, lo que sitúa su capitalización alrededor de los 400.000 millones de dólares, algo por debajo del 40% del PIB español y muy por encima de la mayoría de las principales cotizadas a lo largo y ancho del planeta.

El gráfico, en absoluto y relativo vs. bitcoin, es de Coin Market Cap.

placeholder Gráfico: Coin Market Cap.
Gráfico: Coin Market Cap.

De acuerdo con los datos que maneja la CNBC, en el activo de Ripple aún quedan 61.300 millones de ‘ripples’ por sacar al mercado, con un valor de mercado cercano a los 240.000 millones de dólares. Y, aunque la ‘moneda’ participa de buena parte de los defectos que rodean a los bitcoins, ethereums y similares a los que hicimos referencia en este reciente 'post' -y de alguno más, como el hecho de que la oferta sea controlada por el emisor, lo que la convierte en susceptible de (aún) mayor manipulación- goza, por el contrario, de dos ventajas diferenciales que harían creer que tiene más posibilidades de supervivencia que el resto:

su uso futuro -hoy es inexistente- puede verse facilitado el conocimiento que de él tienen las ‘manos fuertes’ del mercado, que ya han apostado por y se benefician de la red subyacente —hasta 100 entidades financieras mundiales de primer orden que forman una red ‘public permissioned’ no tanto blockchain cuanto Interledger o ILC—,

y su eficiencia temporal, que es 100 veces superior a la de, por ejemplo, el bitcoin.

Ana Patricia Botín y sus chicos estarían sentados sobre 2.400 millones de dólares llovidos del cielo estas navidades

Nunca se llegó a desglosar qué porcentaje tomaba el Santander en Ripple. Tampoco sabemos si el banco mantiene algún ‘ripple’ en su tesorería a resultas de sus experimentos con estas ‘divisas’ (en cuyo caso estarían compradas a precios cercanos a cero). Y, como comentamos en la entrada del blog a la que antes hemos hecho referencia, nos movemos en un ámbito, el del ‘paper money’, en el que a día de hoy prima más el ‘paper’ que el ‘money’, por mucho que algunos se estén haciendo de oro entre medias (la semana pasada, el fundador de Ripple, Chris Larsen, se convirtió, por momentos, en la quinta persona más rica del planeta). Humo enriquecido.

Pero aun así.

Según CrunchBase, la 'fintech' captó, a través de las distintas rondas de financiación cuyos importes se han hecho públicos, menos de 100 millones de dólares, imaginamos que a distintas valoraciones. Es difícil saber en qué han quedado porcentualmente los cuatro millones de la inversión inicial del Santander. Pero, si representaran el 1% de la compañía, escenario que entendemos conservador, Ana Patricia y sus chicos estarían potencialmente sentados sobre 2.400 millones de dólares en el activo de Ripple, valoración del negocio aparte, llovidos del cielo estas navidades.

Todo un inesperado premio gordo para el banco y, de materializarse a este nivel, para el gestor de Innoventures, al que le puede caer un zurrón... o dos.

No debe estar durmiendo muy allá estos días.

Seguro.

En octubre de 2015, Santander Innoventures, el fondo 'fintech' creado por el banco español, invertía cuatro millones de dólares en una compañía estadounidense poco conocida llamada Ripple. De acuerdo con la nota de prensa emitida por la firma en el momento del desembolso, con esta suscripción se posicionaba en el denominado 'internet of value', esto es: la capacidad de la red de generar valor en su ámbito operativo (en concreto, en pagos y cobros internacionales en tiempo real) a través de un algoritmo de código abierto basado en Blockchain.

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