Visión Alternativa
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Elecciones EEUU: el 'value' tendrá que seguir esperando su momento
Las elecciones suelen servir, a parte de para constituir un gobierno, para analizar las prioridades y preocupaciones de la población y confirmar la fortaleza de sus instituciones
En general, las elecciones democráticas suelen servir, a parte de para constituir un gobierno, para poder analizar las prioridades y preocupaciones de la población, así como, a su vez, confirmar la fortaleza de sus instituciones. En este sentido, las elecciones de EEUU han resultado atípicas. Con anterioridad, hemos podido ver situaciones complejas de falta de acuerdo, entornos ingestionables por la necesidad de agrupar propuestas en un principio contrarias, repeticiones de elecciones, incluso necesidades de recuentos pero, en todos esos momentos, si bien las instituciones han podido ser criticadas, nunca se ha puesto en duda el sistema. Poner en duda el mismo en un país como EEUU, sembrando la incertidumbre sobre el marco legal en el que se mueven, muestra una actitud sorprendentemente irresponsable. El respeto al sistema, la necesidad de un marco legal estable que se ha de fortalecer día a día, comprendiendo que los cambios se han de producir convenciendo y a través de los mecanismos que existen para ello, buscando mayorías, son las claves para el desarrollo tanto social como económico de cualquier área. Podremos estar a favor de las ideas de un partido o de las de su adversario político, nos podrá gustar más o menos el candidato ganador, pero no debemos atacar y deslegitimar las instituciones que, a lo largo de la historia, ha creado el conjunto de una sociedad que ha sido gobernada por aquellos que, cualquiera fueran sus ideas, habían sido elegidos democráticamente.
Lo verdaderamente importante en este momento es que la respuesta del sistema a esta actitud, incluyendo medios afines y a políticos republicanos, ha sido, como cabría esperar, unísona en defensa de las instituciones. Esta situación nos debe llevar a un fortalecimiento y visibilidad de las mismas, que también ha comprado el mercado. Las instituciones están y deben estar por encima de cualquier opción política, sea esta la que sea, y sus cambios, sin duda necesarios al pasar el tiempo con el fin de adaptarse a nuevas realidades, deben ser soportados por mayorías.
La incertidumbre es el principal riesgo con el que se encuentran tanto empresas como economías para poder crecer de forma sostenible; la imposibilidad o, mejor dicho, el riesgo de invertir sin marcos regulatorios estables, tiene una enorme influencia en la capacidad de atraer capital, especialmente capital de largo plazo. No es solo la idea y/o la oportunidad de desarrollo de la misma, es también el entorno en el que se genera, el marco legal que permite dar seguridad a la inversión. La falta de seguridad siempre determina una mayor prima de riesgo y la falta de visibilidad conlleva una reducción de la duración del proyecto a la hora de ser realizado, limitando el desarrollo y crecimiento.
Evidentemente este no es el caso de EEUU, su estabilidad en ese sentido es absoluta. Aun así, sorprende que haya podido verse condicionada por un interés personal, lo que nos debe hacer pensar sobre el momento político y social en el que nos encontramos.
Si lo analizamos desde el lado del mercado y su reacción, podemos entender que, tras descontar durante un tiempo una victoria suficiente por parte de Biden, no era el hecho de que Trump pudiera ganar las elecciones, lo que en un primer momento determinó un incremento de la volatilidad. Es más, el mercado durante un tiempo había descontado muy favorablemente la opción de Trump ante el temor, entre otras razones, de un significativo aumento de impuestos por parte de Biden. El mercado ha ido cotizando diferentes escenarios dependiendo del efecto que, sobre la economía en su conjunto y las empresas en particular, entendía que podrían tener las políticas de cada candidato. Así ha sido siempre y también así se explica cómo el mercado ha ido cerrando las posiciones de cobertura ('value' vs. 'growth'), que se habían venido haciendo estas últimas semanas, provocando, con su cierre, una importante subida.
Actualmente, el mercado está muy pendiente de la composición final del Senado dado que influirá directamente en la posibilidad de adoptar medidas a corto y medio plazo. El riesgo principal sigue estando en la posibilidad de convivir con un escenario marcado por la falta de definición, lo que determinaría retrasos en la implementación de nuevas políticas fiscales que son absolutamente necesarias.
Si el panorama queda despejado, seguiremos viendo una tendencia de inversión hacia la nueva economía, como se ha podido ver estos últimos días, destacando en este caso la evolución de las energías verdes. El denominado 'value', tendrá que seguir esperando a un momento de mayor visibilidad macro.
En general, las elecciones democráticas suelen servir, a parte de para constituir un gobierno, para poder analizar las prioridades y preocupaciones de la población, así como, a su vez, confirmar la fortaleza de sus instituciones. En este sentido, las elecciones de EEUU han resultado atípicas. Con anterioridad, hemos podido ver situaciones complejas de falta de acuerdo, entornos ingestionables por la necesidad de agrupar propuestas en un principio contrarias, repeticiones de elecciones, incluso necesidades de recuentos pero, en todos esos momentos, si bien las instituciones han podido ser criticadas, nunca se ha puesto en duda el sistema. Poner en duda el mismo en un país como EEUU, sembrando la incertidumbre sobre el marco legal en el que se mueven, muestra una actitud sorprendentemente irresponsable. El respeto al sistema, la necesidad de un marco legal estable que se ha de fortalecer día a día, comprendiendo que los cambios se han de producir convenciendo y a través de los mecanismos que existen para ello, buscando mayorías, son las claves para el desarrollo tanto social como económico de cualquier área. Podremos estar a favor de las ideas de un partido o de las de su adversario político, nos podrá gustar más o menos el candidato ganador, pero no debemos atacar y deslegitimar las instituciones que, a lo largo de la historia, ha creado el conjunto de una sociedad que ha sido gobernada por aquellos que, cualquiera fueran sus ideas, habían sido elegidos democráticamente.