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El arma (no tan) secreta china que Trump reza para que no se active
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Alberto Artero

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El arma (no tan) secreta china que Trump reza para que no se active

Hasta ahora, China no ha metido este factor en la ecuación, pero es evidente que en el caso de que la disputa entre ambos estados vaya a más, lo pondrá en juego

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Bajan las aguas revueltas por el río del comercio internacional estos días. La visión errada de Donald Trump sobre el ‘America first’ le ha llevado a denunciar los tratados internacionales de los que Estados Unidos es parte, a endurecer su política de inmigración con el consecuente impacto sobre el empleo y a imponer aranceles a aquellas contrapartidas que pueden suponer una amenaza a la industria local. Todo en medio de una esquizofrenia tuitera que no deja títere con cabeza y que tuvo en el punto de mira la semana pasada hasta al ‘intocable’ Amazon.

Es difícil saber si las acciones del mandatario estadounidense responden a algún tipo de estrategia que no sea fruto de las ventoleras que le dan en función de la marcha de sus índices de popularidad. Me inclino a pensar que no. Sin embargo, los hay que piensan que estamos ante algo premeditado, ante una suerte de ‘postureo’ maximalista cuyo objetivo último no es otro que conseguir una revisión de los acuerdos en vigor en condiciones mucho mejores para sus corporaciones. Para ello, ponen como ejemplo lo sucedido con Corea del Sur en relación con el acero.

El arma de destrucción masiva de China: los títulos de renta fija del Tesoro que figuran en su balance

Puede que sea el caso pero, de ser así, estaría jugando con fuego. Más nos vale estar alerta, por lo que pueda pasar. Porque todos los actos tienen consecuencias. Más cuando la disputa parece centrarse entre las dos primeras potencias económicas del planeta y una de ellas tiene un arma de destrucción masiva: los títulos de renta fija del Tesoro que figuran en su balance. Hasta ahora, China no ha metido este factor en la ecuación, pero es evidente que en el caso de que la disputa entre ambos estados vaya a más, lo pondrá en juego. Veremos qué pasa entonces.

En efecto, según los últimos datos conocidos, el volumen total asciende a 1,2 billones de dólares (millones de millones, no confundir con los miles de millones del ‘billion’ anglosajón). En mayo de 2007 eran 400.000 millones. El saldo ha ido aumentando durante la crisis, tanto por los sucesivos superávits comerciales chinos frente a USA como por la necesidad de comprar dólares para mantener la moneda local dentro de la banda de fluctuación frente al billete verde fijada por las autoridades locales con el fin de mantenerla competitiva.

Si los chinos decidieran apretar el botón rojo, el impacto sobre el precio de los mismos y las necesidades de financiación de EEUU sería evidente

Es evidente que, si en un momento dado, cualquier ventaja que teóricamente otorga esta realidad artificial se desvaneciera, dicha política cambiaria podría llegar a su fin y, con ella, la necesidad de reciclado de divisas tal y como ha existido hasta ahora. Si los chinos decidieran apretar el botón rojo de la venta de sus ‘holdings’ de obligaciones, letras y bonos norteamericanos, el impacto sobre el precio de los mismos y las necesidades de financiación de Estados Unidos sería evidente, por más que apenas supongan un 5,7% del total y estemos hablando de uno de los activos más líquidos del universo inversor. Correrse el rumor de que paralizaban sus compras y repuntar la rentabilidad del 10 años USA fue todo uno en enero. Ojito.

Esta sí que es una amenaza real que a nadie, de momento, le interesa poner sobre la mesa, toda vez que aún estamos en la pelea de gorilas de lomo blanco, marcando territorio a la espera de si el otro se arredra. En el ‘y yo más’. Pero eso tiene el recorrido que tiene. Aunque las bolsas han sufrido, aún no se ha metido en precio, ni mucho menos, el impacto de una guerra total. Seguimos a la espera, incrédulos y miedosos. Pero no hay que perder de perspectiva las posibilidades al alcance de cada uno en caso de contienda cuerpo a cuerpo. Y es que, como ya hemos señalado en otras ocasiones, la tercera guerra mundial será financiera… o no será. Y en ese caso, ¿qué importancia tiene la pérdida de valor de la propia cartera si se desestabiliza al enemigo?

No dejen, por tanto, que las ramas de la fanfarria comercial les impidan ver el bosque de las cargas de profundidad de la deuda, que son las que marcarán la contienda.

O si no, al tiempo.

Bajan las aguas revueltas por el río del comercio internacional estos días. La visión errada de Donald Trump sobre el ‘America first’ le ha llevado a denunciar los tratados internacionales de los que Estados Unidos es parte, a endurecer su política de inmigración con el consecuente impacto sobre el empleo y a imponer aranceles a aquellas contrapartidas que pueden suponer una amenaza a la industria local. Todo en medio de una esquizofrenia tuitera que no deja títere con cabeza y que tuvo en el punto de mira la semana pasada hasta al ‘intocable’ Amazon.

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