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Cuanto más se retrasa la vacuna, más necesario es acelerar el estímulo fiscal
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Ángel Blanco

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Cuanto más se retrasa la vacuna, más necesario es acelerar el estímulo fiscal

La clave de la posterior recuperación estará en las políticas fiscales, ligadas a inversión y productividad, que se desarrollen y en la velocidad de su implementación

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La evolución de la pandemia, con rebrotes a escala global que muestran el descontrol existente y la falta de un protocolo de actuación efectivo a la espera de la vacuna, sigue siendo el principal condicionante con el que se encuentra la economía y, por lo tanto, el mercado.

El tiempo es clave, tener una expectativa relativamente clara sobre la duración de la pandemia o el control de la misma, es fundamental y, hoy por hoy, el entorno conlleva una creciente falta de visibilidad. La situación determina riesgos crecientes ya que: implica una profunda revisión de estimaciones a corto plazo frente a las que teníamos hace apenas un mes; no permite tomar decisiones de inversión orgánicas; limita el crecimiento inorgánico pero, sobre todo, hace que las estructuras de pequeñas y medianas compañías se debiliten aún más, pudiendo llegar a un punto de ruptura con graves consecuencias en empleo y producción.

Lógicamente, los efectos en la economía son mayores a medida que el tiempo pasa sin encontrar una solución, aunque sea parcial, como se entendía había ocurrido tras la primera ola. Las políticas pueden cambiar, seguro que muchas lo hacen para adaptarse al entorno actual, tendremos nuevas medidas y declaraciones como las realizadas por Lagarde, quien acerca sus objetivos a los definidos por la Fed en Jackson-Hole. Medidas de impacto como son las que finalmente se han tomado en EEUU para hacer frente a los efectos del corto plazo, ligadas especialmente al desempleo.

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Sin embargo, estas son medidas de contención, muy positivas y necesarias, pero de contención. La clave de la posterior recuperación estará en las políticas fiscales, ligadas a inversión y productividad, que se desarrollen y en la velocidad de su implementación. A medida que el tiempo pasa y la solución a la pandemia no se encuentra, se hace más necesario que los planes de desarrollo se aceleren para poder ser implementados ante una mínima ventana de oportunidad. Con estructuras empresariales seriamente dañadas tras meses de actividad reducida y pérdida de liquidez, la necesidad de una implementación rápida y muy definida se vuelve vital. Un significativo retraso en las ayudas, por razones distintas a una lógica de momento empresarial, sería un desastre y conlleva un coste de oportunidad negativo que no nos podemos permitir.

Por ahora, se conocen las cantidades previstas, pero no hay sensación de que la implementación se vaya a acelerar. Aquí está el verdadero riesgo; las ayudas a la liquidez son evidentes, han sido rápidas y están sirviendo de puente. Nuevas ayudas, como ya estamos viendo en EEUU, son necesarias y se terminarán implementando en las próximas semanas, sin embargo, la implementación de medidas fiscales no ligadas a liquidez deben acelerarse y los planes estratégicos optimizarse entendiendo que, entramos (ya estaba cambiando), en una nueva fase económica. La inversión debe dirigirse a los sectores que liderarán a futuro, sin olvidar la necesidad de reestructurar la "vieja economía", que sigue siendo clave para la nueva, favoreciendo los procesos de reestructuración en la misma.

Medidas de política monetaria que permitan mantener la confianza junto a medidas fiscales que apoyen el crecimiento, serán básicas para la recuperación. La expectativa de un retraso en la implementación de las mismas en un entorno de por sí complicado por la falta de visibilidad, conllevarían una ruptura de la confianza en los mercados y, además, un riesgo estructural en el tejido empresarial. Esperemos que la vacuna y los planes de recuperación se trabajen en paralelo y a la misma velocidad.

La evolución de la pandemia, con rebrotes a escala global que muestran el descontrol existente y la falta de un protocolo de actuación efectivo a la espera de la vacuna, sigue siendo el principal condicionante con el que se encuentra la economía y, por lo tanto, el mercado.

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