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Amazon prepara una nueva revolución: y su impacto va a ser terrible
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Alberto Artero

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Amazon prepara una nueva revolución: y su impacto va a ser terrible

Un entorno ‘business to business’ (b2b) en el que los distintos integrantes de la cadena de valor añadido de una industria negocian de manera desintermediada sus pedidos

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Amazon es la compañía que más vende de España, si sumamos lo que transacciona directamente y los productos que comercializa a través de su ‘market place’. Son datos que maneja la industria y que no se hacen públicos para no ‘alimentar aún más a la bestia’. Su web recibió cerca de 1.400 millones de visitas en 2017, a las que habría que añadir las interacciones de sus clientes a través de la 'app'. Cada vez abarca más sectores, rompiendo con el modelo de verticales que hace un lustro parecía imponerse. Ha conquistado al consumidor, generando en él el hábito que conduce a la recurrencia gracias a una doble apuesta: cuidar la experiencia de usuario ('one-click' y personalización) y optimizar la logística (precisión y plazo). No es de extrañar que su fundador, Jeff Bezos, se haya convertido en el hombre más rico del mundo. Y lo que te rondaré, morena.

Su ambición parece inagotable, y lo siguiente que está llamando a la puerta en nuestro país es lo que se ha dado en llamar AmazonBusiness: un entorno ‘business to business’ (b2b) en el que los distintos integrantes de la cadena de valor añadido de una industria negocian de manera desintermediada sus pedidos. Lanzado en 2015, ya es una realidad en Estados Unidos, donde el primer año completo se dieron de alta 400.000 empresas, y su aterrizaje en España se está produciendo de manera discreta. Las implicaciones son tremendas. No solo para los ‘brick & mortar’ especializados en la venta a profesionales, que los hay y muchos, sino también para figuras históricas de nuestra historia como los representantes comerciales, condenados a pasar a mejor vida, o los departamentos de compra de muchas sociedades, que se pueden encontrar con un aliado inesperado a la hora de cumplir con los ajustes exigidos por sus direcciones generales.

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El paso es lógico y es consecuencia de lo que está sucediendo en la vida real. No supone sino llevar al mundo de la distribución lo que ya es factible en el ámbito 'retail' (b2c, ‘business to consumer’). No en vano, a día de hoy y por centrarnos en el ámbito de la construcción, familiar a todos, uno puede realizar en Amazon todos los pedidos de la obra de su casa sin necesidad de pisar una sola tienda y con un surtido, unas facilidades de pago y unas condiciones de entrega súper competitivas. Desde los papeles del pasillo pasando por inodoros o grifería hasta llegar a las baldosas del jardín. Cualquier cosa. Y no solo eso. Como me comentaba recientemente una amiga que así lo ha hecho con una reforma en su vivienda, a precios más baratos de los que le ofrecían los de la constructora, que las más de las veces se quedaban con los ojos como platos. Es lo que tiene saltarse un escalón en el proceso distributivo.

En la medida en que Amazon se consolide como el lugar de intermediación de referencia, su poder para fijar condiciones crecerá exponencialmente

Como ya ha ocurrido con casos similares como el de Booking, en la medida en que Amazon se consolide como el lugar de intermediación de referencia, su poder para fijar condiciones a los que en él quieran estar crecerá exponencialmente. Su apuesta por ocupar espacios, aunque sea a pérdida, tiene precisamente esta finalidad: condicionar hasta un punto tal la actividad de los que en su plataforma participan que, llegado el momento, su dependencia le permita imponerles unas condiciones suficientes para compensar todas las penurias de los años de siembra. Es lo que está anticipando la bolsa y es lo que, al final, hace ilimitado su potencial. Porque somos animales de costumbres, no lo olvidemos. Y una vez que nos familiarizamos con algo, nos cuesta mucho cambiar.

Puede que sea una predicción errónea, por supuesto. El mundo está evolucionando tan rápido que nunca sabes qué nos espera a la vuelta de la esquina pasado mañana. Pero tengan clara una cosa. Internet ha pasado de ser una realidad paralela y marginal desde el punto de vista económico a convertirse en el espacio en que las personas se relacionan e interactúan comercialmente. B2b o b2c, tanto monta, monta tanto. Estamos viendo aún la punta del iceberg de lo que será su dimensión final. De la mano de su fulgurante crecimiento se abrirán o se profundizará en debates como posición de mercado, creación de empleo, fiscalidad o reparto en la 'última milla' e impacto en la configuración de las urbes. Veremos en qué queda cada uno de ellos. Pero ¿saben qué?, cada vez tengo más dudas de que lo que está por venir de la mano de los nuevos monopolios como Google, Facebook o el propio Amazon sirva para construir una sociedad mejor. Y eso sí que es relevante de verdad.

Amazon es la compañía que más vende de España, si sumamos lo que transacciona directamente y los productos que comercializa a través de su ‘market place’. Son datos que maneja la industria y que no se hacen públicos para no ‘alimentar aún más a la bestia’. Su web recibió cerca de 1.400 millones de visitas en 2017, a las que habría que añadir las interacciones de sus clientes a través de la 'app'. Cada vez abarca más sectores, rompiendo con el modelo de verticales que hace un lustro parecía imponerse. Ha conquistado al consumidor, generando en él el hábito que conduce a la recurrencia gracias a una doble apuesta: cuidar la experiencia de usuario ('one-click' y personalización) y optimizar la logística (precisión y plazo). No es de extrañar que su fundador, Jeff Bezos, se haya convertido en el hombre más rico del mundo. Y lo que te rondaré, morena.