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2021: entre la gran esperanza y la gran decepción
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Ángel Blanco

Visión Alternativa

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2021: entre la gran esperanza y la gran decepción

Confiemos que sea el año de la consolidación de los cambios, de la recuperación, pero no nos basemos en la esperanza. Esforcémonos en conseguirlo.

Foto: Un 'trader' en la Bolsa de Nueva York. (Reuters)
Un 'trader' en la Bolsa de Nueva York. (Reuters)
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Nacer bajo el título de "gran esperanza" conlleva un enorme riesgo de decepción. Si la denominada "gran esperanza" no se materializa, nos encontramos ante una "gran decepción", cuyos efectos pueden ser muy negativos ante las expectativas que se habían creado alrededor. Además, incluso omitiendo el adjetivo, el riesgo de pasar de esperanza a decepción ya conlleva una importante volatilidad. Cuando el término esperanza se aplica a un año, la situación se vuelve aún más compleja ante la imposibilidad de reacción del mismo; si a lo que nos referimos es a la variable tiempo, que permite que los cambios se vayan produciendo, entonces sí podremos ser optimistas con el 2021, pero mejor no lo carguemos de adjetivos.

En muchas ocasiones, el éxito está ligado al momento y al esfuerzo. El momento, porque permite aprovechar vientos de cola. Una buena idea en un momento en el que el dinero está centrado en su temática suele ser exitosa. El esfuerzo es la clave fundamental, porque por mucho viento de cola que exista, el aprendizaje, el trabajo, el objetivo de constante mejora e incluso de transformación son necesarios. 2021 puede ser un año con viento de cola; la dificultad del 2020 y los innumerables cambios que se han producido durante estos últimos meses, destacando la consecución de diferentes vacunas y medicaciones para hacer frente a la pandemia, nos deben permitir pensar así, pero no olvidemos que la realidad aún es otra, con un posible repunte durante los primeros meses que también habrá que gestionar pues seguirá teniendo un efecto económico negativo.

Foto: EC.

La aceleración de procesos, la implementación de la nueva economía, supone también un importante viento de cola, pues el crecimiento y desarrollo económico están ligados a ella. Sin embargo, no olvidemos que tan importante como acelerar también es reestructurar y si no se gestiona adecuadamente el riesgo aumentará de cara a los siguientes años.

En este sentido, podemos decir que el mayor freno, fuera de la propia pandemia, estaría en una inadecuada gestión de las políticas fiscales. La necesidad de dar estabilidad al sistema es prioritaria y es complejo que la misma se produzca sin crecimiento a medio plazo. No se trata solo de crecer en el corto, se trata de crear bases para un crecimiento uniforme durante años, entendiendo las dificultades que conlleva en el corto plazo. Hay que acelerar los procesos, tanto los de inversión como los de desinversión. Una distribución que no favorezca la reestructuración frente a la supervivencia retrasaría el proceso de cambio en el que nos encontramos poniendo en riesgo el mismo.

Parece que en algunos casos los cambios de tendencia o la nueva economía sí que han sido descontados, quizás incluso en exceso

Desde el lado de mercado, vuelvo al primer párrafo. Todo depende de si hemos descontado la "gran esperanza" o no. Sí es cierto que el mercado ha estado descontando vacunas, políticas monetarias, fiscales, estabilización y, sobre todo, tiempo; pero al mercado también le falta descontar procesos de reestructuración. Lo positivo, los cambios de tendencia; la nueva economía sí ha sido descontada. Parece que en algunos casos lo ha sido en exceso, si bien los ganadores siguen siendo atractivos. Lo que no se ha descontado han sido las grandes reestructuraciones, pero lo primero que hay que conseguir son los cambios, a veces de mentalidad, para permitir o entender que se deben producir ya que los cambios siempre conllevan vértigo y, en muchas ocasiones, la decisión de no tocar con la idea de que todo puede volver a ser como era.

Esperemos que 2021 sea el año en el que sepamos controlar la pandemia, el año de la normalización social. Económicamente, confiemos que sea el año de la consolidación de los cambios, de la recuperación, pero no nos basemos en la esperanza. Esforcémonos en conseguirlo.

Nacer bajo el título de "gran esperanza" conlleva un enorme riesgo de decepción. Si la denominada "gran esperanza" no se materializa, nos encontramos ante una "gran decepción", cuyos efectos pueden ser muy negativos ante las expectativas que se habían creado alrededor. Además, incluso omitiendo el adjetivo, el riesgo de pasar de esperanza a decepción ya conlleva una importante volatilidad. Cuando el término esperanza se aplica a un año, la situación se vuelve aún más compleja ante la imposibilidad de reacción del mismo; si a lo que nos referimos es a la variable tiempo, que permite que los cambios se vayan produciendo, entonces sí podremos ser optimistas con el 2021, pero mejor no lo carguemos de adjetivos.