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Cautela ante un mercado complaciente
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Ángel Blanco

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Cautela ante un mercado complaciente

Movimientos no controlados en mercados llevarían a un rebalanceo y hay razones suficientes para pensar que en algún momento tendrá que producirse

Foto: Varios corredores en el parqué de la Bolsa de Wall Street en 2018. (EFE)
Varios corredores en el parqué de la Bolsa de Wall Street en 2018. (EFE)

Con el diferencial entre el 10 años y el dos años americano en niveles máximos no vistos desde julio de 2015, la TIR del 10 años al 1,7% y datos macro que avalan una recuperación mayor a la prevista hace apenas un par de meses, influyendo positivamente en una reducción de la volatilidad, resulta complejo ponerse en contra de la tendencia.

El mercado, al menos en un primer análisis, invita al optimismo. El escenario es favorable, ya que el crecimiento está aquí, la evolución de la vacunación puede acelerarlo y los bancos centrales se mantienen firmes en sus estrategias, permitiendo ligeras variaciones de los tipos respecto a donde estaban al inicio de la pandemia, pero dejando claro cuál sería su posición si el repunte pusiera en riesgo la estabilidad de la recuperación. En general, el entorno de corto plazo no da señales que inviten a la cautela.

El cierre de posiciones no terminó hasta que se comprobó la confianza en la capacidad de los Bancos Centrales a la hora intervenir

El camino seguido en los últimos meses ha sido el adecuado. Si seguimos la serie desde que se inició la pandemia podemos ver cómo, primero tuvimos las caídas propias de una situación de máxima incertidumbre, de falta de visibilidad en una situación absolutamente desconocida, nunca había ocurrido y el cierre de posiciones no terminó hasta que se comprobó, extremándola, la confianza en la capacidad de los bancos centrales a la hora intervenir.

Posteriormente y pese a la perspectiva de una pandemia larga, asistimos a una primera recuperación de mercados basada en la confianza en los Bancos Centrales y en la evolución de los sectores asociados a la nueva economía, al descontarse la aceleración que, para los mismos, suponía el cambio de usos y costumbres que implicaba el confinamiento. Una aceleración capaz de explicar la mayor valoración de las compañías ligadas al cambio con enormes efectos sobre el conjunto del mercado, también en términos de peso en los índices, reflejando, consecuentemente, el incierto futuro de la economía más tradicional. El diferencial entre el denominado "value" y el 'growth' se ampliaba diariamente.

Foto: Carlos Torres, presidente de BBVA. (EFE)

La nueva economía frente a la antigua en la esperanza de una recuperación a medio plazo, bajo la base de tipos de interés bajos y estables y políticas fiscales que apoyarán aún más su crecimiento como base para la recuperación del conjunto. Las caídas en ese periodo de tiempo estuvieron ligadas a incertidumbre sobre la duración de la pandemia, la volatilidad estaba unida a las distintas olas y a la posibilidad o no, de obtener una cura. Una vez alcanzada la esperanza de la vacuna y, después, la consecución de la misma hizo aumentar la esperanza de una vuelta relativamente rápida a una nueva normalidad lo que determino que, desde finales del 2020, pero sobre todo en este primer trimestre, la denominada antigua economía, liderada por los sectores más favorecidos por la reapertura, haya cerrado muy significativamente el diferencial.

Sus procesos de transformación, adaptación y, especialmente un crecimiento que se entiende sostenible ha supuesto que el diferencial se reduzca, si bien entendiendo que existen enormes diferencias sobre el entorno económico del que veníamos y el que vamos a vivir en los próximos años. La realidad es que muchos de los sectores se han tenido que adaptar al nuevo entorno, y los cambios han sido rápidos, en ocasiones mucho más rápidos de lo esperado, la necesidad les ha obligado a ello y las cotizaciones lo premian.

placeholder Vista de la fachada del Banco Central Europeo. (EFE)
Vista de la fachada del Banco Central Europeo. (EFE)

Sin embargo, y volviendo al principio de la columna, pese a que el camino ha sido el adecuado y las diferentes variables apuntan a un entorno tranquilo a corto y medio plazo, personalmente opto por la cautela. Puede que las señales sean más que correctas, seguramente es así, pero no olvidemos que en muchas ocasiones el mercado refleja una foto de un momento muy determinado y en esta ocasión puede reflejar complacencia. Para explicar el por qué, creo que tenemos que tener muy en cuenta cuáles son los conductores actuales del mercado y concretamente la importancia que ahora mismo tiene la liquidez.

El exceso de liquidez y la concentración de la misma hace que se produzcan distorsiones, situaciones extremas que están difuminadas por el entorno. En estos momentos estas distorsiones existen entre otras razones por que seguimos viviendo, y lo seguiremos haciendo durante mucho tiempo, en un mercado intervenido. Las valoraciones de los activos se ven apoyadas por los bajos tipos de interés y hay que recordar que esos tipos dependen de los bancos centrales. Sin duda su ayuda ha sido y es fundamental, su objetivo es el crecimiento y la estabilidad, pero dar por ciertos los tipos actuales es un error a largo plazo.

No todo funcionará, aunque en fases de liquidez y visión de corto parezca que sí

Movimientos no controlados en mercados llevarían a un rebalanceo y hay razones suficientes para pensar que en algún momento tendrá que producirse. Otros riesgos que debemos tener en cuenta son las distorsiones en activos que se consideran nuevas tendencias y que, en algún momento deberían consolidarse. No todo funcionará, aunque en fases de liquidez y visión de corto parezca que sí. En los próximos meses tendremos que conocer no solo si la economía recupera rápidamente si no también como se produce y en que entorno. Por ahora, seguimos disfrutando del corto plazo, de las noticias del día, de la estabilidad de las bases, pero, poco a poco, nos tendremos que enfrentar a la estabilización y el reequilibrio. Hasta ahora hemos vivido la fase de normalización potenciada por la aceleración de cambios y reestructuración, ahora tenemos que asentarnos.

Con el diferencial entre el 10 años y el dos años americano en niveles máximos no vistos desde julio de 2015, la TIR del 10 años al 1,7% y datos macro que avalan una recuperación mayor a la prevista hace apenas un par de meses, influyendo positivamente en una reducción de la volatilidad, resulta complejo ponerse en contra de la tendencia.

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